Entre cuatro paredes, mil pensamientos y la presencia opresora del régimen ruso, transcurren sus largas horas en la cárcel. En la Colonia Penal número 2, al este de Moscú. Poco ha servido el clamor de Angela Merkel, hace apenas unos días, al pedir su liberación. Ni el emplazamiento de Joe Biden a los días de asumir el poder. Ni el de unos 45 gobiernos del mundo ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra. Mucho menos el de miles de rusos manifestando en las calles, igualmente maltratados. Alexéi Navalny, el carismático líder opositor está en prisión por el régimen de Vladimir Putin y cuenta su historia.
Repasar su vida en los últimos dos años es una tarea ardua. Pues ha pasado persecución, allanamiento del hogar. E incluso fue trasladado en coma a un hospital de Berlín en agosto de 2020 tras un envenenamiento en Rusia que él atribuye al Kremlin. Pasó casi seis meses recuperándose en Alemania y fue arrestado en enero al regresar a Rusia. Desde entonces ha estado encarcelado. El régimen niega haberlo envenenado y ha señalado que su condena no es política.
Navalny concedió una entrevista a The New York Times, la primera en reclusión desde marzo. Allí cumple condena de 3 años y medio por un antiguo caso en el que se le vincula en una supuesta estafa y lavado de dinero. Pero cumplirá sólo dos años y medio, ya que se le descuentan diez meses que pasó en arresto domiciliario. Y el tiempo que estuvo en prisión preventiva desde su detención el 17 de enero a su regreso de Alemania.
Sin embargo, este mes se le acusó de nuevos delitos que podrían prolongar su estancia en la cárcel.
Navalny en prisión, otro tipo de trabajo forzoso
A sus 45 años, su rostro se ve envejecido y ajado y, su porte juvenil y vigoroso, diluidos. Sin embargo asegura tener fuerzas hasta ver una Rusia libre y con derechos humanos plenos y garantizados.
“Atrás quedaron los turnos de trabajo forzoso en la minería o la silvicultura. Y el hostigamiento por parte de criminales y guardias que era el sello distintivo del gulag soviético para los presos políticos”, contó Navalny desde su reducido espacio en prisión. Allí respondió a las preguntas a través de un nutrido manuscrito.
Pero hoy, relató, tal vez lo más exasperante es que lo obligan a mirar televisión estatal rusa y películas de propaganda durante más de ocho horas al día. Como parte de lo que las autoridades definen como un programa de “concientización” para los prisioneros que ha remplazado los trabajos forzados.
“Leer, escribir o hacer cualquier otra cosa”, está prohibido, dijo Navalny. “Debes sentarte en una silla y mirar televisión”. Y si un recluso cabecea, añadió, los guardias le gritan: “¡No te duermas, mira!”.
La experiencia moderna de un prisionero político ruso, apuntó, es verse sometido principalmente a la “violencia psicológica”. Y el tiempo forzoso de pantalla juega un rol importante.
“Vemos películas sobre la Gran Guerra Patriótica”, señaló refiriéndose a la Segunda Guerra Mundial. “O cómo un día, hace 40 años, nuestros atletas derrotaron a los estadounidenses o canadienses”.
Según el líder político, durante esas sesiones entendió “más claramente la esencia de la ideología del régimen de Putin: el presente y el futuro están siendo sustituidos por el pasado; un pasado que era de verdad heroico o está embellecido o es completamente ficticio. Constantemente, todo tipo de pasado debe estar en el centro de atención para desplazar los pensamientos sobre el futuro y las preguntas sobre el presente”.
“El régimen de Putin es un accidente histórico”
Navalny, a pesar de estar en prisión, es optimista sobre el futuro de Rusia. Y nuevamente criticó a Europa y Estados Unidos por las sanciones económicas que ha impuesto a Rusia. Por su intromisión en el exterior y su represión de los disidentes, incluido Navalny. Sostuvo que las sanciones afectan a los rusos de a pie y corren el riesgo de alienar a un extenso sector del electorado dentro de Rusia que debería ser un aliado natural.
Las sanciones, agregó, deberían abarcar solo a los principales oligarcas que respaldan al gobierno de Putin. En vez de a las decenas de figuras desconocidas que han sido afectadas hasta ahora. Aseguró que quienes son realmente poderosos han evitado, en gran medida, las sanciones porque tienen “un ejército de abogados, cabilderos. Y además banqueros que luchan por el derecho de los propietarios del dinero sucio y ensangrentado a permanecer impunes”.
Aseguró que “el régimen de Putin es un accidente histórico, no una inevitabilidad”. Y agregó: “Fue la elección de la corrupta familia Yeltsin”. En referencia al nombramiento de Putin como presidente interino en diciembre de 1999 por parte del expresidente Boris Yeltsin. “Tarde o temprano, este error se arreglará, y Rusia avanzará hacia un camino europeo democrático de desarrollo. Simplemente porque eso es lo que la gente quiere”.
“La oposición existe en Rusia no porque Alekséi Navalny ni nadie la dirija desde una sede”, dijo el líder político. “Sino porque alrededor del 30 por ciento del país, sobre todo la población educada y urbana, no cuenta con representación política”.
Cuando se desvanezca lo que define como la anomalía reaccionaria del gobierno de Putin, Rusia volverá a la gobernanza democrática. “Somos peculiares, como cualquier nación, pero somos Europa. Somos Occidente” asentó desde la cárcel.
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