La controversia por las vacunas existe desde que surgieron a finales del siglo XVIII. Sus oponentes han mantenido la disputa alegando que pueden ser peligrosas o que no funcionan. Ahora, en tiempos de pandemia por la COVID-19, cada vez hay más personas que dudan y se sienten inseguras por la vacunación. Los llamados activistas o grupos antivacunas han ganado fuerza en los últimos meses.
Existen los negacionistas radicales del SARS-CoV-2 y los conspiranoicos. Aunque la mayoría de los que integran los grupos antivacunas son personas normales que no se fían de los laboratorios y medios de comunicación. Las vacunas pueden tener efectos secundarios, y el éxito de los programas de inmunización depende de la confianza pública en su seguridad. Para los expertos, es mucho mayor el riesgo de contraer el virus que de tener un efecto secundario por la aplicación de las vacunas. Sin embargo, Europa se ha mantenido bastante cautelosa en el despliegue de las jornadas de vacunación.
Muchos europeos desconfían de las vacunas
En España realizaron una encuesta entre la población para conocer cuántas personas están a favor y en contra de la vacunación. El 24% dijo que se vacunaría lo antes posible contra la COVID-19. El 37% optaría por esperar un tiempo antes de hacerlo. Mientras que un 21% solo lo haría de ser estrictamente necesario y el 13% ni se lo plantea.
En otro sondeo realizado en diciembre, casi un tercio de los alemanes (el 31%) aseguró que que no se aplicaría ninguna vacuna contra el coronavirus. La cifra se eleva a casi la mitad en Francia. Según el Instituto Robert Koch de Enfermedades Infecciosas, las tasas de vacunación para enfermedades comunes en el estado de Baden-Wuerttemberg se encuentran entre las más bajas de Alemania.
Por su parte, la canciller de Alemania, Angela Merkel, está muy preocupada. Teme que el escepticismo sobre las vacunas pueda bloquear el camino para salir de la pandemia del SARS-CoV-2, que ha matado a 2,4 millones de personas en el mundo.
El escepticismo sobre las vacunas es mayor en Alemania
Christoph Hueck, un genetista molecular, publicó una serie de artículos sobre inmunología antes de cambiar de carrera y dedicarse a formar profesores para jardines de infancia. Ha liderado varias protestas contra la vacunación y mantiene una postura intransigente, aunque no rechaza las vacunas o la idea en absoluto.
Sobre la COVID-19, Hueck asegura que está convencido de que si se infecta, resistirá la enfermedad. «Tampoco estoy vacunado contra otras enfermedades, excepto las que son obligatorias para viajar al trópico», insiste.
A la ciudad de Stuttgart, en Alemania, donde reside, se le considera la zona cero del movimiento antivacunas. En general todo el estado alemán Baden-Wuerttemberg ha desconfiado por mucho tiempo de las vacunas. Incluso en el siglo XIX cuando comenzaron a surgir las primeras creadas por el investigador Edward Jenner, en esta región la vacunación era impopular. Era vista como una imposición de los prusianos triunfantes.
Stuttgart no es un pueblo, es una ciudad próspera y de alta tecnología, por lo que no se le puede atribuir su militancia antivacuna a la ignorancia. Gran parte de la explicación se encuentra en una larga tradición de individualismo y orgullo regional, dice Michael Blume, un académico que ha realizado una extensa investigación sobre los movimientos esotéricos.
California enfrenta un creciente movimiento antivacunas
Numerosas personas que se autodenominan antivacunas se reunieron esta semana en la entrada del centro de vacunación masiva en el Dodger Stadium en Los Ángeles para protestar por la distribución de la vacuna contra el coronavirus. El grupo, organizado de manera informal, representa una nueva era del movimiento antivacunas californiano que opera hace mucho tiempo.
Aún cuando los casos de la COVID-19 siguen propagándose con rapidez, sobre todo en Estados Unidos, los californianos han criticado agresivamente las vacunas, el uso de cubrebocas, el cierre de los negocios y los toques de queda. Consideran que es una forma de intromisión y de limitación de las libertades por parte del Gobierno.
California cierra la semana con un promedio de 500 muertes diarias ligadas al virus, pronto se convertirá en el estado con el más muertes por coronavirus. Sin contar que los investigadores descubrieron recientemente una nueva variante del virus en el estado que podría elevar la curva en los próximos días.
Las redes sociales y la censura
Instagram eliminó la cuenta del controvertido activista Robert F. Kennedy Jr. Regularmente, Kennedy ha utilizado la red social para manifestarse en contra de las vacunas. Incluso en ocasiones ha presionado al Congreso para que otorgue a los padres exenciones de los requisitos estatales que obligan a vacunar a sus hijos. Sin embargo, no da paso a la intransigencia y matiza sus puntos de vista en contra de las vacunas. Aclara que, en realidad, está a favor de las vacunas seguras. Además, asegura que todos sus hijos han sido vacunados.
«Eliminamos esta cuenta por compartir repetidamente afirmaciones desacreditadas sobre el coronavirus o las vacunas», dijo un portavoz de Facebook, propietario de Instagram, en un comunicado. La decisión dio paso a miles de críticas, que, aunque a merced o en contra del activista, alegan que es una medida que fomenta la censura. Incluso, la comparan con el cierre indefinido de la cuenta en Twitter de Donald Trump.
Durante años Facebook se ha expresado en contra de la desinformación en general. En tiempos de pandemia han insistido aún más en relación con las vacunas. Si bien son muchas las personas que utilizan las redes sociales para crear grupos y publicar constantemente sobre el «peligro» que representa la vacunación, con este tipo de acciones Facebook estaría dándole paso a la censura y a la parcialidad, ya que toda forma de libertad de expresión debería existir en estas plataformas.
Las redes sociales una vez más serían las responsables en decidir qué es verdad y qué no, quién es el bueno y quién es el malo, qué mensajes se deben publicar y cuales no. ¿Desde cuándo son, las plataformas, jueces de la verdad?
Pero no es la primera ni será la última vez. La compañía continúa planeando varias formas para combatir la «información errónea» sobre las vacunas. Mientras, la mayoría de los países se encuentran en medio de un proceso para iniciar la vacunación y detener la propagación de la COVID-19.
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