La universidad británica de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca continuarán con las pruebas de su vacuna contra la COVID-19. Después de las revisiones correspondientes a la muerte de un voluntario, el pasado 19 de octubre, que participaba en estos ensayos en Brasil.
Tras la muerte de João Pedro Feitosa, un médico recién graduado de 28 años de Río de Janeiro, la Universidad de Oxford respondió, diciendo que los incidentes con los participantes en el grupo de control son supervisados por un comité independiente. Y que la cuidadosa revisión no ha generado hasta el momento preocupaciones sobre la seguridad del ensayo clínico, por lo que los reanudarán.
Casi la mitad de los voluntarios que participan en las pruebas, que también están realizando en Reino Unido o la India, reciben la vacuna experimental. Al resto se le administra un placebo. El brasileño falleció por complicaciones relacionadas con la COVID-19, no por el placebo suministrado.
El médico, que trabajaba en la primera línea de combate al virus en Brasil, se desahogaba constantemente a través de sus redes sociales. Allí informaba que sin duda, la parte más agotadora de trabajar con la COVID-19 es tener que lidiar con el sufrimiento y el miedo de los pacientes.
¿La salvación para los Gobiernos será la vacuna?
La vacuna desarrollada entre el laboratorio AstraZeneca y la Universidad de Oxford es la principal apuesta del Gobierno de Jair Bolsonaro. En sus planes está una futura campaña de vacunación contra el coronavirus. Enfermedad que ya ha infectado a más de 5,2 millones de personas en el país y ha provocado la muerte de más de 155.000.
Esta posible vacuna está en la fase 3 de las pruebas clínicas. La última fase antes de recibir el visto bueno de los organismos reguladores para proceder a inocular a la población. En septiembre, la Universidad de Oxford reanudó las pruebas clínicas tras ser interrumpidas por un breve período por la reacción adversa sufrida por otro voluntario.
España, el sexto país con más contagios de coronavirus en todo el mundo, recibirá más de 31 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca y Oxford. La entrega será entre diciembre de este año y junio de 2021, informó el ministro de Sanidad, Salvador Illa. El acuerdo lo llevó a cabo la Comisión Europea junto con AstraZeneca. La obligación de compra supone la adquisición para Europa de 300 millones de dosis.
El precio medio de la vacuna es de 2,90 euros por dosis, de los cuales 1,12 euros serán abobados a cargo del Fondo ESI, el fondo de apoyo de emergencias de la Comisión Europea, y el resto a cargo de los estados miembros.
De las 31.555.469 dosis solo se recibirán 3.155.547 en diciembre si la vacuna supera los filtros y la aprobación por parte de la EMA, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios de que es segura y eficaz.
Algunas complicaciones de la vacuna
La vacuna desarrollada por AstraZeneca y Oxford no es la única en la carrera para generar la inmunidad contra el coronavirus. Johnson & Johnson también trabaja en una. No obstante, también ha afrontado complicaciones. La compañía pausó su ensayo para investigar una enfermedad, que no especificó en un participante del estudio. El desarrollo de Moderna y Pfizer-BioNTech ha tomado la delantera en la carrera por ser los primeros en lanzar la vacuna.
Mientras tanto, los ensayos en pausa de Johnson & Johnson y el más reciente de AstraZeneca y Oxford, hacen resurgir interrogantes sobre los vectores adenovirales. Se utilizan para la vacuna y se han utilizado durante años en experimentos de laboratorio, animales y humanos. En algunos casos, los experimentos han tenido éxito, pero no siempre.
Las preocupaciones en torno a los efectos secundarios de las vacunas experimentales en ensayos que utilizan adenovirus han aumentado el escepticismo en el público general y dudas en otros laboratorios farmacéuticos. Si bien podría ser una coincidencia, aún existe la posibilidad de que las vacunas de vectores adenovirales tengan un mayor riesgo de efectos secundarios que las de Pfizer-BioNTech, Moderna o Novavax.
Las suspensiones para investigar efectos secundarios no son inusuales en los ensayos de vacunas, que exigen un requisito de alta seguridad debido a que se suministran a personas sanas. Pero aún no hay pruebas suficientes para conectar las enfermedades de los participantes con la vacuna. Los vectores adenovirales están bien estudiados, son versátiles y se ha demostrado que son bien tolerados. Por lo que son buenos candidatos para las vacunas contra el COVID-19.
Algunos casos de éxito en experimentos con adenovirus son de a principios de este año, por ejemplo, una vacuna de J&J basada parcialmente en un adenovirus fue aprobada para combatir el ébola, que ha cobrado la vida de miles de personas en África.
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