El movimiento LGBTQ+ acaba de sufrir uno de sus peores reveses con la prohibición de sus actividades en Rusia. El fallo del Tribunal Supremo ruso calificó como extremista al movimiento. La sentencia los ilegaliza y establece hasta 10 años de prisión para quien lo promueva. Aunque es el último no es el único y la asociación con el movimiento Woke y Progres auguran más reveses en el futuro.
En muchos lugares, el discurso de odio y el uso político de los derechos LGBTQ+ se utiliza como un arma ideológica que pone en riesgo el logro de sus nobles objetivos y la seguridad física de las minorías sexuales. Sus desafíos incluyen la aprobación de leyes que restringen los derechos de las personas LGBTQ+, la prohibición de su movimiento en algunos países, la discriminación y la violencia.
El ejemplo ruso
La decisión del Tribunal Supremo de Rusia deja a la comunidad homosexual rusa al borde de la clandestinidad. El movimiento LGBTQ+ fue declarado “extremista” y su actividad prohibida en todo el territorio ruso. Esta medida prohíbe tanto la propaganda y la publicidad LGBTQ+, como el fomento de la participación en dicho movimiento.
Activistas y juristas acusan al Kremlin de intentar “controlar” las conciencias de los rusos, mientras promueven “valores familiares ‘tradicionales’”, supuestamente incompatibles con las actividades del movimiento. A pesar de este fallo, que tiene “efecto inmediato”, “no afecta al derecho de los ciudadanos a la vida privada”, ya que la homosexualidad dejó de ser un delito en 1993 en el país. Sin embargo, la decisión indigna a las minorías sexuales. Rusia de acuerdo a su constitución es un estado laico que desde 1993 despenalizó la homosexualidad. Pero Putin está decidido a convertir a su país en una reserva moral frente a lo que califica como relativismo occidental. Hace un año implementó una ley que prohíbe completamente la propaganda LGBTQ+, incluyendo libros y películas.
En junio, se prohibieron las cirugías de cambio de sexo, lo que causó gran preocupación en la comunidad transgénero. Además, se prohibió la adopción por parte de parejas del mismo sexo y se anularon los matrimonios entre personas del mismo sexo. La reforma constitucional de 2020 definió el matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer, después de que el presidente Putin declarara que no habría matrimonio homosexual en Rusia mientras él estuviera en el poder.
Entre la derecha y la izquierda
Los derechos de las minorías sexuales a lo largo de la historia en occidente se han enfrentado al rechazo de la derecha tradicional conservadora y de la izquierda revolucionaria. Los gobiernos comunistas de inspiración soviética y maoísta, así como el fascismo y el nazismo, persiguieron estas conductas. Para los primeros por atentar contra los valores morales y la tradición, para la izquierda por representar la decadencia pequeñoburguesa. Ha sido en el seno de las democracias liberales en donde más han avanzado en el reconocimiento de sus derechos.
La escritora y columnista de Letras Libres Gisela Kozak explica que los movimientos LGBTQ+ han tenido un mejor destino en las democracias liberales. En las que han ganado terreno apuntando a la esencia misma de la tradición política liberal: los derechos humanos y la dignidad del individuo. Por ejemplo, en Europa occidental, los partidos liberales y socialdemócratas han servido de vehículos para las demandas de estos movimientos. En algunos países de América Latina, los movimientos LGBTQ+ han convocado a las izquierdas moderadas, a los socialdemócratas y a los sectores liberales, que han sido vehículos para las demandas del sector.
Para Kozak las izquierdas revolucionarias no han sido favorables a estas causas. Son los casos de Nicaragua, Cuba y Venezuela y de otros líderazgos de izquierda asociados con el Foro de Sao Paulo, como Evo Morales y Rafael Correa e incluso Andrés Manuel López Obrador en México. Le preocupa que el movimiento LGBTQ+ se deje absorber por partidos o propuestas académicas que tienen reticencias respecto a la pluralidad política e ideológica. Especialmente por la radicalización teórica antiliberal en el seno de las universidades de diversos países. Puntualiza que sólo las democracias liberales han reconocido los derechos LGBTQ+. Pero teme que eso pueda cambiar.
Woke y Progres amistades peligrosas
La preocupación de Kozak parece justificada. En los últimos años el Movimiento LGBTQ+ se ha aliado con los llamados Woke y Progres, lo que la ha generado más rechazo que apoyos en el público general. El acercamiento del movimiento LGBTQ+ hacia los Woke y los progresistas se justifica en su enfoque sobre la justicia social y la igualdad.
El movimiento Woke se centra en la conciencia social y la justicia racial, y fue adoptado por muchos dentro de la comunidad LGBTQ+ como una forma de abogar por la igualdad y los derechos. Mientras que el progresismo se asocia con reformismo social de tendencia izquierdista. Ambos movimientos en teoría buscan desafiar y cambiar las normas y estructuras sociales existentes que perpetúan la discriminación y la desigualdad. Esto incluye abordar cuestiones de racismo, sexismo, homofobia, transfobia y otras formas de prejuicio y discriminación, diversidad y la inclusión.
Pero esa alianza le ha generado fuertes críticas. Especialmente por la institucionalización de la cultura de cancelación. La práctica de retirar el apoyo a personas u organizaciones después de que han hecho o dicho algo considerado objetable, ofensivo, o políticamente incorrecto. Lo que limita la libertad de expresión y crea un ambiente de miedo y autocensura.
A favor
Algunas razones por las que el movimiento LGBTQ+ se ha asociado con el movimiento «woke» incluyen:
- Defensa de causas relacionadas con equidad y diversidad: Ambos movimientos abogan por la igualdad y la diversidad, lo que los lleva a apoyar y defender políticas y leyes que promuevan la inclusión y la representación de diversas comunidades, incluidas las lesbianas, gays, bisexuales y transgénero
- Enfoque en la interseccionalidad: Considera como diferentes formas de opresión las basadas en género, raza y clase, que se relacionan e influyen entre sí. Este enfoque resuena con el movimiento LGBTQ+, que ha históricamente enfrentado desigualdades y discriminación basada en la sexualidad y la identidad de género
- Promoción de la visibilidad y la representación: Buscan aumentar la visibilidad y la representación de diversas comunidades en la política, la cultura y la sociedad. Incluye la promoción e inclusión de diferentes identidades y experiencias
En contra
La asociación con el movimiento «woke” y los “progres” también genera controversia:
- Coerción y censura: La adopción de métodos coercitivos y censurado a personas o ideas que se consideran ofensivas. Lo que atenta contra la libertad de expresión y los valores tradicionales
- Política de cancelaciones: Lo que implica la censura y el castigo de personas o entidades por expresar opiniones consideradas ofensivas
- Percepción de amenaza al orden social: La agresiva promoción de los derechos de las personas LGBTQ+ y la lucha contra la discriminación y la violencia amenaza el orden social y los valores tradicionales.
- Cambio social radical: Se buscan cambios sociales radicales que pueden ser perjudiciales para la sociedad. A menudo buscan cambiar las normas y estructuras sociales existentes de una manera que puede ser perjudicial para la democracia y las instituciones.
- Enfoque en la identidad: Se centran demasiado en la identidad, lo que puede llevar a la división y al conflicto en lugar de a la unidad.
Socavar la democracia liberal
En los últimos años algunos sectores han acusado al movimiento LGBTQ+ socavar la democracia y las instituciones a través de su asociación con el movimiento Woke y el populismo de izquierdas (progres). Estos movimientos cuyas demandas se centran en la conciencia social y la justicia racial a menudo tienen una retórica antielitista y de oposición al establishment. Utilizan el movimiento LGBTQ+ como una herramienta para promover sus propias agendas políticas.
El movimiento LGBTQ+, al alinearse con estos grupos, es percibido como parte de un esfuerzo más amplio para cambiar las normas y estructuras sociales existentes de una manera que puede ser perjudicial para la democracia y las instituciones. Por ejemplo, argumentan que la promoción de los derechos LGBTQ+ puede ser utilizada para silenciar o marginar a aquellos que tienen opiniones contrarias o impopulares. Promoviendo un “fundamentalismo de ideas” que está afectando la libertad de cátedra en las universidades y escuelas, guiados por unas teorías que no permiten la duda. Lo que ha permeado la agenda política, cultural e incluso el mundo empresarial.
Retroceso posible
La escritora Gisela Kozak advierte que el retroceso siempre es posible, especialmente cuando se identifica a la población LGBTQ+ con una tendencia política específica. Según Kozak, la confiscación del movimiento LGBTQ+ por una izquierda que impugna la democracia liberal puede ser un obstáculo para consolidar las conquistas del movimiento. Especialmente frente al auge del nacionalismo de base religiosa en el mundo. Como se pudo ver con las recientes decisiones de la Corte Suprema en Estados Unidos, o las restricciones legales que impulsan los partidos de derecha en Europa.
Kozak argumenta que es preferible lograr consensos ideológicos mucho más amplios dentro de cada país para garantizar la continuidad en el tiempo y la preservación de las conquistas que se pueden perder. “Me preocupa que se olvide el hecho absolutamente comprobable de que las democracias liberales han sido los únicos regímenes políticos favorable a nuestros derechos».
La homosexualidad aún está penalizada en 67 países y territorios en el mundo. Las penas varían desde unos pocos meses de prisión a cadena perpetua o hasta la pena de muerte. Es evidente que el movimiento LGBTQ+ tiene suficientes frentes en los cuales luchar. También lo es que no solo en Rusia hay quienes creen que el movimiento ha tomado unas estrategias «extremistas», lo puede abrir la puerta a nuevos reveses en otras cortes.