El aumento de la temperatura del planeta conlleva cambios de patrones climatológicos y un mayor poder destructivo de los fenómenos meteorológicos
El cambio climático no será un problema futuro, ya es una realidad demoledora. El aumento de las temperaturas, las olas de calor frecuentes y severas, las tormentas más potentes y repentinas, las inundaciones o sequías prolongadas y los fenómenos naturales atípicos son la normalidad. En las últimas 2 décadas más de medio millón de personas murieron como consecuencia de 10 desastres naturales.
Las temperaturas más cálidas de los océanos imprimen más energía a huracanes, DANA, ciclones y tormentas tropicales. No obstante, la abundante evidencia sobre cómo el calentamiento global pone en peligro la vida en el planeta no ha llevado a la reflexión ni a la pronta y eficaz aplicación de correctivos. Por el contrario, la humanidad, la civilización, sigue quemando combustibles fósiles de manera despiadada. El año 2023 fue el más caluroso de la historia y también el que estableció un récord de emisiones de gases de efecto invernadero.
En pocos días los líderes mundiales se reunirán Azerbaiyán en la COP29. Debatirán, y negociarán, sobre el calentamiento del planeta . Los países en desarrollo, duramente afectados por los fenómenos climáticos, seguirán presionando en vano para que los más ricos cumplan reduzcan las emisiones y financien proyectos de adaptación al cambio climático.
Las expectativas
Hay mucho en juego y una sola opción: reducir las emisiones globales con la suficiente rapidez para que el planeta mantenga su temperatura por debajo de los 1,5 grados celsius. La enorme quema combustibles fósiles actual conduce a alcanzar los 3 °C mucho antes de finales siglo. Ela reunión pasada hubo compromisos de abandonar los combustibles fósiles, pero fueron tantas las salvedades que no tuvieron mayor eecto.
Se espera que este año la COP sea más estricta y establezca un cronograma para la transición, que exija responsabilidades a los países y que el fondo de daños para ayudar a los países más pobres a adaptarse al calentamiento global se adapte a la realidad. Actualmente tiene comprometidos menos de 700 millones de dólares, una monto insignificante comparado con los cientos de miles de millones de dólares en daños relacionados con el clima que los países en desarrollo podrían sufrir antes 2030.
Daños colaterales, dirán algunos
Las cifras de muertes por fenómenos meteorológicos extremos son más altas en los países pobres.
Al analizar en la Base de Datos Internacional de Desastres tres ciclones tropicales, cuatro olas de calor, dos inundaciones y una sequía, se encontró que la elevada cifra de muertes no incluía millones de muertes relacionadas con el calor.
Europa enfrentó olas de calor en 2015, 2022 y 2023 que causaron 94.000 muertes. De esa cantidad, 68.000 ocurrieron en 2022 y más de la mitad podrían atribuirse al calentamiento global.
En las naciones pobres fueron más devastadora solo en Somalia. En 2011, una sequía agravada por el aumento de las temperaturas, causó 258.000 muertes. En Myanmar, el ciclón Nargis mató más de 138.000 personas en 2008 como resultado del calentamiento global.
Desplazamiento forzado y escasez de alimentos
Las inundaciones, tormentas y sequías empujan a millones de familias a abandonar sus hogares y crean una crisis de desplazamiento global. El desplazamiento forzado agrava la pobreza y la desigualdad. Se encuentran sin acceso a servicios básicos, en condiciones de vida precarias y con pocas oportunidades para reconstruir sus vidas. Al perder sus medios de subsistencia y sus redes de apoyo social, Las comunidades desplazadas son más propensas a la explotación y la violencia. Además, los recursos escasos en las áreas de acogida generan conflictos y tensiones sociales.
El calentamiento global aumenta las desigualdades existentes. Las comunidades más pobres tienen menos recursos para adaptarse y para recuperarse de los fenómenos climáticos. Un ciclo de vulnerabilidad y pobreza difícil de romper.
La crisis climática significa escasez de alimentos en el futuro. Las alteraciones en los patrones de lluvia, las sequías prolongadas y las olas de calor extremas reducen el rendimiento de los cultivos y merma la calidad de los productos agrícolas. Las plantas tienen límites de tolerancia térmica y, cuando las superan, la fotosíntesis y el crecimiento se ven afectados, lo que afecta directamente la seguridad alimentaria.
La escasez de agua y los fenómenos climáticos extremos dificultan o impiden la producción y transporte de alimentos. Áreas fértiles pueden volverse improductivas, mientras que en otras disminuye la diversidad. La consecuencia inmediata es la dependencia creciente en importaciones de alimentos y el aumento en los precios.
Además, el aumento de las temperaturas oceánicas desplaza especies marinas de sus hábitats tradicionales, y la acidificación del océano se ensaña contra los arrecifes de coral, esenciales para muchas especies marinas. La reducción en la disponibilidad de pescado puede tener graves consecuencias en las poblaciones que dependen de la pesca como fuente principal de proteínas.
Aumento de las temperaturas y tormentas más fuertes
Desde 1980, cada década ha sido más cálida, no solo en la temperatura diurna, también la nocturna, que altera los patrones de sueño y causa problemas de salud, especialmente en ancianos y niños. Asimismo, el calor extremo tiene un impacto en la infraestructura. Los pavimentos se agrietan, los rieles de tren se deforman y los sistemas de energía se sobrecargan por el uso desmesurado del aire acondicionado.
La muestra más evidente del calentamiento global son los cada vez más destructivos fenómenos climáticos: tormentas, huracanes y ciclones.
El calentamiento de las aguas oceánicas proporciona más energía a las tormentas, y las hace más fuertes y duraderas, con vientos más intensos, lluvias torrenciales y marejadas ciclónicas más altas que causan inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra.
Las comunidades costeras son las más afectadas. Las tormentas más potentes destruyen hogares, infraestructuras y medios de vida en pocas horas. La falta de preparación y resiliencia agrava su impacto. Las poblaciones quedan expuestas y sin protección adecuada.
Además las tormentas más potentes tienen efectos secundarios devastadores: contaminan las fuentes de agua potable, propagan enfermedades; los vientos fuertes derriban líneas eléctricas, interrumpen el suministro de energía y dificultan las operaciones de rescate y recuperación.
La DANA en Valencia, el ejemplo
Las trágicas inundaciones en el este de España son un anticipo de los fenómenos climáticos extremos que vendrán con el calentamiento del planeta. El aire más cálido retiene más humedad, y aumenta la probabilidad de lluvias intensas con cada onza adicional de dióxido de carbono que se liberan a la atmósfera al quemar carbón, petróleo y gas.
Las tormentas en la tragedia valenciana tuvieron una potencia superior. En la localidad de Chiva, cayeron el martes casi 50 centímetros de lluvia en ocho horas, la misma cantidad de un año. Cuando se forma una depresión en el golfo de Cádiz, frente a la costa sur de España, se producen vientos que soplan aire cálido y húmedo desde el mar Mediterráneo hacia la costa oriental del país. Este aire, cargado de humedad, golpea las montañas y es empujado hacia el cielo, condensándose en nubes que arrojan lluvia sobre las zonas costeras, y la provincia de Valencia.
Normalmente, una corriente en chorro alejaría estos sistemas meteorológicos con relativa rapidez, pero como las depresiones aisladas están separadas de esos vientos, la lluvia será días continuos. Las depresiones de poca profundidad han sido responsables de muchas de las inundaciones más catastróficas del este de España. También provocan lluvias torrenciales en las regiones interiores del oeste americano y las grandes llanuras.
Vapor mediterráneo
En la DANA de Valencia el agua cálida del Mediterráneo se sumó a los totales de lluvia. Cuando el agua de la superficie del mar está caliente, se evapora más, lo que genera mayor humedad que alimenta los aguaceros. El Mediterráneo ha estado anormalmente cálido en los últimos meses, alcanzando las temperaturas más altas en agosto.
Las tormentas recientes en España también produjeron granizos de gran tamaño y tornados, una indicación de cuánta energía estaba presente en el aire de bajo nivel que fue enviado a lo alto. Son fenómenos climáticos atípicos que indican que parte de la responsabilidad es del calentamiento global.
Los meteorólogos consideran que el calentamiento más rápido en el Ártico que en el resto del planeta reduce la diferencia de temperatura entre este y los trópicos, de ahí el debilitamiento y desplazamiento de la corriente en chorro. Cuando las fuertes lluvias azotan los pequeños pueblos de montaña de la región, no es de extrañar que se produzca una catástrofe. La infraestructura para que esa agua drene rápidamente no existe. Toda esta agua adicional podría parecer una bendición para cualquier zona azotada por sequías, pero solo si existe la infraestructura adecuada para captarla y aprovecharla.