POR CAMBIO16
19/11/2017
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Robert Mugabe fue despedido este domingo como jefe del partido Zanu-PF, marcando el final de su poder dentro de 37 años en Zimbabue. Y, junto con él, su esposa, Grace Mugabe, también fue expulsada del partido por incitar a la división.
En las próximas horas, se espera que Mugabe dirija un mensaje a la nación africana luego de su despido del partido y de la toma del control del país por parte de los militares, anunció la televisión nacional de Zimbabue, ZBC (Zimbabwe Broadcasting Corporation).
«El profesor», como se le conoce al mandatario, fue reemplazado en el partido por Emmerson Mnangagwa, el vicepresidente cuyo eje fue el catalizador de este momento extraordinario en la historia de Zimbabue. Mnangagwa fue nominado para presentarse como presidente interino y será el candidato presidencial del partido para las elecciones generales del próximo año.
Tras la resolución del partido en una reunión de Zanu-PF de emergencia, tenía hasta el mediodía (hora local) para renunciar a su cargo de presidente del estado, so pena de destituirlo si no cooperaba.
Mugabe: Una salida inminente
Al igual que cualquier persona de 93 años, Mugabe se asintió a menudo y luchó por mantener su salud, y sin embargo, parecía inmortal. Se resistió a renunciar como presidente durante más de una década, utilizando resultados electorales cuestionables y fuerza bruta para mantenerse en el poder. Los ciudadanos lo intentaron y fallaron en obligarlo a renunciar.
Luego, los militares que lo habían mantenido durante años lo sacaron del poder en una movida sorpresiva el 14 de noviembre. Los militares, sin ningún sentido de ironía, dijeron que están interviniendo específicamente para detener la ascensión de Grace Mugabe al poder. Su intervención fue desencadenada por la destitución de Mnangagwa, que se dejó de lado en el llamado «golpe del dormitorio» -en referencia a la primera dama-.
Marcar a los rivales políticos es una movida que le ha servido bien a Mugabe durante toda su carrera política, pero esta vez, sobreestimó su poder. Mnangagwa ha regresado a Harare (la capital de Zimbabue) y Grace Mugabe aún no ha aparecido en público.
Los generales trataron de negociar con Mugabe, durante el cual continuaron honrándolo con el título de «Comandante en Jefe». Aparentemente aislado, Mugabe se aferró al poder, diciéndole al mundo que su gente aún lo amaba. Pero las últimas manifestaciones en las calles de la capital de Zimbabue mostraron lo contrario.
Miles de zimbabuenses celebraron su partida, a pesar de que Mugabe aún no ha dejado su cargo formalmente.
Zimbabue: esperanza e incertidumbre
Zimbabue no conoce otro líder. Mugabe llevó al país a grandes alturas y niveles bajos desgarradores. Hubo un momento en que ser zimbabuense significó un futuro en «el granero de África», surgió en lo que podría decirse que fue el mejor sistema de educación pública del continente y contribuyó a una economía estable y próspera.
Hoy en día, significa navegar en un sistema quebrado, negociar bonos de «zombie», mientras atesora dólares estadounidenses porque el dólar zimbabuense significa más como un recuerdo de una época pasada. Aquellos que se quedan con la inseguridad alimentaria enfrentan, mientras que otros cruzan a los países vecinos donde a menudo son vistos como una carga, a pesar de las habilidades que ofrecen. Quizás ahora, finalmente puedan regresar.
Por ahora, sin embargo, la esperanza está teñida de incertidumbre. ¿Los militares realmente renunciarán a su poder a la gente? ¿El aliado de Mugabe desde hace mucho tiempo se ha convertido realmente en el hombre para traer el cambio? ¿Y la oposición, derrotada por tanto tiempo, finalmente encontrará la fuerza?
Sin embargo, una cosa es segura, esto marca el final de Robert Mugabe.