Con olas de calor cada vez más frecuentes, intensas y duraderas, los científicos ahondan las investigaciones para determinar qué temperatura podemos resistir como especie. Los resultados son bastante pesimistas. El nivel de adaptación de los humanos a las altas temperaturas es menor de lo que se pensaba. La amenaza está ahí. Podemos morir de calor y todavía muchos deshojan las margaritas sobre la crisis climática.
El calentamiento global viene cobrando un precio humano alarmante. De acuerdo con un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona compartido por la revista Nature Medicine, durante el verano del 2022, en Europa se registraron algo más de 61.600 muertes a raíz de las altas temperaturas. En España, el Instituto de Salud Carlos III estima que ocurrido 30.861 muertes más de las esperadas.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos informa que hubo 11.000 muertes causadas directamente por la exposición al calor entre 1979 y 2018. Probablemente sean más. Muchas veces no se considera una causa de muerte. En América del Sur, las muertes por calor se han disparado en un 160% en los últimos 20 años. El calor representa un mayor peligro para niños menores de un año y adultos mayores de 65.
Al límite humano
El cambio climático y el calentamiento global son problemas graves, no de simple actualidad. Un estudio de 2021 publicado en Physiology Report por investigadores de la Universidad de Roehampton (Londres) sostiene que el cuerpo humano posee una “temperatura crítica superior” que puede tolerar sin peligro entre 40 y 50 °C. Es el límite superior de la zona termoneutral del cuerpo humano, el rango de temperatura ambiente en el cual el cuerpo puede mantener eficazmente su temperatura y equilibrio.
Una vez que la temperatura del aire alcanza los 50 °C, el cuerpo no puede disipar el calor y su temperatura central aumenta. Si no nos hidratamos, a los 41 °C de temperatura ambiental, las células del ser humano comienzan a morir. Si la temperatura sigue aumentando comenzaría la deshidratación hasta los 55 °C, que es la temperatura máxima que el ser humano puede soportar. A los 60 °C sobreviviríamos diez minutos o menos.
Otro estudio más reciente cita un límite mucho más bajo: 32 °C. La temperatura en la que empezamos a sudar. Una vez alcanzada esta temperatura, nuestro cuerpo experimenta “estrés térmico”. Una afección que provoca confusión, náuseas, mareos, dolor de cabeza y desmayos.
Por dentro es peor
Los límites de temperatura corporal interna son aún más restrictivos. MedlinePlus indica que el daño cerebral puede ocurrir una vez que el cuerpo alcanza una temperatura interna de 42 °C. A partir de los 43 °C el cuerpo deja de funcionar. Las proteínas desnaturalizan y dejan de funcionar correctamente. El sistema nervioso es menos eficaz, se dilatan los vasos sanguíneos y el corazón bombea la sangre con menos fuerza. Está ‘desincronizado’ y puede causar niveles bajos de oxígeno. Sin oxígeno el cerebro está indefenso, entonces se presenta un verdadero problema.
Un artículo de Outside de 2022 sobre el golpe de calor cita la temperatura corporal más alta conocida a la que un ser humano pudo sobrevivir: “Fue solo 17 grados por encima de lo normal. Willie Jones, un hombre de Atlanta de 52 años, fue rescatado de su apartamento durante una ola de calor en 1980. Su temperatura interna era de 46,5 °C».
Cada persona es diferente y su reacción al calor puede variar considerablemente en función de la edad, el sexo y los trastornos médicos existentes. La tasa metabólica de algunas personas no aumenta a 40 °C, pero sí a 50 °C. El cuerpo trabaja mucho para defender su temperatura central, no le gusta que cambie. El profesor Lewis Halsey, investigador de la Universidad de Roehampton (Londres), ha señalado que algunos corredores de maratón han sido cronometrados con una temperatura central de 42 °C, y eso se debe a correr en un ambiente caluroso, pero hasta los maratonistas empiezan a sufrir a partir de los 44 °C.
Los bebés y los ancianos se encuentran los más vulnerables al calor extremo. Su sistema cardiovascular no responde bien a las altas temperaturas. Hay estudios que demuestran que la mujer tiene hasta un 15% más riesgo de morir por calor que un hombre.
Al borde del infierno
Las olas de calor están aumentando en duración, gravedad y frecuencia por el cambio climático. Los límites que podemos aguantar antes de entrar al infierno no solo se relaciona con la temperatura, la humedad también participa en la ecuación. Los científicos han mostrado su preocupación por frecuente aumento del calor extremo unido a una mayor humedad. Se emplea la “temperatura de bulbo húmedo”, que es la mínima necesaria para que la humedad ambiental sea del 100 % en un ambiente dado. Un estudio publicado en 2010 estimaba que una temperatura de bulbo húmedo de 35 °C sería el límite máximo seguro. Actualmente, las olas de calor en todo el mundo se acercan o superan estos límites.
Con mayor temperatura, el cuerpo humano pierde la capacidad de enfriarse evaporando el sudor de la piel para mantener una temperatura corporal estable. El corazón bombea más flujo sanguíneo para disipar el calor. Si, además, se suda, disminuyen los fluidos corporales. En el peor de los casos, la exposición prolongada puede provocar un golpe de calor. La persona requiere de inmediato hidratación, enfriamiento y tratamiento médico. Si no, puede morir.
En entornos secos y calurosos, los límites ambientales críticos no están determinados por las temperaturas de bulbo húmedo. Casi todo el sudor que producimos se evapora, lo cual enfría el cuerpo. Pero la cantidad que los humanos pueden sudar es limitada.
Adaptarse para sobrevivir
Estos umbrales intentan evitar que la temperatura corporal aumente excesivamente. Incluso las temperaturas más bajas y la humedad pueden estresar el corazón y a otros sistemas corporales. Sobrepasar estos límites no necesariamente representa el peor de los casos, pero una exposición prolongada sí puede ser fatal para poblaciones vulnerables como ancianos o personas con enfermedades crónicas.
Enfrentar las temperaturas extremas que se están volviendo más comunes debido al calentamiento global puede ser un desafío. No hay muchas opciones disponibles para las personas, aparte de mantenerse hidratadas. Incluso con electrolitos si es necesario. Cuando el cuerpo suda, pierde mucha sal y minerales. Si una persona bebe mucha agua, pero no reemplaza estos minerales agotados, puede experimentar complicaciones.
Los médicos recomienda hacer todo lo posible para reducir la temperatura. Tomar baños fríos, comer alimentos fríos y usar ropa más liviana. Un consejo contradictorio, pero vital: un ventilador eléctrico no evita las enfermedades relacionadas con el calor. Debido a la forma en que funciona la evaporación, alguien podría deshidratarse más en un sitio con un ventilador en funcionamiento. El viento arrastra el vapor de agua más rápidamente.
A medida que el clima se calienta, la gente tendrá que adaptarse para sobrevivir. Para Matthew Patterson, investigador posdoctoral en física climática de la Universidad de Oxford, nuestra sociedad está muy adaptada al clima. “Es un clima relativamente estable el que hemos experimentado en los últimos 10.000 años. Al cambiar eso, estamos haciendo más difícil sostener la vida humana de la forma en que estamos acostumbrados». Sencillamente estamos a las puertas del infierno y podemos morir de calor.