¿Son los alimentos orgánicos más saludables que los alimentos cultivados convencionalmente? Es una pregunta que se hacen las personas que buscan respuestas esclarecedoras para cuidar su salud, pero para los investigadores parece no estar tan claro.
Aproximadamente el 40% de los estadounidenses dicen que al menos algunos de los alimentos que ingieren son orgánicos, por lo que bastantes consumidores creen claramente que así es. Sin embargo, no existe evidencia confiable que demuestre que los alimentos cultivados orgánicamente sean más nutritivos o más seguros para comer.
Los alimentos orgánicos son aquellos productos vegetales, animales o derivados, que se cultivan o crían con sustancias naturales sin utilizar plaguicidas, ni fertilizantes artificiales, entre otros químicos.
En 2012, una revisión de datos de 237 estudios realizados en el Centro de Políticas de Salud de la Universidad de Stanford hizo una sorprendente revelación. Concluyó que no había diferencias convincentes entre los alimentos orgánicos y convencionales en cuanto al contenido de nutrientes o los beneficios para la salud.
La prohibición orgánica de los productos químicos sintéticos tampoco mejora la seguridad alimentaria en EE UU. El uso de pesticidas está significativamente regulado en la agricultura convencional. El uso de insecticidas hoy es 82% menor que en 1972. Además, los productos en los supermercados han sido lavados para eliminar casi todos los residuos químicos que puedan quedar.
The Harvard Gazette consultó la opinión de Robert Paarlberg sobre si comer productos orgánicos es mejor para la salud. Discurrió sobre varios estudios y sus resultados que aún dejan abiertas interrogantes.
Paarlberg es asociado del Programa de Ciencias de la Sostenibilidad de la Escuela Kennedy. Y autor de varios libros sobre agricultura y alimentación, incluido ‘Resetting the Table’.
Alimentos orgánicos, buenos o malos para la salud
En 2021, el Departamento de Agricultura de EE UU en su encuesta anual sobre residuos de pesticidas en alimentos en el mercado nacional, analizó 10.127 muestras de alimentos. Encontró que más del 99% tenía residuos por debajo de los niveles de tolerancia de la EPA, que se establecen cautelosamente en solo 1/100 de una exposición que aún no causa toxicidad en animales de laboratorio.
Paarlberg apuntó que los científicos alimentarios de la Universidad de California, Davis, sostuvieron que los “beneficios marginales de reducir la exposición humana a los pesticidas en la dieta mediante un mayor consumo de productos orgánicos parecen ser insignificantes”.
Muchos consumidores siguen pensando que los alimentos orgánicos provienen de pequeñas granjas locales, pero ahora la mayoría proviene de granjas industriales lejanas. Una estimación de 2014 indica que solo el 8% de las ventas orgánicas en EE UU las realizaban pequeños agricultores, a través de mercados o mediante agricultura apoyada por la comunidad. Más del 80% de todas las ventas orgánicas las realizan conglomerados corporativos como ConAgra, H.J. Heinz y Kellogg. Los mayores minoristas de alimentos orgánicos son Walmart, Costco y Kroger.
La mayoría de los agricultores, tanto grandes como pequeños, quieren utilizar algo de fertilizante nitrogenado sintético, lo que significa que no pueden ser certificados como orgánicos. Es la razón por la que menos del 1% de las tierras de cultivo en Estados Unidos están certificadas como orgánicas.
Mucho esfuerzo y pocos resultados
El geógrafo canadiense Vaclav Smil calcula que sin los fertilizantes nitrogenados sintéticos nunca se habrían producido el 40% del aumento de la producción de alimentos que necesita la población actual. «Los rendimientos orgánicos son menores, por lo que si cambiáramos más producción a orgánica tendríamos que arar más tierra para producir la misma cantidad de alimentos. Esto reduciría el hábitat de la vida silvestre y dañaría el medio ambiente», alerta.
El profesor emérito de la Facultad de Medio Ambiente en la Universidad de Manitoba reflexionó ante tal disyuntiva:
“La intuición nos dice que los alimentos cultivados sin productos químicos fabricados son más ‘naturales’. Y, por tanto, mejores para el medio ambiente, más seguros para comer y ayudan a las pequeñas granjas locales. Incluso el hecho de que los alimentos orgánicos sean más caros parece un motivo para pensar que son mejores. No obstante, en este caso, el pensamiento intuitivo lleva en la dirección equivocada. Si seguimos la ciencia, los alimentos orgánicos pierden su aparente ventaja”.