A lo largo de la historia las mujeres han servido al ejército con diferentes roles. Desde Atenas y Esparta y las campañas militares de Alejandro Magno, las soldaderas de Pancho Villa hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando su papel fue más importante que nunca. Hoy en día los países desarrollados cuentan con cientos de mujeres para equipar sus fuerzas armadas. En la actual guerra en Ucrania para detener la invasión de las tropas rusas de Vladimir Putin, las mujeres son una quinta parte del ejército ucraniano. Una marcada evidencia de la evolución hacia la igualdad.
Ucrania tiene una de las proporciones más altas de mujeres en sus fuerzas armadas, señalan cifras recientes del Banco Mundial. Integran todas las ramas. Las que no pueden pelear se les asignan tareas de acuerdo con su preparación académica. Trabajan en mecánica, como oficiales de infantería o en la aviación militar. Desde que los rusos comenzaron la invasión, muchas mujeres decidieron quedarse y ofrecerse como voluntarias para asumir roles cruciales en la resistencia.
«Nuestra resistencia actual tiene un rostro femenino»
Olena Zelenska, primera dama de Ucrania
Guerreras nacionales que luchan por su patria
Apodadas «guerreras» o «heroínas» nacionales, las ucranianas que son parte del ejército cuentan su experiencia y comparten sus reflexiones. Muchas son estrellas de las redes sociales, pues tienen miles de seguidores que las respaldan. Una de las más conocidas es la tiktoker apodada «Princeska», que cuenta como acabó con decenas de soldados rusos con su cañón rosado.
Yaryna Arieva, de 27 años lucha desde el 24 de febrero. Sin embargo, para ella la guerra comenzó en 2014. “Ser soldado requiere autosacrificio, pero nuestra civilización no nos prepara para ello. Al contrario, nos enseñan que no es lo mejor. Estamos en el frente porque así lo elegimos y porque nos gusta, pero nadie está preparado para la guerra”, escribió en su blog.
Los peores momentos de la guerra, según Yaryna, son cuando caen los compañeros soldados y, además, no poder recuperar sus cuerpos por tener los enemigos muy cerca. Cuando defendieron Ochakiv, uno de los principales puertos de Ucrania, el fuego no se detuvo ni un momento, lo que hizo que tuvieran que dejar atrás a muchos. «Salimos con algunos heridos, pero a otros no los pudimos sacar. No pudimos llevarnos a los muertos y para mí, como médico militar, fue lo más duro. Nos enseñan a recoger los cadáveres. Luego tuve que explicar a sus hermanas y madres por qué no tenían el cuerpo de su familiar».
Las mujeres militares no necesitan privilegios
Alina, otra médica militar, de 27 años de edad, que lleva cinco años en el ejército, comentó que al contrario de lo que se piensa los militares también tienen miedo. «Los militares también sufrimos esa rara sensación de que no existe sitio seguro”, expresó. Y es que ser mujer y optar por una vida militar significa rechazar muchos beneficios de la civilización. «Supone dormir en las trincheras o en casas ajenas, cargar con el peso de un chaleco antibalas, un casco, una mochila táctica de 70 litros, y munición», dice
Por ser mujer a algunas les han ofrecido dormir en sitios un poco más seguro. Sin embargo, Eugenia, una francotiradora de 31 años de edad, asegura que no necesita privilegios. «Soy un militar igual que todos sus compañeros». De igual forma al momento de ir al baño y darse una ducha. Ya se acostumbró a ver a sus compañeros desnudos y no le importa ni lo nota.
Un ejército sin discriminación,
Sobre la discriminación, Margaryta Rivchachenko, de 25 años de edad, dijo que nunca se ha sentido discriminada por ser mujer. Desde el principio ha mostrado que no está en el ejército para buscar pareja o flirtear. Los hombres la respetan y los respeta. Rivchachenko acepta que de vez en cuando usa a su favor el hecho de ser mujer. Por ejemplo, en algunas situaciones que se escapan de sus manos pide ayuda, pero en otras no cede. “Yo trabajaba como terapeuta en Kiev, así que cuando uno de los oficiales vino a medirse la tensión y empezó a decirme que las mujeres tienen que parir hijos y no defender al país, le contesté: ojalá, señor, pero no hay con quien tenerlos, todos están así, medio moribundos como usted… Con la tensión alta”, dijo entre risas.
Antes de entrar al ejército Rivchachenko era periodista. En sus tiempos libres aprendía español y bailaba ritmos latinos. Ahora confiesa que le hace falta estar sola, tener tiempo para ella misma y recuerda con nostalgia su vida en Kiev. Ahora ha aprendido a dormir con el sonido de las sirenas antiaéreas en los refugios, mientras su ciudad es bombardeada por las fuerzas rusas.
Las mujeres en las fuerzas armadas
Desde 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, el servicio militar femenino ha aumentado. Se demostró que excluirlas era contraproducente. Para los años setenta la mayoría de los ejércitos comenzaron a integrarlas. Sin embargo, pocas mujeres han logrado ocupar los puestos más altos del mando.
El sexismo siempre ha estado presente en las fuerzas armadas que reclutan mujeres. Hoy en día algunos países aún les prohiben ocupar roles de combate en espacios cerrados, tendrían que combatir en la primera línea, una práctica que se reserva la dominación masculina.
A diario, el personal femenino en las fuerzas armadas se enfrenta a riesgos sustancialmente mayores de acoso sexual y violencia sexual, según investigaciones. Muchas mujeres militares han hablado abiertamente sobre el trauma sexual militar.
En 1988 la primera encuesta militar sobre acoso sexual en los Estados Unidos encontró que el 64% de las mujeres militares habían sido sometidas a alguna forma. Las más afectadas fueron las nativas americanas, seguidas de las hispanas y las negras. Un informe de 2009 concluyó que las militares tenían tres veces más probabilidades de ser violadas que las civiles y que las soldadas en Irak tenían más probabilidades de ser atacadas por su compañero soldado que por un insurgente.