Yunus se enfrenta a la compleja tarea de reformar y hacer sostenible un país marcado por la pobreza, la corrupción y la división religiosa
En agosto, luego de derrocar al gobierno autocrático de Bangladesh, tras semanas de manifestaciones mortales, los estudiantes que lideraron la revuelta tenían una sola demanda: que el economista ganador del Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, a dirigiera la nación. Se han cumplido más de 100 días desde que asumiera las riendas del país. La tarea encomendada es monumental y corre contra reloj.
Muhammad Yunus se ha hecho un nombre al probar ideas innovadoras para combatir la pobreza. Con una carrera que abarca seis décadas, Yunus no se ha limitado a la educación y la economía. En 2007, el «banquero de los pobres» intentó formar un partido, una decisión que molestó a la entonces primera ministra, Sheikh Hasina, y tuvo su costo.
Quienes le conocen afirman que la base de la forma en que Yunus resuelve los problemas es el uso la investigación para fundamentar sus decisiones y la comprensión de los sistemas a partir de los principios básicos. ¿Podrá aplicarlo en Bangladesh?
Padre del microcrédito
Yunus nació en Chittagong, en la India ocupada por los británicos. Luego se convirtió en Pakistán Oriental tras la partición de 1947. En la década de 1960, se trasladó a Estados Unidos para estudiar con Nicholas Georgescu-Roegen, pionero de la economía ecológica. Regresó decidido a contribuir a su desarrollo a lo que había pasado a ser Bangladesh, una nación independiente desde 1971.
En los años 70, Yunus ideó un sistema de microcréditos, (préstamos inferiores a 100 dólares), con bajos intereses para personas desfavorecidas. Lo que les permitía iniciar negocios y mejorar económicamente. Como economista en la Universidad de Chittagong, comenzó a probar si los préstamos se devolverían y beneficiarían a los prestatarios.
En 1983, fundó el Banco Grameen, que ahora ofrece microcréditos en todo Bangladesh. Antes, los bancos tradicionales eran reacios a financiar a personas de bajos ingresos. Yunus demostró que los beneficiarios podían devolver sus préstamos, reduciendo la pobreza, especialmente en zonas rurales. «La pobreza es una imposición artificial y externa al ser humano. No es innata. Y como es externa, se puede eliminar», sostiene Yunus.
La iniciativa ha sacado de la pobreza a millones de personas en Bangladesh y otros países. La han copiada en todo el mundo, incluso en Estados Unidos, donde Hillary Clinton reveló que Yunus ayudó a introducir programas de microcrédito en comunidades pobres de Arkansas. En 2006, Yunus fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. «Los pobres siempre pagan los préstamos a tiempo», defiende.
Perseguido político
En 2007, el «banquero de los pobres» intentó formar un partido político. Una decisión que no sentó bien a la entonces primera ministra, Sheikh Hasina. Tras recuperar el poder en 2009, Hasina tomó represalias contra Yunus. Lo acusó en 2010 de tratar al Grameen Bank como su «propiedad personal».
Un año después, usó al Banco Central de Bangladesh para que, bajo la excusa de su “avanzada edad” (tenía 73 años), lo forzara a renunciar al Grameen Bank. No conforme en 2013 el gobierno de Hasina lo acusó de evasión de impuestos y condenó a seis meses de cárcel por violar leyes laborales. Más de un centenar de personalidades internacionales, incluyendo a Bono y Richard Branson, defendieron a Yunus, denunciando la persecución política en su contra.
Pero el acoso no cesó. En junio, Yunus y otras 13 personas fueron acusadas de malversación de 252,2 millones de takas (unos 2 millones de dólares) del fondo de bienestar de los trabajadores de una empresa de telecomunicaciones que él fundó. Que Yunus celebrara la renuncia y huida de Sheikh Hasina a la India no sorprendió a nadie. «Se siente como un segundo día de la Independencia», afirmó.
La gran pregunta
El gobierno de Hasina colapsó tras más de un mes de protestas, lideradas por los jóvenes, contra una ley que fijaba cuotas para empleos en la Administración Pública. La represión estatal de las manifestaciones dejó alrededor de 400 muertos.
Lo que llevó a los manifestantes a exigir la dimisión de Hasina que abandonó el país el 5 de agosto. Fue cuando pidieron a Yunus que se pusiera al frente del país. Pero liderar la reforma de un país de 170 millones de habitantes es un desafío muy diferente a los que ha enfrentado en el pasado.
La pregunta que prácticamente todo el mundo se hace en Bangladesh es si Yunus puede satisfacer las expectativas que han depositado en él. Incluyen poner fin a la corrupción, proteger los derechos civiles, brindar igualdad de oportunidades en el empleo y la educación, y garantizar justicia para las familias de los muertos en las protestas.
Según Mushfiq Mobarak, economista de la Universidad de Yale, antes de la reciente revolución de agosto, gran parte de la policía, la administración pública y el sistema judicial del país, junto con muchas universidades e incluso bancos, se habían convertido en extensiones del partido gobernante.
Yunus y los estudiantes —algunos de los cuales están en el gabinete interino— han creado grupos de trabajo de expertos para garantizar que las instituciones públicas estén protegidas de la interferencia política. Sea cual sea el partido que esté en el poder.
La tarea es desafiante. Yunus debe demostrar que puede liderar un país y no solo una organización. Sin embargo, su trayectoria y compromiso con la justicia social lo convierten en un líder valioso para Bangladesh en este momento crucial.
«Tiene más de ochenta años, pero tiene energía, salud física y mental. Tiene empatía y es un gran comunicador», afirma Alex Counts, que ha trabajado con Yunus por más de 30 años.
Encrucijada histórica de Yunus
Yunus se encuentra ante el mayor reto de su carrera: liderar la reforma del sistema político y de gobernanza de Bangladesh. Encabeza un gobierno interino que tiene la oportunidad histórica de mejorar la democracia y la rendición de cuentas en el país.
«Queremos leer, escribir, hacer exámenes y realizar investigaciones. El Estado debe hacer su trabajo», declaró Prapti Taposhi, estudiante de economía en la Universidad Jahangirnagar, durante un seminario en Yale.
El éxito del mandato de Muhammad Yunus como líder interino de Bangladesh dependerá en gran medida del apoyo de los manifestantes estudiantiles que lo llevaron al poder. Los jóvenes, con un papel similar al de los que se levantaron contra los regímenes autoritarios durante la Primavera Árabe de 2010, son un electorado poderoso. Pero, a diferencia de aquellos levantamientos, que fueron violentamente reprimidos, en Bangladesh tanto los militares como Yunus los respaldan. Lo que coloca un gran peso sobre el premio Nobel para proteger los derechos y brindar oportunidades.
Tres meses después del derrocamiento de la ex primer ministra Sheikh Hasina, la agenda de reformas del gobierno interino de Bangladesh, se está volviendo más clara, junto con los obstáculos que enfrenta. Se espera que su administración permanezca en el cargo durante al menos un año más.
Después de quince años de gobierno de Hasina, Bangladesh tiene una oportunidad única de mejorar la gobernanza. Pero, si el gobierno interino falla, el país podría regresar al statu quo anterior o incluso entrar en un período de gobierno militar.
Urgencia de resultados
Muchos bangladesíes describen la caída de Hasina como una «segunda liberación», en referencia a la guerra de independencia de 1971. Un reflejo del deseo que hay en la población de un cambio significativo.
El gobierno interino de Bangladesh, encabezado por Yunus, asumió el poder el 8 de agosto, tres días después de un levantamiento masivo que derrocó a Sheikh Hasina. Desde entonces, se ha apresurado a delinear una agenda audaz de reformas políticas, de gobernanza y económicas.
A juicio de los expertos, Yunus y su equipo deben procurar obtener resultados rápidos para mantener el apoyo público a las ambiciosas reformas. Además, tiene que generar consenso sobre las nuevas medidas entre los partidos políticos y debe evitar permanecer en el poder demasiado tiempo.
Por ahora, Yunus y sus colegas cuentan con un amplio apoyo, pero las expectativas populares son una espada de doble filo. Si el gobierno interino falla en la implementación de reformas, es probable que el resultado sea una elección anticipada con poco progreso. O, en el peor de los casos, los militares pueden asumir el poder.
El gobierno interino debería tratar de lograr algunas victorias rápidas para mantener fuerte su base de apoyo social, mientras construye consenso en torno a reformas clave y prepara al país para unas elecciones creíbles.
Los actores internacionales deberían respaldar la administración de Yunus y fortalecer la economía de Bangladesh para ayudar a instaurar una nueva era en la política nacional.
Para mantener el apoyo popular (algo crucial, considerando las improvisadas bases legales del gobierno interino) el equipo de Yunus ha luchado por restablecer la ley y el orden. Lo que no ha sido fácil. Depende en gran medida de una fuerza policial que estuvo muy implicada en la represión contra las protestas.
Reconstruir Bangladesh
Reconstruir las instituciones de Bangladesh no será una tarea fácil. Según un análisis de Crisis Group de los tres primeros meses de gestión de Yunus, aunque su equipo es el más inclusivo que ha tenido el país, muchos de los miembros carecen de experiencia en gobierno o gestión.
«Mantener el respaldo de los actores políticos clave ya está resultando difícil. Algunos se beneficiarían de una elección anticipada. Y entre los aliados de Yunus hay opiniones divergentes sobre cuestiones como la reforma constitucional y la rendición de cuentas por las atrocidades cometidas bajo el gobierno de Hasina», se lee en el documento. A pesar de que el partido de Hasina está desorganizado, Yunus también puede enfrentar la obstrucción de facciones e individuos pro-Liga Árabe (LA) (el partido de la depuesta mandataria).
Gestionar y satisfacer las altísimas expectativas públicas es un gran reto. La experiencia indica que cuanto más tiempo esté en el poder el gobierno interino, serán más frecuentes y sonoros los llamados a favor de elecciones anticipadas y aumentarán las dudas sobre su legitimidad.
Yunus también se verá obligado a tomar decisiones impopulares. Incluidas las reformas económicas que pueden perjudicar a sectores vulnerables de la sociedad y la rendición de cuentas por las violaciones de los derechos humanos cometidas mientras Hasina estuvo en el poder. Muchos bangladesíes quieren venganza por los abusos de la Liga Árabe. Un impulso al que Yunus, con razón, está frenando.
Mantener el apoyo público
El objetivo general de las próximas reformas es asegurar que el autoritarismo de los últimos quince años no retorne. Aunque no está claro hasta qué punto el equipo de Yunus puede alcanzar ese objetivo. Las alternativas no parecen atractivas.
Una elección anticipada probablemente llevaría al BNP, (partido opositor a Hasina) al poder con pocas restricciones. Dado su historial, muchos sospechan que no resultaría mejor que el gobierno de Hasina y LA. Si las condiciones políticas y económicas se deterioraran significativamente, el ejército podría intervenir, iniciando un período de gobierno militar.
Para tener éxito, Yunus deberá obtener resultados rápidos que le permitan mantener el apoyo público mientras emprende reformas más profundas. Podrían incluir medidas para abordar la corrupción menor en los servicios públicos, mejorar el suministro de electricidad y reducir los altos precios.
Un fuerte apoyo público al gobierno interino podría presionar a otras fuerzas políticas, como el BNP, para que se alineen con su agenda. Yunus también deberá equilibrar las demandas de justicia con la necesidad de reconciliación, manteniéndose dentro de los límites de la constitución. Y debe tratar de celebrar nuevas elecciones con un sistema de votación reformado dentro de un plazo realista, que no debería extenderse más allá de los dieciocho meses.
Peso de los islamistas
El derrocamiento de la ex primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, fortaleció la influencia de los islamistas. En particular Jamaat-e-Islami y el grupo de presión de línea dura Hefazat-e-Islam.
Durante su mandato, Hasina intentó marginar a Jamaat al cancelar su registro, perseguir a sus miembros y ejecutar a varios de los líderes a través de un tribunal de crímenes de guerra defectuoso. Represión que parece haber fortalecido a las fuerzas islamistas. Ahora se encuentran en una buena posición para llenar el vacío político dejado por la partida de Hasina.
Debido a su apoyo a Pakistán durante la guerra de liberación, Jamaat anteriormente era despreciado por muchos bangladesíes. Como una de las muchas víctimas de la administración de Hasina, despierta simpatía.
La creciente influencia de los islamistas pone nerviosas a muchas bangladesíes de mentalidad laica. «¿Qué va a pasar conmigo, una mujer que no lleva niqab y trabaja de noche?», pregunta una política. «Sinceramente, me dan un poco de miedo por el futuro».
Más preocupante es el riesgo de extremismo violento, que debe distinguirse del movimiento político islamista. Bangladesh no ha sufrido un ataque yihadista importante desde que militantes mataron a docenas de personas en una panadería de lujo en Dacca en 2016. Pero la debilidad del aparato de seguridad tras la partida de Hasina probablemente haya aumentado la amenaza.
Concesiones de Yunus
Las fuerzas islamistas desempeñaron un papel destacado en el movimiento contra Hasina. Cuando las manifestaciones se intensificaron a finales de julio, los miembros de Jamaat se unieron a las protestas estudiantiles junto con Hefazat-e-Islam y otros activistas islamistas.
Alineación que, en cierta medida, ha rehabilitado la imagen de Jamaat. Por lo que ha apelado al Tribunal Supremo para recuperar su registro. El partido se ha centrado en brindar servicios esenciales, como salud y educación, en lugares donde el Estado lo ha descuidado, lo que le ha ganado apoyo popular.
Los partidarios de Jamaat y otros partidos islamistas, que nunca han obtenido más del 10% de los votos, plantean una amenaza electoral limitada. Pero podrían resultar un apoyo esencial para los partidos más grandes a la hora de reunir una mayoría en el Parlamento.
Es evidente que será una fuerza con la que Yunus tendrá que lidiar. De hecho, Yunus ya ha tenido que hacer concesiones para complacer a los islamistas. Entre ellas nombrar abogados vinculados a Jamaat para el ICT y disolver un comité encargado de revisar los libros de texto escolares.
Conexiones de Jamaat
En los últimos años, Jamaat-e-Islami ha logrado recuperar su presencia en el panorama político de Bangladesh. Su integración en el gobierno provisional pone de relieve su creciente influencia.
Las conexiones de Jamaat con los Hermanos Musulmanes y la educación de sus líderes en Egipto y Turquía fortalecieron aún más su red ideológica y política. El ala estudiantil de Jamaat, el Chhatra Shibir Islámico (ICS), desempeñó un papel decisivo en la movilización de apoyos y la organización de movimientos políticos.
A juicio de los críticos la participación del ICS en el movimiento que derrocó al régimen de Hasina pone de relieve el uso estratégico que hace Jamaat de las organizaciones juveniles y estudiantiles para promover su agenda.
Los vínculos del grupo con los Hermanos Musulmanes y otras organizaciones islamistas de Kuwait, Qatar y Egipto le proporcionan una plataforma más amplia para influir en la política regional y obtener el apoyo de grupos afines.
Los dirigentes actuales de Jamaat han pasado un tiempo considerable en Turquía y Egipto, donde recibieron la influencia de los Hermanos Musulmanes. Esta alineación ideológica permite a Jamaat posicionarse como un actor clave en el panorama político de Bangladesh, aprovechando sus conexiones para promover sus objetivos.
Creciente influencia de Jamaat-e-Islami
Producto de las concesiones hechas al grupo islamista, Muhammad Yunus, se enfrenta a acusaciones de ser un títere controlado por Jamaat-e-Islami. La detención del monje hindú Chinmoy Krishna Das por cargos de sedición y la violenta represión de las protestas que exigían su liberación aumentaron los temores de que exista un sesgo sistémico contra las minorías en Bangladesh.
Según los medios locales entre el 5 y el 11 de agosto, se estima que fueron asesinadas unas 250 personas en ataques contra personas vinculadas al régimen de Hasina. Especialmente miembros de la LA.
Los miembros de minorías religiosas, en particular los hindúes, también han sido blanco de ataques. Pero, según las autoridades, fue por su afiliación a la LA y no por su religión.
La policía volvió a trabajar el 12 de agosto y la violencia política ha disminuido desde entonces, aunque no del todo. Siguen produciéndose actos de violencia multitudinarios, incluidos linchamientos. También hay reportes de pirómanos que han atacado zonas industriales del país y centros religiosos.
Según los críticos, algunos vinculados al partido de la depuesta mandataria, el creciente control de Jamaat sobre la maquinaria estatal parece evidente en la administración de Muhammad Yunus. Las consecuencias más amplias son nefastas para la democracia de Bangladesh, donde las minorías están atrapadas en el fuego cruzado entre la conveniencia política y las ideologías islamistas radicales.
¿Y las mujeres?
Si las minorías religiosas están preocupadas por el rumbo que parece haber tomado el interinato de Yunus, más lo están las mujeres. Protagonistas de la revolución de julio y obviadas en el equipo de gobierno. Las mujeres que participaron en el levantamiento de julio, que desempeñaron papeles centrales, siguen siendo marginadas.
«Sus rostros manchados de sangre se convirtieron en símbolos de resistencia. Los líderes masculinos ascienden al poder político. Pero las mujeres que impulsaron el levantamiento se encuentran sin representación”, informa el diario bangladesí Daily Star.
«Nosotras, al igual que los varones, somos protagonistas de esta revolución. Pero el Movimiento de Estudiantes Antidiscriminación ahora está tomando decisiones políticas sin involucrarnos. Es realmente lamentable», dijo una estudiante.
The Daily Star entrevistó 20 estudiantes que estaban en la primera línea. Quienes creen que su lucha está lejos de terminar. En un intento por apaciguarlas, gobierno interino organizó un evento titulado ‘Hijas de Julio: No permitiremos que se las olvide’, en Dacca
«Existe un descontento generalizado con los miembros masculinos de la revolución, que son la nueva élite de poder en Bangladesh, por sus vínculos con organizaciones islamistas radicales, como Jamaat-e-Islami Bangladesh y Hizb ut-Tahrir. Todas las mujeres que participaron en el levantamiento contra Hasina han sido marginadas», dijo el periodista Sahidul Hasan Khokon dijo a ThePrint.
Las mujeres se han sentido además de marginadas, inseguras después de que Yunus asumiera el cargo. La violencia contra las mujeres continúa plagando las calles de Dhaka y otras ciudades de Bangladesh.Varias fueron acosadas y agredidas por un grupo en Cox’s Bazar, Chittagong, el 11 de septiembre. Las imágenes de los hechos circularon ampliamente en las redes sociales.
Campo minado
Con sus más ocho décadas de vida y 60 de actividad profesional, a Muhammad Yunus nunca le tocó caminar por un campo tan minado como el que implica recomponer su país.
Apenas tiene tres meses al frente y ya hay voces críticas que le acusan de genocida, de aliarse con yihadista, marginar mujeres y albergar terroristas. Incluso hay quienes piden que le revoquen el Premio Nobel.
Pero para Yunus las protestas de julio y agosto crearon un «momento de nunca más». Un deseo de establecer barreras sólidas para evitar que surja otro autócrata. Es lo que ha asumido como su mandato.
Para lograrlo, debe modificar leyes y la constitución, reformar la comisión y el sistema electorales, y realizar cambios en la policía y la burocracia, dada su centralidad en la celebración de elecciones libres y justas.
Yunus cree que es crucial completar ciertas reformas institucionales antes de celebrar elecciones. Insiste en que «reformas, reformas, reformas» deben ser la prioridad. Por lo que adoptó una ambiciosa agenda, con diez comisiones centradas en áreas clave.
Pocos discutirían la necesidad de reformar muchas de las instituciones de Bangladesh. Pero hay quienes quieren un cambio rápido y quienes creen que la reforma institucional es un proceso complejo y gradual.
Caminar sobre vidrio molido
También existe preocupación en torno a si un gobierno interino, de tecnócratas no electos, tiene el mandato para llevar a cabo reformas tan radicales. Las reformas requieren tiempo para diseñarse, implementarse y dar frutos.
«Es un proceso complejo y gradual», afirmó Fouzia Sultana, directora de investigación de la Academia de Desarrollo Rural de Bangladesh. Cabe preguntarse si el gobierno interino podrá mantener el apoyo público durante el período necesario, porque los apoyos de las masas pueden ser muy frágiles.
Muhammad Yunus en el otoño de su vida se enfrenta al desafío de armonizar la necesidad de reformas profundas con la presión por celebrar elecciones lo antes posible. Le toca caminar descalzo sobre vidrio molido. Alcanzar exitosamente ese delicado equilibrio será crucial para evitar el resurgimiento del autoritarismo en Bangladesh. Sin duda, es el mayor desafío en su vida.