Por HÉCTOR ESTEPA / Atenas
Alexis Tsipras es desde este lunes el nuevo primer ministro heleno. Su partido, la coalición de la izquierda radical (Syriza) rompió el pasado domingo cuatro décadas de alternancia política entre los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok. No pudo, sin embargo, hacerse con la mayoría absoluta, y ha tenido que pactar con la derecha nacionalista de Griegos Independientes (Anel) para poder gobernar. Juntos sumarán 162 de los 300 diputados del parlamento heleno, aunque sólo 13 de ellos serán de influencia conservadora.
El pacto ha sido hecho bajo la premisa de una unión contra el programa de austeridad heleno. Si ambos partidos coinciden en algo es en su rechazo a los recortes. Panos Kammenos, el líder de Anel, ha llegado incluso a denunciar a la Troika ante la justicia por crímenes de lesa humanidad contra el pueblo griego debido al empobrecimiento de los helenos.
No parece que no vayan a coincidir en política financiera. Los derechistas están también por luchar contra la corrupción y podrían no poner pegas a las grandes subidas de impuestos que Syriza prepara para los más ricos.
Ambos partidos tienen, sin embargo, muchas diferencias en cuestión ideológica. Anel aboga por no ceder terreno en cuestiones de índole nacionalista como proteger los intereses de Grecia sobre Turquía tanto en el mar Egeo como en Chipre. Los derechistas son también poco abiertos a cuestiones como el matrimonio homosexual o el aborto, al contrario que muchos de los votantes de los izquierdistas.
No habrá otros partidos en esa alianza. La formación liberal To Potami, liderada por el periodista Stavros Theodorakis, ha rechazado unirse a cualquier coalición en la que esté Anel, por considerar que refleja elementos de la extrema derecha y antieuropeos. Esperará a ver el programa de gobierno para decidir si le da un voto de confianza o tolerancia. También ha rechazado pacto alguno, como estaba previsto, el Partido Comunista (KKE).
Reestructuración
Los dos partidos tradicionales helenos, Nueva Democracia y Pasok, podrían reestructurarse en los próximos meses. El liderazgo de ambos partidos está en entredicho. Antonis Samaras parece a priori dispuesto a seguir siendo el líder de los conservadores, pero los medios griegos apuntan a que el jefe de los socialista, Evangelos Venizelos, se está preparando para apartarse del liderazgo de su partido.
El nuevo gobierno tiene por delante unos meses de duras negociaciones. El país tiene pendiente conseguir el desbloqueo del último tramo de los rescates helenos, por valor de 1.800 millones de euros, a cambio de aprobar la última revisión del programa de austeridad. Tsipras no parece dispuesto a admitir los ajustes requeridos por la Troika. Todo lo contrario, planea revertir muchos de los hechos con anterioridad.
El plazo dado por los acreedores del país para finalizar la revisión expira, en un principio, el próximo 28 de febrero, pero Tsipras confía en poder retrasarlo hasta junio, cuando el BCE debe también decidir si incluye a Grecia en su plan de compra de bonos por valor de 60.000 millones de Euros mensuales.
Su plan es negociar un alivio de la carga de deuda del país en ese lapso de tiempo, así como llegar a acuerdos con los acreedores, aunque desde las instituciones de la Troika siguen exhortando al país a cumplir con todos sus compromisos.
Grecia debe pagar un vencimiento de bonos el próximo marzo y podría necesitar esos 1.800 millones de euros para hacerlo. Serán más imprescindibles aún si el primer ministro pone en marcha su plan de 12.000 millones de euros para paliar la pobreza en Grecia. Cree poder emitir letras del tesoro mientras consigue llegar a un acuerdo factible con sus acreedores, pero el gobierno saliente le advirtió de que tal extremo debería ser aprobado tanto por las autoridades europeas como por el Fondo Monetario Internacional. En los próximos meses se comprobará si Syiriza puede cumplir las promesas realizadas a sus votantes.
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