Por Cambio16
Actualización 02/06/2018
El movimiento populista-izquierdista de América Latina, liderado en su momento por el venezolano Hugo Chávez, está en retirada. Su última gran derrota acaba de ocurrir en Colombia con la victoria de Iván Duque. Pero sus tentáculos están ahora amenazando en México con la victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El descontento generalizado entre los votantes jugó a favor de AMLO. Se pintó a sí mismo como un candidato externo en un momento en que 4 de cada 5 mexicanos sienten que el país está en el camino equivocado. Aunque el escenario económico, el sector empresarial y no pocos en el escenario internacional lo ven como la opción que más incertidumbre al futuro puede traer a un México que necesita mantener la senda de la inyección económica iniciada por la Reforma Energética. Asimismo, la paulatinamente ganada posición de México como importante actor democrático continental puede, con total seguridad, estar comprometida.
Por ende, esas son malas noticias para los partidarios de las democracias en América Latina. Principalmente, porque la carrera de AMLO plantea importantes incertidumbres.
La incertidumbre económica
Ingrese AMLO en Internet. El ex alcalde de Ciudad de México se ha esforzado en los últimos meses para despojarse de su imagen populista y convencer a los mexicanos de que es un «centrista». Negando sus discursos iniciales, asegura que no nacionalizará el petróleo y otras industrias (al menos, no al principio). En cambio, él «ayudará» a los pobres y la clase media.
Hasta el momento nadie, ni el propio AMLO ha explicado cómo financiaría esa ayuda. Sin embargo, los mexicanos, hartos de la corrupción sistémica y la incompetencia que han plagado al país por demasiado tiempo, parecen estar atrapados por sus «encantos». Incluso, en las últimas semanas, han sido consecuentes en los medios los anuncios de «reconciliación» de AMLO con la clase empresarial mexicana. Pero, los que conocen a fondo el devenir de los últimos regimenes latinoamericanos recordarán que Hugo Chávez llegó al poder con un «buen ver» del sector empresarial de su país. Y todo el mundo sabe en lo que devino después.
Por su parte, el principal rival de AMLO, Anaya, es un centrista sensible lleno de ideas reformistas. A los 39 años, es mucho más innovador que el veterano de 64 años que está tratando de obtener la presidencia por tercera vez. Sin embargo, es AMLO a quien se ve como el extraño que traería el cambio tan necesario a la política de México.
La incertidumbre con el vecino clave
https://youtu.be/HHhtWC6I3Lc
AMLO se ha mostrado abiertamente en contra de Donald Trump. Por ende, se espera que las relaciones con EEUU se esgriman más allá de la mala sangre causada por el presidente Trump contra México y los mexicanos. Arreglar esas relaciones llevaría décadas, para el deleite de los herederos del movimiento fundado por el difunto Chávez. Los «bolivarianos» están desesperados por un nuevo líder. Y podrían encontrar uno en México con una buena cantidad de petróleo.
A pesar de su intento de simular un traslado al centro, cualquier esperanza de un importante cambio político de AMLO desde el populismo izquierdista teñido de antiamericanismo a su edad puede incluso calificarse de inútil. Un asunto que pone más dudas en momentos cuando el actual liderazgo mexicano ha caminado sobre cáscaras de huevo tratando de evitar un enfrentamiento con la Casa Blanca.
Las relaciones entre los funcionarios mexicanos y estadounidenses siguen siendo buenas. Dejando a un lado las interminables quejas de Trump, México ayuda a prevenir una estampida en la frontera. Asimismo, coopera estrechamente con los Estados Unidos en la delincuencia y el tráfico de drogas. E incluso es su reciente socio para el venidero mundial de 2026. Con AMLO todo eso puede cambiar. Sus aliados naturales son los competidores globales de Estados Unidos. Imagínense a México dando primeros informes de inteligencia a Rusia y China.
Asimismo, con un comercio bilateral de $ 616.6 mil millones en 2017, México es el tercer socio comercial de EEUU, en beneficio de ambos países. Ésto, sin importar las quejas de Trump sobre los déficits. También comparten una larga frontera terrestre, que necesita a ambos países unidos para protegerla. Cualesquiera que sean las quejas de EEUU sobre México ahora, se intensificarán tremendamente si AMLO gana el 1 de julio.
La incertidumbre democrática
En sus recientes elecciones, los colombianos rechazaron ruidosamente a Gustavo Petro, un ex guerrillero. Petro estaba demasiado cerca de Caracas. Y los votantes no querían que Colombia emulara a su vecino de al lado, que se desintegra en la pobreza y el crimen.
Este sentimiento no es sólo colombiano. Sino compartido por todos los países que integran el Grupo de Lima, donde México es un actor predominante. Fue en México donde los países del grupo desconocieron la elección de Maduro y llamaron al restablecimiento democrático en el país.
Pero esa voz de México como actor predominante en la lucha por la democracia de la región puede cambiar con AMLO. Recientemente, el candidato dijo volverá a la política exterior de «no intervención» de México en los asuntos de otros países. Asimismo, adelantó que nombraría como su ministro de Relaciones Exteriores a Héctor Vasconcelos. Un conocido mexicano que se desempeñó como embajador en Dinamarca, Noruega e Islandia. Y que recientemente dijo que pondría fin al activismo actual de México en los esfuerzos diplomáticos para restaurar la democracia en Venezuela. Incluso, Vasconcelos dijo que ni siquiera criticaría al régimen de Venezuela.
La «no intervención» es la excusa utilizada por los Estados totalitarios como Cuba y Venezuela para justificar su apoyo a otras dictaduras y para defenderse de las críticas externas a sus abusos contra los derechos humanos. Y sin México, el Grupo de Lima perdería a uno de sus miembros más importantes y activos.
A menos que las encuestas cambien en el tramo final, el cambio se sentirá a nivel regional y global. Así que abróchense los cinturones de seguridad. Con AMLO, podría convertirse en un paseo muy accidentado.