Por Cambio16
05/04/2018
La prisión a Lula Da Silva ya está ordenada. Y con él, aquel ascenso histórico que entró en los anales de la historia contemporánea de Brasil terminó en una estrepitosa caída. El Tribunal Supremo brasilero negó su solicitud de permanecer en libertad mientras apelaba una sentencia por corrupción. Y el juez Sergio Moro limitó hasta este viernes su entrega voluntaria. De no acatar, serán las autoridades quien conduzcan los pasos del dirigente izquierdista brasilero a la prisión de Curitiba, donde una celda aguarda su presencia.
El proceso que condena a prisión a Lula Da Silva lo inhabilita de facto para las elecciones presidenciales que el gigante suramericano tiene pautadas para octubre. Por consiguiente, el líder sindical tratará de retratarse a sí mismo como una víctima de la persecución política. Ésto con el fin de dirigir a los votantes desde la prisión. Sin duda no le será fácil. Lula en las redes sociales no es lo mismo que en el escenario.
Un «paradigma» que está cambiando
https://youtu.be/d0hvJ1c7Xhw
En gran parte de la prensa internacional, la narrativa estándar es más o menos así: debido a que América Latina tiene la distribución del ingreso más desigual en el mundo, tiende a elegir a los reformistas de izquierda. Cuando los reformadores cumplen su palabra y brindan generosos beneficios sociales, los votantes lo aman y corren a las urnas para mantener a la misma persona o partido en el cargo.
No obstante, los últimos meses han demostrado que el «paradigma» es otro. El empresario Sebastián Piñera venció en las urnas a una Michelle Bachelet que aumentó los impuestos a los ricos, aumentó las transferencias a los pobres, hizo que la educación universitaria fuera gratuita. Un caso similar ocurrió en Argentina con Mauricio Macri. Incluso con Pedro Pablo Kuczynski en Perú que, pese a los desencadenantes que lo llevaron a su reciente renuncia, nadie puede quitarle que su éxito en el mundo empresarial fue el motor que impulsó su victoria cuando concurrió a elecciones.
En Brasil, Dilma Rousseff fue destituida y destituida de su cargo, no derrotada en las urnas. Pero el colapso de la popularidad de su Partido de los Trabajadores y la administración proempresarial que siguió encajan perfectamente con lo que parece ser una tendencia regional. América Latina está este año en un período electoral y el devenir de este cambio de paradigma está aún escribiéndose. Una cosa es cierta. El legado del populismo, el antiimperialismo y el nacionalismo como valores supremos han sido cómplices de la tiranía y la corrupción. Se han negado vergonzosamente a condenar la dictadura de Maduro en Venezuela. Y la región ha seguido de cerca el espejo venezolano. Por ende, demanda progreso para su región y el fin de la retórica populista.
La prisión a Lula Da Silva inicia movimientos importantes
Por ende, la prisión a Lula Da Silva es un punto y aparte en este proceso. Lula es un ícono de esa retórica y del legado que arriba se describe. Y su encarcelamiento, no hay que negarlo, cuenta con un importante sector de la sociedad brasilera que lo rechaza. Pero frente a él otro importante sector considera y defiende que su vínculos con la corrupción debían ser castigados. Para un líder que contó con un índice de popularidad tan magno como lo tuvo el brasilero (al final de su segundo mandato, llegó a estar por encima del 75%) esto es súmamente relevante. Y es la prueba de las demandas de la región.
Finalmente, la prisión a Lula Da Silva se convierte en la antesala de unos movimientos en las venideras semanas no menos interesantes. Nicolás Maduro no va a la Cumbre de las Américas. En esa cita sí estará Donald Trump y, junto a él, los países latinoamericanos están estudiando nuevas sanciones a Venezuela. Asimismo, Raúl Castro dejará la presidencia en Cuba. Por ende, las campanadas de un fin de ciclo suenan. ¿Inicia la sacudida final al populismo latinoamericano?.