Pedir, comer y después armar todo un alboroto o esgrimir cualquier argumento falso para negarte a pagar la cuenta de lo que consumiste en un restaurante se está convirtiendo en algo común. En Gran Bretaña, por ejemplo, calculan que una de cada veinte personas lo hace. Aunque en muchos países no está tipificada como delito, la conocida práctica del «simpa» podría acarrear sanciones legales por tratarse de un tipo de estafa.
En el caso de que haya sido por descuido, problemas con la tarjeta o saldo insuficiente en el banco siempre hay cómo conciliar con los dueños del local una manera de cancelar. También puede ser por necesidad. El costo de la vida está afectando a muchos hogares. Desde 2022 también se ha reportado un aumento de robos en tiendas en Inglaterra y Gales. Algunos cree que existe relación entre la inseguridad y el incremento de personas que se van sin pagar.
Recientemente, la Policía Nacional de España hizo en las redes sociales una advertencia a las personas que les gusta irse sin pagar. Se trata de un breve video en el que una agente deja claro las sanciones a las que podrían enfrentarse, que oscilan entre una multa en los casos leves, hasta 8 años de prisión en los más agravados. Son necesarias tres condenas en firme por delito leve de estafa para aplicar la mayor pena. Los más afectados son bares, restaurantes, discotecas y un sinfín de negocios dedicados a restauración, además de las gasolineras.
Pagar, pero con cárcel
Una pareja en el sur de Gales fue condenada a prisión por haber huido sin pagar en varias ocasiones. El juzgado determinó que Ann McDonagh, de 39 años de edad, y Bernard McDonagh, de 41 años, habían defraudado “cínicamente y descaradamente” a restaurantes. La cuenta adeudada por comida y bebida en cuatro establecimientos y un menú para llevar ascendía a aproximadamente 1.180 euros. El juez Thomas K. C. dijo que la pareja, de Port Talbot, había pedido más de lo que podía comer solo para ver si podía salirse con la suya.
Ambos tenían antecedentes penales. Bernard había recibido 27 condenas, incluso por ofensa, daño criminal y robo, y Ann tenía 18 condenas, muchas por eliminación de etiquetas de seguridad y robo de artículos en tiendas. El hombre usaba 23 alias, y ella, 20. Ann también cometió delitos de robo en tiendas, eliminación de etiquetas de seguridad y robo de artículos por valor de más de 1.000 euros. El juez consideró que la mujer desempeñó el papel principal del «simpa» y la condenó a 12 meses tras las rejas. Bernard recibió ocho meses.
El modus operandi era muy sencillo. Ordenaban de manera generosa y a menudo dejaban gran parte de la comida. Ann presentaba una tarjeta con problemas y cuando fallaba, decían que buscarían algo de efectivo, pero nunca regresaban. Siempre preferían la comida más cara, como los filetes de hueso en T y porciones de postre doble de la recién inaugurada Bella Ciao, un restaurante italiano de gestión familiar en Swansea.
Aumento de casos
Aldo Esposito, dueño de un restaurante de comida italiana, aseguró que ha sido víctima en tres ocasiones. La primera fue con un pedido en una noche de muchos clientes. A los comensales se les preguntó si tenían alguna alergia, pero más tarde afirmaron que no habían entendido que su comida incluiría un ingrediente al que uno de ellos era muy alérgico. Dijeron que tenían que correr al hospital y que no pagaban, porque sus vidas corrían peligro. La factura fue de poco más de 200 euros.
En otra oportunidad fue un grupo de ocho niños y cuatro adultos y más de 400 euros en comida. Dijeron que encontraron una cosa extraña en un plato. Esposito cree que la pusieron deliberadamente. Les ofreció darles el plato gratis. Pero ellos replicaron que no pagarían nada de la cuenta. “Llamamos a la policía, pero no pudieron ayudarnos. Dijeron que era un asunto civil. Pero no lo es, es un asunto criminal”, expresó. La última fue un trío de mujeres que acumularon una factura por más de 300 euros en bebidas. Y en un momento dado huyeron sin pagar la cuenta.
Si por causas ajenas a tu voluntad no tienes cómo liquidar tu consumo, estas son algunas sugerencias para resolver la situación:
- Llama a un amigo: Si la cuenta sobrepasó tu presupuesto o tu cartera se quedó en casa, una forma sencilla de pagar es llamando a una familiar o amigo que pueda llevarte efectivo o realizarte una transferencia.
- Consulta que la cuenta sea correcta: si la cuenta es mayor al presupuesto que tenías, es importante revisar que los cargos de consumo sean correctos.
- Informa al restaurante: Aunque pueda ser algo vergonzoso, en última instancia informa a los encargados para llegar a un acuerdo o una solución al problema.
Defenderse con cautela
El sitio web police.uk aconseja a los dueños de locales instalar cámaras de vigilancia dentro y fuera de las instalaciones, para registrar el rostro de cada cliente. También fomentan la recopilación de números de teléfono y detalles de tarjetas de crédito de los clientes cundo hacen la reservación. En caso de incidente con alguien que no quiera pagar la cuenta, aconsejan llamar a la policía lo más rápido posible: “No recomendamos tomar el asunto en sus propias manos”.
Un portavoz de la policía advirtió que se debe tener cautela, porque compartir públicamente imágenes de presuntos delincuentes no necesariamente ayuda al proceso de justicia penal. Por el contrario, si el dueño de un restaurante compartiera los detalles de alguien que no había hecho nada malo, tendrían que lidiar con las consecuencias legales. Alentó a los dueños de negocios a ponerse en contacto con la policía cada vez que ocurren estos delitos y presentar cualquier evidencia.
Para Kate Nicholls, CEO del organismo comercial UKHospitality, el número de incidentes sigue siendo pequeño, pero para las empresas afectadas en un asunto delicado: “Estas empresas operan con márgenes de ganancia neta muy ajustados –menos del 4%– y, a menudo, pueden ser artículos de gran valor las que estas personas buscan”. Se opone al término comer y correr, porque le resta seriedad a la situación. “Implica que es un poco divertido”, precisa. Opina que es robo y fraude y debe ser procesado como tal. «Es dinero que se toma de un negocio por bienes y servicios consumidos, es exactamente lo mismo que robar en tiendas”.
Qué hay detrás
Geoff Beattie, profesor de psicología en la Universidad Edge Hill, en Lancashire, coincide con otros especialistas en cuanto a que no cree que el alza en el costo de la vida sea la causa tanto de los numerosos robos en tiendas como del «simpa». “Sospecho que no tiene mucho que ver con luchar por sobrevivir. No es como robar una lata de frijoles del supermercado. Tienden a ser artículos caros, por lo que debes mirar otras razones más profundas”, dice.
Asegura que algunas personas pueden justificar sus acciones moralmente. “Pueden estar razonando que los restaurantes obtienen tantas ganancias y que solo perderán algunos euros. O: ‘Ellos cobran demasiado de todos modos, me están estafando, solo estoy correspondiendo”. Otros, expresa Beattie, pueden poner el énfasis en aquellos con los que están cerca: “OK, el camarero podría meterse en un poco de problemas, pero bueno, no se trata de mi familia”. También pueden verlo como una acción menor en el esquema de la sociedad: “¿Crees que esto es malo? ¡Mira a los políticos! ¡Siempre están engañando y robando! Esto no es nada en comparación”.
El docente se refiere a la triada oscura de los rasgos de personalidad: psicopatía no clínica, narcisismo y maquiavelismo. Considera que subyace en muchos casos. Explica que los psicópatas realmente no se preocupan por los sentimientos de otras personas o empatizan con ellos. «Los maquiavélicos harán lo que tengan que hacer para obtener sus fines; y a los narcisistas les gusta ser el centro de atención y obtener afirmación todo el tiempo».