El drama por el combustible se agudiza en México. Una explosión en un oleoducto en el estado de Hidalgo mató al menos a 73 personas, renovando la atención sobre la estrategia del gobierno para detener el robo de combustible.
Tercera conferencia de prensa extraordinaria por lo ocurrido en Tlahuelilpan, Hidalgo. https://t.co/TroLqxZInK
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) January 20, 2019
Asimismo, familiares de las víctimas dijeron que la escasez de combustible derivada del plan fue lo que les llevó a arriesgar sus vidas.
El contrabando como problema de Estado
Los ladrones de combustible perforaron el oleoducto Tula-Tuxpan a unas pocas millas de una de las principales refinerías del país este viernes. Según las autoridades, hasta 800 personas se reunieron para llenar los contenedores de plástico del géiser de gasolina de 7 metros que se produjo a continuación. Un par de horas después, explotó.
Media docena de personas entrevistadas por Reuters dijeron que sus familiares fueron al oleoducto con fugas en el distrito de Tlahuelilpan en el estado de Hidalgo. Estas personas intentaron encontrar combustible en otros lugares y estaban desesperados por llenar sus vehículos para ir a trabajar o gestionar sus granjas.
«Vinieron muchas personas inocentes, tal vez su coche no tenía suficiente gasolina para mañana, y dijeron que solo tomarían unos pocos litros», dijo el agricultor Isidoro Velasco, de 51 años, que esperaba noticias de su sobrino Mario Hidalgo, a quien creía probablemente muerto. Hidalgo cumplió 34 años el sábado.
A finales del mes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un programa para cerrar una red de distribución de combustible ilegal que arrebata aproximadamente 3.000 millones de dólares en combustible anualmente a la petrolera estatal Pemex.
El plan, que consiste en cerrar tuberías en las que una red de delincuentes instala válvulas para extraer el combustible, provocó escasez generalizada de gasolina en el centro de México en enero, incluso en Hidalgo, al norte de la Ciudad de México.
El sábado, la mayoría de las estaciones de servicio en Tlahuelilpan estaban cerradas.
Personas aún buscan a sus seres queridos
Decenas de personas se reunieron en el centro cultural local el sábado por la tarde esperando obtener información sobre sus seres queridos que no han sido identificados tras la explosión. Algunas de ellas mostraban fotografías de sus familiares.
Mientras tanto, funcionarios daban instrucciones sobre qué hacer para ayudar en el proceso de identificación mediante pruebas de ADN. Además fue publicada una lista de las personas que fueron trasladadas a hospitales.
La procuraduría estatal dijo que tenía dificultades para identificar a 54 cadáveres.
La periodista local Verónica Jiménez, de 46 años, llegó a la escena antes del estallido en la que dijo había más de 300 personas con contenedores para recolectar combustible.
«Yo vi a familias completas, mamá, papá, hijos», dijo a Reuters. «Era como una fiesta, parecía esto una verbena. Por un momento incluso escuchabas la alegría de las personas».
Cuando la explosión golpeó, la gente corrió en diferentes direcciones pidiendo ayuda, algunos quemados y sin ropa, dijo.
«Estaban quemados, muy quemados. A algunos se les levantó el pellejo. Fue muy feo, horrible, la gente gritaba y lloraba», relató. «Gritaban los nombres de sus esposos, hermanos, sus familiares».
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