La Ley existe para proteger los derechos de las personas. Pero ¿qué pasa con los derechos del medio ambiente? El derecho ambiental tiene un origen reciente. Hace su aparición apenas en la segunda mitad del siglo XX y surge por la toma de conciencia sobre la necesidad de frenar el proceso de deterioro de nuestro frágil ecosistema, gravemente amenazado por el potencial destructivo de la civilización moderna.
Cada día son más numerosas y más graves las amenazas que se ciernen sobre nuestro ecosistema: recalentamiento de la tierra por la emisión de gases de “efecto invernadero”; sobreexplotación de los recursos naturales; desaparición de especies y pérdida de biodiversidad.
La conciencia de la protección del medio ambiente
Afortunadamente, poco a poco vamos adquiriendo mayor conciencia sobre el problema. Por ello, se ha consolidado definitivamente el concepto comprensivo de la necesidad de proteger el medio ambiente de manera global y sistemática. La preocupación por estos temas alcanza dimensiones mundiales.
La Organización de las Naciones Unidas declaró 1970 como «Año de Protección de la Naturaleza». Dos años después se reúne en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano y se constituyó su Declaración como el punto de partida del Derecho ambiental en un sentido moderno.
Un ejemplo de esta creciente preocupación está en el derecho español. El artículo 45 de la Constitución de 1978 eleva a rango constitucional el derecho al medio ambiente como un bien o interés colectivo y el deber de los poderes públicos de velar por la utilización racional de todos los recursos naturales.
Además, con la plena integración de España en la Comunidad Económica Europea, en 1986, se dio la consiguiente incorporación del acervo jurídico comunitario de protección ambiental.
Las leyes son insuficientes
No basta con que existan las leyes. Las leyes de protección a los Derechos Humanos no bastan para evitar las injusticias; las leyes de protección de las minorías, no bastan para lograr la integración; y, las leyes ambientales no bastan para proteger nuestro medio ambiente.
Las legislaciones han cambiado y las personas también deben cambiar. La movilidad sostenible es una de las maneras en las que puedes ayudar al planeta y también a la salud pública.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 de Naciones Unidas es conseguir espacios inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Este objetivo no podrá ser logrado sin una profunda revisión a nuestra forma de habitar las ciudades y, en esa transformación se debe admitir la importancia de la movilidad sostenible como una de las claves.
El mundo está pidiendo a gritos la eliminación de los combustibles fósiles, la reducción del tráfico en las ciudades y la apuesta por medios de transporte sostenibles.
Opciones de movilidad
Cada vez es más difícil justificar por qué no somos más sostenibles en nuestros traslados por la ciudad. El muestrario de alternativas que ofrecen muchas de las grandes urbes cada vez es mayor, desde transporte público limpio, hasta todo tipo de vehículos eléctricos compartidos que no emiten ningún tipo de gas contaminante de forma local.
Uno de las opciones de movilidad más sostenible y más saludable es la bicicleta. Desde que Copenhague estrenara el servicio de bicicletas compartidas en 1995 son muchas las localidades que han implantado este servicio como propuesta de movilidad sostenible. España es uno de los países donde más ciudades tienen este servicio, pero su uso real aún es reducido.
Durante más de 50 años la bicicleta ha sido considerada, sobre todo en las ciudades con más aglomeración, como un medio de ocio y no de transporte. Esto está cambiando. La irrupción de los modelos eléctricos en el mercado ha convertido a la bicicleta en una alternativa de transporte sostenible perfectamente viable.
Además, con la movilidad sostenible puedes darle una mano a la Ley. La necesidad de reducir el impacto ambiental del transporte es cada día más un tema al que se abocan los organismos públicos para mejorar nuestras ciudades.
Distintas administraciones están poniendo en práctica programas de movilidad sostenible a nivel local para cuidar el medio ambiente y reducir la polución atmosférica cuando esta supera indicadores alarmantes.
Restricción de los coches
Restricciones de tráfico a los coches más contaminantes o propuestas para incentivar el transporte sostenible son solo algunas de estas medidas que ciudades como Madrid, Ciudad de México, Pekín o París ya han puesto en marcha.
Los Barrios a 20 minutos de Portland o los Domingos sin coche de Yakarta son solo algunos de ejemplos de movilidad sostenible, que apela no solo a los medios de transporte, sino también al canal por el que circulan.
En este sentido, ya hay propuestas muy interesantes: pintura fotosensible que se carga con la luz solar para iluminar por la noche, pequeñas turbinas que se mueven con el aire que generan los coches en sus desplazamientos para producir energía, pinturas dinámicas capaces de mostrar distintos íconos según la climatología.
Todas las personas tienen un papel importante. Exigir mejores leyes es parte de la tarea, pero participar y ser parte de la solución es esencial.
Es hora de ponerte en movimiento. Camina, pedalea, comparte, cambia. Muévete por el medio ambiente.
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