En estos tiempos en los que los seres humanos están hiperconectados, no es extraño que una de las principales preocupaciones de los padres sea el tiempo que sus niños pasan frente a las pantallas. A diferencia de los adultos, los niños se encuentran en fase de formación de la personalidad y en pleno proceso de maduración de estructuras neurofisiológicas y mecanismos psicológicos por lo que una adicción a la tecnología puede ser perjudicial.
Los niños se sienten atraídos hacia las pantallas y el uso del celular porque encienden en su cerebro la idea de recompensa. “Los estímulos que reciben a través de la pantalla cuando juegan a videojuegos o cuando hablan con los amigos por el WhatsApp hacen que su cuerpo produzca dopamina, lo que les genera una sensación placentera y les empuja a volver una y otra vez a la pantalla en busca de esa sensación”, comenta Gabriela Paoli, psicóloga, formadora y consultora en temas de desarrollo personal.
El móvil da seguridad
“Además, el móvil les da seguridad porque permite expresarse más libremente, que cara a cara. La tecnología les entretiene y les alivia la tensión o ansiedad, incluso es una barrera de seguridad frente a los padres. Es algo que protegen con una clave y es un espacio solo suyo”, añade la experta. Sin embargo, es importante establecer normas claras en cuanto al abuso del uso de la tecnología, pues también es necesario que los más pequeños jueguen al aire libre, no solo porque es un derecho que está recogido en la Convención sobre los Derechos del Niño, sino porque además es clave para garantizar su salud emocional y física.
“Es primordial que los padres establezcan unas normas muy claras en lo que se refiere al uso de la tecnología en el ámbito familiar», afirma Paoli. La psicóloga considera que es importante que estas reglas se conversen y estén escritas en una especie de contrato, en las que se establezcan también las consecuencias del incumplimiento.
En estos casos, el diálogo es primordial. “Son muchos los padres que pensarán que intentar dialogar y razonar con los hijos cae en saco roto y no se obtiene un resultado. Sin embargo, existe la obligación de mantenerlo, además de la responsabilidad. Al final, el mensaje irá calando”.
Desconectarse uno, para conectarse con los niños
Lo cierto es que, aunque las palabras son importantes, también lo son las acciones. Es por ello que Paoli recomienda encarecidamente predicar con el ejemplo. “Debemos desconectarnos de nuestras propias pantallas para poder conectarnos con ellos”, argumenta la experta.
La idea es establecer un vínculo afectivo con los niños, lo que previene situaciones de dependencia a la tecnología. “De esta forma, el niño estará acostumbrado a tener una buena comunicación con sus padres, a realizar actividades con ellos, al aire libre, a contar con ellos en su tiempo de ocio, al ser algo que ha vivido desde siempre desde una base sólida”, indica Paoli.
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