La variante Delta del coronavirus se extiende por el mundo. Ha mostrado una particular resistencia a las vacunas y cada día aumentan los contagios. En Francia hubo 21.493 nuevos casos en 24 horas. No obstante centenares de manifestantes marcharon el sábado en contra de la vacunación y el carácter obligatorio pasaporte sanitario. Los negacionistas de la COVID-19 rechazan el pase sanitario.
Sin pasaporte sanitario nadie puede ir a trabajar y debe pedir vacaciones hasta que termine su ciclo de vacunación contra la COVID-19. A los dos meses de ausencia al trabajo lo despiden. No se puede subir al autobús, al tren, al avión ni entrar a los restaurantes, cines, teatros ni organismos públicos.
Con tantas negativas y restricciones, la avenida que muchos consideran la más linda del mundo, los Campos Elíseos, terminó llena de gases lacrimógenos y enfrentamientos con la policía. En rechazo a la ley de pasaporte sanitario y con la bandera francesa en alto y con fuertes gritos de libertad, los manifestantes partieron desde Trocadero. Consideran dictatorial las 215 enmiendas que Emmanuel Macron ha impuesto para frenar la pandemia y que los franceses puedan alcanzar la inmunidad de grupo.
Golpeados y sacados los periodistas de las protestas
Las autoridades calculan que participaron en las protestas unas 160.000 personas. En París fueron 11.000, las demás en Nantes, en Estrasburgo, en Annecy, Belfort, Nantes, Bensacon, Colmar, Marsella y Toulouse,Aix en Provence, Niza, Dunkerke, Perpignan, Lanester.
En Marsella, los periodistas fueron expulsados de la manifestación y golpeados. La agresión se repitió en Montpellier. En Lyon, en la plaza de Bellecour, hubo serios disturbios con gases lacrimógenos contra manifestantes vestidos de negro y bien organizados.
Con las protestas han reaparecidos los “chalecos amarillos” rebautizados como “los patriotas”. Feministas, sindicalizados, ciudadanos en cólera, ecologistas y negacionistas antivacunas mostraban letreros en los que se leía: “Ni Estado, ni patria ni patrón. Es tiempo de despertar”. Otros marchaban al grito de “libertad, mi salud es privada”. “Ni ovejas ni cobayos, apoyamos a los trabajadores sanitarios.
Vuelven los chalecos amarillos. La resistencia de los conspiradores, los libertarios, los extremistas políticos y los negacionistas está en marcha. La “enfermera Claire”, en un video de siete minutos que han visto millones de personas, proclama que la epidemia no existe y que la vacuna es una falsedad, un inocuo compuesto salino.
Francia, lejos de la inmunidad de grupo y cerca de la protestas
Todavía los vacunados con la pauta completa no llegan a ser el 48% de la población. Hay razones para preocuparse. Jean Francois Delfraissy, el asesor científico del gobierno, dijo que esperan “que aparezca otra variante el próximo invierno”. No cree que se vuelva a la normalidad antes de mediados del 2023.
Patrick Pelloux, presidente de la asociación de Médicos emergencistas, dijo que la vacuna no impide 100 % los contagios, pero sí que la gente muera”.
El domingo en la noche, después de cuatro días y cuatro noches consecutivas de debates, los diputados y senadores aprobaron un acuerdo para extender el pase sanitario. Así, a partir de agosto, se debe mostrar la prueba de haber recibido la vacuna completa, un test PCR negativo o el certificado de haber pasado la enfermedad para ir al restaurante, a un café, tomar un vuelo interno o entrar en un centro médico. Además, la vacuna será obligatoria para el personal que trabaja en el sector de la salud.
Los legisladores, sin embargo, hicieron algunas modificaciones al proyecto de ley propuesto y los empleados que rechacen la vacunación no serán despedidos, como había anunciado el presidente Emmanuel Macron, pero se les suspenderá el salario. Para quien no cumpla con las normas, las sanciones serán progresivas
Los negacionistas se sienten estigmatizados
Al igual que el movimiento de los Chalecos amarillos, los grupos antipase sanitario se proponen una movilización de larga duración cada fin de semana.
Las protestas también denunciaban una estigmatización de los vacunados y algunas de los eslóganes se referían al Apartheid y al Holocausto. “A los judíos también se les impidió entrar a las tiendas”, dijo una mujer a través de la radio. Los voceros del gobierno consideraron comparaciones absolutamente odiosas.
«Me gustaría expresar mi indignación por lo ocurrido esta semana. No pueden imaginarse a qué punto me afectó. ¡Esta comparación es odiosa! Se me llenaron los ojos de lágrimas. Yo llevé la estrella, sé lo que es, todavía la tengo en mis carnes», dijo Joseph Szwarc, superviviente de la redada del Vel d’Hiv.
Protestas en España con ribetes de fiesta
En Donostia, en el parque de Cristina Enea, hubo una protesta con ribetes de fiesta, una quedada por la salud y la libertad, en la que muchos no llevaban mascarilla. Corearon consignas contra “la dictadura sanitaria”, las vacunas y por supuesto, Bill Gates y Soros.
Las manifestaciones se repitieron, pero con menos asistentes, Madrid, Barcelona, San Sebastián, Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, Palma, Santander, Sevilla y Valencia. La llamaron “Marcha mundial por la libertad” y sus participantes son mayores de 60 años de edad, los más vulnerables al coronavirus.
La carta de un médico a los negacionistas
“Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años de edad y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.
«El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo.
«Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:
- Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “Yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades” o “Yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica” o “Yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.
- Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.
- Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.
«Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, y nada más que a eso, la sociedad de 2021 es completamente diferente a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2021, se moriría del susto. Literalmente».
Después de 300 años de avances con el método de Galileo Galilei, ¿el Sol gira alrededor de la Tierra?
«Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Tampoco hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Ni los pacientes VIH positivos se mueren de sida, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.
«Sin embargo, que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor. La caída del modelo y su sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.
«Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en El nombre de la Rosa, con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.
Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví
«Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, fetichistas de los porros, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo.
Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Nunca pensé que mis ojos lo verían. Y jamás creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.
«Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos por la Verdad” es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos que no estamos en la secta somos “Médicos por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.
Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente
«Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una universidad.
«Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a las islas Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.
«No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible.
Lo que sois, bufones, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena
«Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenena a la sociedad en lugar de aconsejarla, guiarla, cuidarla y se prestan a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende, que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y, mira tú, que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.
«Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos.
«Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando eráis estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.
«Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “Las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, el sida o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿Existen tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.
«Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.
«Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo, ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.
Cagoentó.
Firmado, Juan Manuel Jiménez Muñoz, médico del Servicio Andaluz de Salud, colegiado en Málaga 4787