El confinamiento casi generalizado por el coronavirus no ha logrado frenar la curva de emisiones globales. La tendencia creciente se mantuvo, a pesar de la importante reducción de los niveles de CO2 que supuso la parada de China o de Europa en su conjunto.
Estudios revelan que en mayo la atmósfera registra cíclicamente su máximo nivel de CO2. Mientras, en los meses siguientes se reduce su presencia por el efecto de la vegetación del hemisferio norte que lo absorbe. Pero este proceso, que se repite todos los años, alcanza niveles cada vez más altos.
Mayo de 2020 no fue la excepción. En medio de desescaladas en algunos países, los niveles de CO2 alcanzaron nuevamente un máximo histórico acumulado de 417 partes por millón (ppm), según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), agencia científica del Departamento de Comercio de los Estados Unidos.
Los valores mensuales de dióxido de carbono en el Observatorio de Mauna Loa, en Hawaii, rompieron por primera vez el umbral de 400 ppm en 2014.
Este Observatorio es el lugar de muestreo de referencia del CO2 para la comunidad científica. Está ubicado en un volcán en medio del Océano Pacífico. La razón de estar en un lugar tan lejano, es principalmente para tomar muestras de aire bien mezclado, sin la influencia de fuentes contaminación cercanas o vegetación.
Nivel de CO2 alcanzó su máximo histórico
La inmovilidad de las personas y la inactividad productiva de las ciudades más grandes del planeta no logró detener la curva creciente del nivel de emisiones de CO2.
Luego de las noticias puntuales de la reducción de emisiones por la parada de China o de Europa, vino otra información desafortunada.
“La gente puede sorprenderse al escuchar que la respuesta al brote de coronavirus no ha hecho más para influir en los niveles de CO2”, asegura el investigador Ralph Keeling.
“Pero la acumulación de CO2 es un poco como la basura en un vertedero. A medida que seguimos emitiendo, se sigue acumulando. La crisis ha ralentizado las emisiones, pero no lo suficiente como para aparecer perceptiblemente en Mauna Loa. Lo que importará mucho más es la trayectoria que tomamos al salir de esta situación”, dice.
Esta opinión coincidente la había manifestado Fernando Prieto. El director del Observatorio de la Sostenibilidad indicó que aunque la crisis sanitaria redujo en 15% la demanda mundial de electricidad y las emisiones globales cayeron especialmente en China, el nivel de CO2 en la atmósfera sigue creciendo.
Afirmó que “la propia inercia del sistema hace que previsiblemente siga subiendo la concentración en la atmósfera de dióxido de carbono”. Y esto “aunque se reduzcan repentinamente las emisiones”
Para Prieto la situación actual sigue siendo de emergencia climática. Y debe replantear las futuras inversiones hacia un modelo económico descarbonizado y más sostenible.
Mayores emisiones a pesar del confinamiento
Mario Picazo, profesor de Meteorología y Cambio Climático en la Universidad de California se refirió a los datos aportados por el Observatorio Mauna Loa. Detalló que el instituto midió una concentración media de CO2 atmosférico de 417,1 partes por millón, la cual superó por 2,4 ppm el máximo registrado en 2019.
El meteorólogo explicó en Twitter que la crisis del coronavirus «ha ralentizado las emisiones, pero no lo suficiente como para cambiar el rumbo de su impacto en el clima terrestre».
Insistió en que ese descenso en el nivel de CO2 no se refleja de momento en los datos de las medidas realizadas en Mauna Loa. “Y es posible que a largo plazo, ni se llegue mucho”, comentó.
«Como evolucione esta curva durante los próximos meses y años está enteramente en manos de la humanidad», sostuvo. «Si se mantiene el ritmo de emisiones y deforestación que se producía justo antes de la llegada del coronavirus, seguirá siendo tan ascendente o más que hoy».
Por su parte, Greenpeace alertó por el aumento, que «cada año es superior». A su vez adjudicó este incremento a las «diversas industrias» que explotan los recursos naturales, así como la actividad humana que utiliza las herramientas para realizar sus actividades cotidianas.
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