La neutralidad de internet es un principio por el cual se rigen los proveedores de banda ancha y los gobiernos que los regulan. Este principio se basa en que todos los datos deben ser tratados de la misma forma sin importar su contenido, destinatario, dirección ni los dispositivos, métodos o equipos que se hayan utilizado para el acceso a ellos. La neutralidad de la red prohíbe el bloqueo de contenidos, la ralentización y el priorizar aplicaciones o servicios sobre otros. Es como decir “todos somos iguales ante la ley”; en este caso “todos los datos son iguales ante internet”.
Parecida a la histeria colectiva que generó el error del milenio –Y2K o efecto 2000–, pero redimensionada gracias al uso de las redes sociales, en los meses previos al 14 de diciembre de 2017 se originó una ola de protestas, noticias, comentarios… acerca del fin de la neutralidad de la red.
Todo comienza con la derogación de regulaciones con respecto a internet en la era de Obama por parte de la administración Trump, con su abanderado Ajit Pai, lo cual hace muy evidente que las regulaciones son para el uso de internet de banda ancha en Estados Unidos. Sin embargo, el mundo se alarmó, pues los grandes proveedores de banda ancha se encuentran en el país del tío Sam. Noticias, memes, mensajes iban y venían acerca de que el fin de la neutralidad era el fin de la libertad, la innovación, la pluralidad, la transparencia y la libre y leal competencia en el internet del mundo mundial.
A poco más de un año de la derogación de dichas regulaciones y con la puesta en marcha del Restoring Internet Freedom (algo así como Restaurando la Libertad de Internet), los usuarios, que eran la mayor preocupación ese 14 de diciembre, no hemos sentido –o quizás ni siquiera lo sabemos– los nefastos efectos del fin de la neutralidad de la red en Estados Unidos. De hecho los medios han reclamado que en su último discurso ante la Cámara de Representantes (el pasado 6 de febrero), Donald Trump habló sobre economía, inmigración, los precios de las medicinas, la poca fiscalización de las empresas tecnológicas, pero no tocó el tema de la neutralidad de la red. Esto en medio de un ambiente de creciente tensión entre Washington y Silicon Valley.
Todos los datos son iguales para internet
Neutralidad de la red es el principio que sostiene el hecho de una red de internet abierta, donde los datos recorren la gran autopista de la información sin ser discriminados por los grandes proveedores de banda ancha (ISP, por sus siglas en inglés). Y es que esta idea está ligada estrechamente a la estandarización de datos. Para comprender el concepto de neutralidad de la red es importante entender cómo se transmiten los datos.
En la arquitectura de internet, los datos se transfieren en forma de paquetes estandarizados, es decir, no se consideran su contenido, su destinatario ni su emisor a la hora de transmitirlos. Este planteamiento es lo que los expertos llaman un enfoque no discriminatorio. No importa si los datos son una película de Netflix o el carrito de la compra en Amazon. La manera de transmitirlos es mediante paquetes estandarizados que van a la misma velocidad a través de la World Wide Web.
A esta concepción no discriminatoria se suma el sentido del “mejor esfuerzo”, que no es más que la aplicación del mejor esfuerzo del sistema para transmitir los datos de manera eficiente de acuerdo a los recursos disponibles sin priorizar un flujo de datos sobre otro. Sin embargo, en el día a día de la gestión de datos pueden darse situaciones como problemas de seguridad, fallas en la red y congestiones imprevistas que deben gestionarse para que el flujo sea eficiente. De ahí que exista la preocupación de que algunas prácticas manipulen el sistema para tratar ciertos datos y contenidos de manera perjudicial o preferencial.
El temor que existía o existe alrededor de los estados de la unión americana consiste en que este enfoque no discriminatorio llegue a su fin a través de la gestión de datos y los grandes proveedores, las grandes compañías de banda ancha –como AT &T, Comcast y Verizon– decidan qué pueden ver lo usuarios, a qué velocidad lo pueden ver y qué tarifa tendrán esos paquetes de datos ya no estandarizados.
En la opinión pública –usuarios, políticos, los grandes proveedores, los gigantes de internet– existen diferencias de juicio acerca del tratamiento de los datos a través de bloque y filtrado, vías rápidas de internet, estrangulamiento, servicios zero rating o tasa cero y competencia de mercado. Lo que deriva en una disputa polémica acerca de la neutralidad de la red.
Raise your hand if you don’t want ISPs to block, throttle, or use paid prioritization on your internet access! 🙋♂️ My #SaveTheNet Act will restore strong, commonsense #NetNeutrality protections and give the power back to the people. pic.twitter.com/mStQOLLtJu
— Mike Doyle (@USRepMikeDoyle) 28 de marzo de 2019
La no vulneración de la neutralidad se ha visto vulnerada
La controversia en Estados Unidos se presenta así: la no vulneración de la neutralidad de internet se vio asegurada bajo la administración del presidente Barack Obama en 2015. O así lo señalan diversos medios de comunicación. El hecho es que con la llegada de Trump al poder estas regulaciones –aprobadas bajo la administración de Obama– se han visto derogadas bajo el principio de “proporcionar un marco de referencia para una red de internet abierta mientras se crea un camino hacia un acceso a internet mejor, más rápido y más barato” (Orden de la Federal Communications Commission para la Restauración de la Libertad en Internet). Pero ¿no se supone que ese camino ya estaba regulado, pavimentado y protegido?
El cambio en las regulaciones tiene consecuencias de diversa índole y es allí donde al usuario de internet le toca discernir si las nuevas regulaciones son controvertidas o no y si van en contra de un internet libre vulnerando su neutralidad. Es muy importante señalar que algunas de estas consecuencias son meras predicciones dado el marco legal actual.
Cambio en la fiscalización
El primer cambio que se observa es a nivel institucional, ya que las políticas sobre internet no serán reguladas por la Federal Communications Commission (FCC), sino por la Federal Trade Comission (FTC).
Libertad total para las ISP
Las empresas proveedoras del servicio tienen la libertad de experimentar con los precios y priorizar o bloquear contenido sin rendir explicaciones. De allí que:
- Un pequeño empresario que tenía las mismas posibilidades de ventas e innovación que un gigante como Amazon se vea amenazado en caso de que las ISP decidan prestarle el servicio de banda ancha o se lo quieran limitar.
- Menos innovación y pluralidad, ya que los servicios aumentarán y no será difícil para las grandes empresas ya establecidas sufragar los gastos. No así para los emprendedores digitales que en el pasado crearon un sinfín de servicios, aplicaciones y plataformas (libres de permisos) que han hecho de internet un mundo al servicio del conocimiento, la libertad de expresión y la libre competencia. Recordemos que el bajo coste de entrada a un escenario mundialmente globalizado permitió a emprendimientos como Amazon, Facebook, Netflix o Youtube revolucionar los mercados de la comunicación y consolidarse como gigantes de la World Wide Web.
- Supone un mayor coste para los usuarios o consumidores, puesto que las grandes empresas (Amazon, Netflix) para mantener sus márgenes de beneficio y su acceso a internet prioritaria podrían aumentar el valor de sus productos. Mientras que las redes sociales como Facebook se verían obligadas a usar más publicidad y recolectar más datos de los usuarios para aumentar el valor de sus anuncios. También podrían implantar servicios de pago.
- A menor cantidad de proveedores y canales de información sumados al incremento de precios para los usuarios finales, menor número de medios de producción, selección y distribución de contenidos, sean noticias, opiniones o entretenimiento. Lo que contribuirá a un internet más caro para aquellos que pueden pagar menos.
Acceso a la privacidad de los usuarios
Otro cambio en las regulaciones permite que las empresas proveedoras del servicio de banda ancha (ISP) tengan mayor acceso a los datos privados de los ciberusuarios y, además, puedan vender esos datos al mejor postor para efectos publicitarios, lo que vulnera la intimidad de los consumidores y nos hace recordar el artículo 12 de la Declaración de los Derechos Humanos:
«Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques». ¿?
En Europa, neutralidad blindada
Ahora es muy importante entender que esto sucede o sucedería en Estados Unidos, lo cual da alas al siguiente interrogante: ¿por qué debería importarle esto al resto del mundo? Hagamos el siguiente ejercicio. Si una empresa extranjera quiere llegar a más usuarios en Estados Unidos o busca penetrar este mercado y solicita los servicios de un proveedor estadounidense, puede ser que no cuente con el mismo volumen de distribución que una empresa local o un gigante de internet. En la dinámica para entrar en un mercado como el estadounidense habrá más procesos burocráticos, donde la última palabra la tendrán los proveedores.
We will continue to protect #NetNeutrality in Europe, ensuring that all traffic is treated equally:
→ Every European must be able to have access to the #openinternet
→ No blocking or discrimination of online content, applications and serviceshttps://t.co/dSUM6wYwhu pic.twitter.com/JpFdrTIalw— European Commission 🇪🇺 (@EU_Commission) 17 de diciembre de 2017
Digamos en términos generales que la vulneración de la neutralidad de internet no es un tema exclusivo de los Estados Unidos. Puede que su legislación se vea replicada en la legislación de otros países o puede que sea un modelo para no seguir. Por ejemplo, en el caso de la Unión Europea en 2017 surgió la discusión de una nueva normativa para el acceso a internet.
«La nueva normativa obligará a las compañías que ofrecen acceso a internet a tratar todo el tráfico de manera equitativa, es decir, no podrán bloquear o ralentizar deliberadamente la descarga o subida de contenidos, las aplicaciones o servicios de operadores o receptores concretos, excepto en caso de orden judicial, para garantizar el cumplimiento de la ley, evitar la congestión en la red o combatir ataques cibernéticos. De resultar necesarias, esas medidas de gestión del tráfico tendrán que ser transparentes, no discriminatorias y proporcionadas y limitadas en el tiempo». (Noticias, Parlamento Europeo)
Esta normativa es aplicable a los 28 estados de la UE y consolida a Europa como «la única región del mundo que garantiza por ley un internet abierto y la neutralidad de la red», según la eurodiputada Pilar del Castillo Vera (PPE, España). Ahora, con estas regulaciones ¿qué pasaría con los gigantes tecnológicos que buscarían aumentar el precio de sus productos en función de ingresar a vías prioritarias de internet en Europa?
No todo está dicho en este tema, aún hay espacio para estudios más minuciosos. Sin embargo la vulneración de la neutralidad de la red supone «nada menos que la reestructuración general de la esfera pública y la infraestructura del mercado digital norteamericano, y tiene intensas consecuencias para la forma de nuestra democracia y economía, que se sentirán profundamente no solo en EEUU, sino también en todo el mundo hoy globalizado», señala Moisés Barrios – experto en Derecho 2.0 – en Retina.
Quizás como usuarios no hayamos sentido aún el coletazo en nuestras billeteras, pero sí pareciera que los efectos de esta restructuración se sentirán a medio-largo plazo y cambiará de alguna forma la manera como nos conectamos y consumimos contenido. Al parecer, el tema de la neutralidad de la red plantea más preguntas que respuestas y deja un sabor –ya conocido– de que el usuario es el último eslabón considerado en esta cadena. Amanecerá y veremos.
Para más información visite Cambio16.com
Puede adquirirla en papel, en digital, suscripción digital y suscripción total
-
Revista 2255 (Digital)
2,30€ Añadir al carrito -
Revista 2255
4,00€ Añadir al carrito -
¡Oferta!
Revista 2255 Suscripción Digital
El precio original era: 23,00€.19,90€El precio actual es: 19,90€. Añadir al carrito -
¡Oferta!
Revista 2255 Suscripción Total
El precio original era: 40,00€.36,00€El precio actual es: 36,00€. Añadir al carrito