La desconfianza hacia el conocimiento científico y la gran cantidad de bulos y falsedades que circulan en la redes sociales con respecto al coronavirus pueden ser el cóctel perfecto para que el movimiento antivacuna se afiance frente a una futura vacuna contra el SARS-CoV-2. La consecuencia directa podría ser devastadora: una ampliación del brote de la COVID-19.
A pesar de que el movimiento antivacuna es minoritario, las redes sociales se convirtieron en un campo fértil para su proliferación. Lo más impactante no es el hecho de que haya muchos grupos que se oponen a las prácticas de inoculación en las redes sociales. Lo sorprendente es su capacidad sistemática de acción para pescar adeptos hasta entre el menos pintado.
Un estudio llevado a cabo por tres universidades de los Estados Unidos y un laboratorio nacional descubrió que en Facebook las páginas que mostraban información precisa a favor de las vacunas son grupos periféricos que no tienen tanto movimiento ni influencia en línea. Por el contrario, las páginas que promueven la resistencia a las vacunas se manejan como si de una campaña política se tratara para llegar con diferentes mensajes y convencer a distintas audiencias.
Movimiento antivacuna multifacético
«Su núcleo revela un paisaje multifacético de complejidad sin precedentes que involucra a casi 100 millones de individuos divididos en grupos altamente dinámicos e interconectados en ciudades, países, continentes e idiomas», señala el estudio. Un movimiento acoplado y organizado que busca ganar adeptos a través de las redes, además de generar confusión.
La investigación mapeó la conversación sobre las vacunas en Facebook durante el brote de sarampión que hubo en los Estados Unidos en 2019. En la conversación participaron 3.000 millones de usuarios, de los cuales 100 millones estaban en contra de la vacunación. A pesar de esta marcada minoría, el estudio descubrió que había tres veces más comunidades activas contra la vacunación que grupos a favor.
Señala Neil Johnson, uno de los investigadores de la Universidad de Washington, que se encontró algo completamente inesperado: una lucha en línea, donde la ciencia, la salud pública y sus partidarios están peleando del lado equivocado. Ahora, ¿cómo ha logrado el movimiento antivacuna posicionarse ampliamente en las redes sociales a pesar de ser una minoría?
La importancia de los contenidos
El análisis cualitativo de los contenidos encontró que el movimiento antivacuna ofrece una amplia gama de mensajes. Combinan «preocupaciones de seguridad, teorías de conspiración, salud y medicina alternativa», y ahora la causa y la cura de la COVID-19.
La amplia gama de mensajes se cuela tanto entre grupos de indecisos, como entre madres que hacen yoga o hasta en los sectores más conservadores. Mientras que los mensajes de los grupos provacunas son «monotemáticos».
El peligro de que el movimiento antivacuna siga creciendo es las redes es que propague información errónea y falsa sobre una cura para la COVID-19 antes de que esta siquiera exista.
Si se llegase a dar con la vacuna contra el SARS-CoV-2 , habría una gran posibilidad de que un amplio sector de la población mundial no se quiera inocular. Entonces, ¿cómo se controla la transmisión de un virus altamente eficaz en el contagio, cuyas cifras han llegado a proporciones pandémicas?
Algoritmos y salud pública
Se debe comenzar desde ya a frenar el movimiento antivacuna en materia de la COVID-19. De otra manera, las consecuencias en la salud pública serían desastrosas, sin contar con los efectos en materia social y económica.
La semana pasada, más de un centenar de médicos y enfermeros de varios países exigían a las plataformas tecnológicas corregir el registro de información errónea en materia de salud y «desintoxicar los algoritmos que deciden lo que la gente ve». Los algoritmos siguen priorizando mantener a la gente línea, en lugar de proteger la salud de los usuarios.
También la OMS y los organismos nacionales e internacionales de salud pública deben comenzar a diseñar campañas que restablezcan la confianza en la ciencia, mientras se desarrolla una vacuna contra la COVID-19.
Para ese diseño es fundamental considerar, entender y profundizar en la dinámica del movimiento antivacuna en internet. Y la sociedad civil también tiene su parte en la tarea: movilizar a todo aquel que observe vulnerable a campañas dañinas. Las vacunas salvan vidas.
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