No hay actividad humana que no deje una huella de carbono. Un acto tan cotidiano como lavar la ropa tiene un enorme impacto. Cuando una lavadora está en funcionamiento no solo consume agua y electricidad, también libera grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. Debemos cambiar la forma en que lavamos nuestra ropa. Adoptar el lavado ecológico. Claro, romper los hábitos vinculados con la higiene genera una enorme resistencia.
Los números son reveladores. Una máquina doméstica utiliza en promedio 150 litros de agua por lavado. Las máquinas comerciales, aún más grandes, pueden llegar a utilizar más de 13.000.000 de litros de agua al año, asociados con 910 kW de energía eléctrica. Se traduce en más de 170 millones de toneladas de CO2 emitidas anualmente. Una cifra que se reduciría solo si optáramos usar agua a temperatura ambiente (agua fría) en lugar de caliente.
En Estados Unidos, cada hogar lava en promedio 300 cargas de ropa al año, una cantidad que los científicos consideran excesiva. Cuantos más lavados, mayor es el desgaste de las prendas, lo que a su vez aumenta la cantidad de ropa que termina en los vertederos. En la Unión Europea, se producen en promedio 2,2 millones de toneladas de residuos textiles al año.
Las microfibras
Sin olvidar que cada vez que lavamos ropa sintética, como poliéster y nailon, liberamos microfibras de plástico al agua. Cada vez que una prenda se lava hasta 700.000 fibras microscópicas llegan a los océanos, las traga la vida marina y se incorporan a la cadena alimenticia. Un estudio de la Institution of Mechanical Engineers revela que un 35% de los microplásticos en los océanos provienen de textiles sintéticos. Sorprendentemente, entre el 16% y el 35% de todos los microplásticos generados en el mundo provienen de las lavadoras.
No solo las lavadoras, las secadoras también tienen impacto. Un ciclo de secado puede liberar la misma cantidad de micropartículas dañinas al aire que una lavadora al sistema de aguas residuales. Una sola secadora puede liberar hasta 120 millones de microfibras de plástico al aire cada año.
Psicología del lavado
A pesar de los avances en la eficiencia energética de las lavadoras en las últimas décadas, la paradoja persiste. La gente lava más ropa que nunca. El resultado es un aumento en el consumo de recursos y una mayor liberación de CO2 a la atmósfera. ¿Cómo podemos reconciliar la necesidad de limpiar nuestra ropa con la urgencia de proteger el planeta?
Un nuevo estudio arroja luz sobre un aspecto inesperado: la relación entre la sensibilidad al asco y la frecuencia de lavado. Las personas más sensibles al asco tienden a lavar la ropa con mayor frecuencia, independientemente de su compromiso con el medio ambiente. El hallazgo subraya la importancia de reconocer los objetivos contradictorios en nuestros comportamientos proambientales. Si bien es crucial fomentar hábitos más sostenibles, también debemos comprender las motivaciones psicológicas detrás de nuestras acciones.
Erik Klint, miembro del equipo de investigación y estudiante de posgrado en la Universidad Tecnológica Chalmers de Gotemburgo (Suecia), explica que el asco, una emoción primaria, nos protege de infecciones y sustancias peligrosas. Curiosamente, está relacionado con la vergüenza: sentimos vergüenza cuando percibimos que alguien no se mantiene limpio. “El miedo a provocar asco en los demás es un fuerte motor social”, afirma Klint.
Estudio revelador
El nuevo estudio arroja luz sobre la psicología detrás de nuestras rutinas de lavado. Klint y su equipo realizaron dos encuestas en línea con alrededor de 1.000 participantes en cada una. Además, organizaron grupos de discusión en línea con unas 40 personas para revisar el cuestionario entre la primera y la segunda encuesta. Lo sorprendente fue descubrir lo atractivas que pueden ser las conversaciones sobre la colada.
Los participantes mostraban una “necesidad oculta” de validar y contribuir a las discusiones sobre sus hábitos de lavado. Publicado en la revista PLoS ONE, el estudio revela que el asco y la vergüenza no influyen directamente en la frecuencia con la que las personas ponen la lavadora. Sin embargo, estos factores sí afectan la rapidez con la que se acumula la colada, lo que, a su vez, determina la frecuencia de lavado.
En las entrevistas realizadas, se observó que pocas personas evalúan conscientemente si es necesario lavar la ropa. A menudo, deciden basándose en el principio de “más vale prevenir que curar”. En otras palabras, si queremos cambiar el comportamiento por razones medioambientales, no debemos centrarnos exclusivamente en el acto de lavar, sino en los comportamientos y hábitos que generan la necesidad de lavado.
Secadoras generan más microfibras
Un reciente estudio sugiere que las secadoras de ropa generan incluso más contaminación por microfibras que las lavadoras. Las diminutas hebras textiles, que pueden representar una amenaza para el medio ambiente y la salud humana, a menudo quedan atrapadas en los filtros de pelusa de las secadoras.
El estudio evaluó 1.200 camisetas de algodón y poliéster. Lavaron y secaron las prendas utilizando máquinas europeas y norteamericanas, siguiendo los ajustes típicos de lavadora. Los investigadores midieron la masa de microfibras liberadas por el desagüe de la lavadora, las atrapadas en el filtro de pelusas de la secadora y las liberadas al aire a través del conducto de ventilación. Sorprendentemente, el proceso de secado en secadora libera en el aire aproximadamente la misma cantidad de microfibras que el lavado de la misma carga en la lavadora.
Aunque se ha investigado ampliamente la contaminación por microfibras generada por las lavadoras, el estudio es el primero en cuantificar las microfibras provenientes tanto del lavado como del secado de las mismas prendas. Neil Lant, miembro del equipo de investigación de la empresa de productos de consumo Procter & Gamble en Newcastle upon Tyne (Reino Unido), enfatiza la importancia de abordar la contaminación atmosférica causada por las secadoras. El problema podría resolverse a largo plazo mediante avances en los filtros de los electrodomésticos.
Algodón y suavizantes
Los investigadores descubrieron que reducir el tamaño de los poros de la malla de la secadora, de 0,2 milímetros cuadrados a 0,04 milímetros cuadrados, disminuía en más de un tercio el número de microfibras liberadas al aire. Algunos modelos de secadora tienen filtros de pelusa con mallas de hasta 1 milímetro cuadrado. Lo que podría aumentar aún más la liberación de microfibras al aire.
En cuanto al tipo de tela, las camisetas de algodón generan más microfibras que las de poliéster. Sin embargo, los filtros de pelusa de las secadoras son más eficaces a la hora de atrapar las microfibras de poliéster. Por lo tanto, es probable que la mayoría de las microfibras liberadas al aire por el conducto de ventilación de la secadora sean de algodón, que es más biodegradable y, por tanto, puede causar menos daños duraderos al medio ambiente que las microfibras de poliéster.
El uso de suavizante y hojas para secadora también podría reducir la contaminación por microfibras. Aunque añadir suavizante a la lavadora no reduce la liberación de microfibras durante el lavado, sí disminuye las microfibras liberadas al aire durante el ciclo de secado. Un suavizante antiarrugas tuvo un rendimiento aún más impresionante. Redujo la liberación de microfibras por el orificio de ventilación de la secadora. Las hojas para secadora también contribuyeron a reducir las microfibras en el escape de la secadora.
Para abordar el problema, se recomienda mejorar los respiraderos de pelusa de las secadoras con mallas más pequeñas y considerar el cambio de secadoras de tambor a secadoras de condensador, que no ventilan al aire. Si todas las secadoras estuvieran equipadas con sistemas avanzados de filtración, se liberarían muy pocas fibras, ya sea al aire o al agua.
Lavado Ecológico
El proceso de lavado de ropa, una rutina cotidiana en nuestros hogares, puede tener un impacto significativo en nuestra huella de carbono. Existen prácticas sencillas que podemos adoptar para hacer la colada de manera más ecológica y contribuir a la conservación del medio ambiente. Pequeños cambios en nuestra rutina de lavado pueden marcar la diferencia en la lucha contra el cambio climático. Adoptemos prácticas más sostenibles y cuidemos nuestro planeta.
- Carga Completa: Aprovecha al máximo la capacidad de tu lavadora. Lavar una carga completa de ropa garantiza un uso más eficiente de los recursos. Las modernas lavadoras, ofrecen opciones eficientes que ajustan el ciclo según la cantidad de ropa.
- Dosis de Detergente: Controla la cantidad de detergente que utilizas. Evita excederte, ya que un exceso de producto puede degradar las fibras de los tejidos y acortar la vida útil de la ropa.
- Agua Fría: Las altas temperaturas ya no son necesarias para obtener buenos resultados en el lavado. Las nuevas tecnologías y productos permiten lavar con agua fría (30ºC) sin comprometer la limpieza.
- Programas ECO: Utiliza programas de lavado ecológicos. Estos programas, tanto cortos como largos, reducen el consumo de recursos sin sacrificar la calidad del lavado.
- Mantenimiento Regular: Revisa los filtros y el tambor de la lavadora periódicamente. Mantén limpias las cubetas de detergente y suavizante para un funcionamiento óptimo.
Pequeños cambios ayudan
En un mundo donde la conciencia ambiental se vuelve cada vez más crucial, es fundamental examinar incluso las acciones cotidianas que parecen inofensivas. El lavado de ropa, una tarea aparentemente simple, tiene un impacto significativo en el medio ambiente. Las emisiones de carbono derivadas de este proceso han alcanzado niveles históricos, y los microplásticos generados en todo el mundo encuentran su origen en nuestras lavadoras. En lugar de depender exclusivamente de la lavadora, podríamos optar por alternativas más beneficiosas para el medio ambiente, como airear la ropa o quitar manchas a mano.
También es crucial considerar el impacto ambiental de las secadoras y buscar soluciones que minimicen la liberación de microfibras en el aire. La adopción de tecnologías más eficientes y sostenibles como cambiar hacia secadoras de condensador podría marcar la diferencia en la lucha contra la contaminación por microfibras en nuestros hogares.
Como individuos, tenemos la oportunidad de marcar la diferencia. No se trata solo de reducir el gasto energético, sino de introducir pequeños cambios en nuestras rutinas de lavado. Optar por agua fría, usar detergentes menos contaminantes y considerar alternativas más ecológicas, como el secado al aire libre, son pasos hacia una huella más ligera en el planeta. Nuestra responsabilidad con el medio ambiente debe ser más que una huella de carbono; debe ser un compromiso activo y consciente.