Por Iñigo Aduriz | Foto Benito Guerrero
24/11/2017
Ha pasado 1.000 días en arresto domiciliario y el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma (San Juan de los Morros, Venezuela, 1955), se encuentra abrumado por la expectación que ha creado su llegada a España tras escapar –él prefiere decir que se ha «liberado»– de su país el pasado fin de semana. Atiende a Cambio16 en Alcobendas (Madrid), antes de un multitudinario acto de Soy Venezuela, una alianza civil que busca «restituir la República en el menor tiempo posible» forzando el fin del Gobierno de Nicolás Maduro. La entrevista, una de las tantas a las que se había comprometido para ese mismo momento, apenas dura cinco minutos. Pero en ellos insiste en que Maduro debe dejar el poder ante la «unidad» del pueblo venezolano en su contra.
¿Por qué ha elegido este momento para salir de su país?
Es cuestión de sentido común y de la oportunidad. Y del olfato que uno va desarrollando en esta lucha política. Me dije a mí mismo: ya has demostrado que estabas dispuesto a correr riesgos. Cuando al estar advertido de que iba a ser detenido, como Leopoldo y Daniel entre otros, no me escapé. Y fue un debate familiar. Mi mujer me decía que no me entregara porque en Venezuela no hay procesos justos. Pero yo le decía que el problema no era de Antonio Ledezma, sino del alcalde metropolitano elegido y reelegido por miles de ciudadanos. Tenía un compromiso moral. Podía haber sido un golpe moral para la gente que yo apareciera escapándome. Pero las circunstancias han cambiado y la gente ha celebrado que yo haya evadir esta prisión injusta a la que yo estaba siendo sometido.
¿Pero se ha producido algún acto concreto que haya motivado a hacerlo ahora o es simplemente cuando ha podido?
Había informaciones de que había un plan para mi secuestro. Se dice que cuando el Gobierno me sacó de la habitación de mi residencia el pasado 31 de julio se había estudiado un plan de revocarme mi arresto por cárcel por la posición que yo había sostenido de contrariar el proyecto de diálogo que propone el Gobierno.
Esta semana usted le decía a Maduro que se preparara para escuchar al exilio venezolano. ¿Qué es lo que le va a escuchar a ese exilio venezolano?
Que quiere libertad y que está dispuesto a luchar. El que tiene que prepararse es Maduro para entregar el poder. Yo le diría: Maduro, prepárate para entregar el poder. Para que se instale en Venezuela un Gobierno de transición, se puedan celebrar unas elecciones absolutamente transparentes, libres, sin que haya lugar a ninguna duda. A Maduro le diría que no siga maltratando a los venezolanos, que haga un acto de constricción y comprenda que no está a la altura de la responsabilidad que se le confió y que lo que ha hecho es fundir a Venezuela en un abismo en el que la gente ve oscuridad. Por eso muchos jóvenes emigran, porque sienten que no tienen oportunidades.
¿Cómo es la Venezuela que ha dejado usted?
Una Venezuela en la que de los 30 millones de venezolanos apenas cuatro comen dos veces al día. Donde hay ajusticiamientos, porque la justicia está cuestionada y la violencia desbordada. Somos el país más inseguro del mundo. Cada 16 minutos muere un ciudadano venezolano. Es un país inmensamente rico que muestra una paradoja. El país con más reservas de petróleo presenta rostros cadavéricos y estructuras humanas famélicas. Cifras recogidas por Cáritas muestran que más de 300.000 niños tienen síntomas de desnutrición. Además, hay escasez eléctrica, no hay gasolina, hay una paro orgánico del transporte porque no hay repuestos. La gente muere por una simple enfermedad porque no hay medicamentos. Y los jóvenes están desertando del sistema educativo porque no pueden costear el alimento. El Gobierno ha despilfarrado la fortuna más grande del mundo.
Ha sido usted sumamente crítico con el diálogo que se inició entre parte de la oposición y el Gobierno. ¿En qué se equivocó esa parte de la oposición y en qué debe mejorar su estrategia?
Tenemos que tener claro que nos hemos equivocado y que tenemos la oportunidad de rectificar. Estamos a tiempo. Tenemos un pueblo unido en la calle y ese pueblo quiere ver también a sus dirigentes unidos.
¿Le gustaría encabezar esa oposición?
No. Me gustaría ser parte de esa oposición. No es momento de liderazgos individualistas.