Gwyneth Morgan / bonaona@bonaona.org
Mito 1
La quinta generación de tecnología inalámbrica es una necesidad para que España y Europa sigansiendo competitivos en el escenario mundial.
Realidad
El 5G es inviable sin subvenciones millonarias. “Vodaphone España pide más de 2.000 millones de los fondos europeos para el despliegue del 5G. Hay que dedicar el 10% de los fondos europeos a dar un salto cuántico en la transformación digital del país”[1]. Con cifras tan elevadas en juego los análisis coste–beneficio están muy sesgados por quienes optan a las subvenciones[2].
Mito 2
El 5G es clave para beneficiarse de una conectividad mejorada, es esencial para el desarrollo económico, cultural y social de cualquier comunidad «Smart cities, Smart territories, Smart islands”.
Realidad
El 5G no es el cénit de la conectividad; las redes de fibra óptica con cable pueden hacer la misma labor sin los problemas de las telecomunicaciones inalámbricas, son igual de rápidas y mucho más seguras. [3] [4]
Algunas de las supuestas posibilidades del 5G, como los vehículos autónomos, no pueden funcionar por redes de fibra cableadas. Sin embargo, los expertos advierten que los vehículos autónomos tienen muchos riesgos y responsabilidades legales asociados.[5] [6]
Mito 3
El 5G es la solución de la industria inalámbrica para nuestro creciente consumo de datos inalámbricos.
Realidad
¿Es un reclamo de la sociedad o es una necesidad fomentada por las industrias de telecomunicaciones? La industria no proporciona 5G como servicio público. Cuando se le preguntó sobre la motivación que impulsa el 5G en una reunión de diciembre de 2016 del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), el respetado experto de la industria e investigador senior de Huawei, H. Anthony Chan, dijo: «…si la tecnología no cambia, la compañía morirá … se trata de más trabajos … ingeniería y fabricación … La gente debe comprar un nuevo teléfono «.[7] ¿Cuántos aparatos inalámbricos, sensores, etc. podrían conectarse igualmente por cable?
Mito 4
El 5G nos traerá el Internet más rápido posible. Una vez implementado por completo, la tecnología 5G promete velocidades teóricas máximas en el rango de 10 Gbps.
Realidad
Los nuevos avances en fibra óptica ofrecen una transmisión en tiempo real de 200 Gbps. Esto es 20 veces más rápido que la velocidad teórica máxima del 5G inalámbrico.[8]
Mito 5
La tecnología 5G superará a las conexiones terrestres tradicionales en algunos casos, haciendo que los routers domésticos sean cosa del pasado.
Realidad
El 5G puede ser más rápido que Internet a través de cables de cobre o cable coaxial, pero nunca será más rápido que la fibra cableada directamente a las instalaciones.[9]
Las redes que usan componentes y señales inalámbricas nunca transportarán datos tan rápido, o serán tan seguros, como las redes que cablean la fibra óptica directamente al router doméstico.
Mito 6
Las redes 5G son clave para abrir el potencial de la» Internet de las cosas «(IoT).
Realidad
Una discusión equilibrada e informada sobre el IoT incluirá su potencial, así como sus desventajas. Cuestiones como:
La privacidad, ciberseguridad y seguridad nacional.[10],[11] Más velocidad y capacidad para recopilar datos privados y mayor vulnerabilidad al hackeo por la multitud de aparatos conectados.
Enormes costes ambientales: desprotección del medio natural frente a las radiaciones, mayor gasto energético, extracción y dependencia de minerales raros, obsolescencia programada[12] y sociales: adicciones, sobreexposición a radiaciones, electrosensibilidad, problemas de salud, costes a la seguridad social, impacto de la inteligencia artificial sobre el mercado laboral…[13], [14]
Mito 7
No hay riesgos para la salud asociados con 5G. El plan nacional 5G garantiza que las instalaciones 5G cumplan con todas las normas de seguridad existentes, determina los límites de exposición para dispositivos inalámbricos y su infraestructura asociada. Los límites de España son consistentes con los estándares[15] [16] basados en la ciencia utilizados en otros países. Se han incorporado grandes márgenes de seguridad en estos límites para proporcionar un nivel significativo de protección para el público en general y el personal que trabaja cerca de fuentes de radiofrecuencia.
Realidad
Existe una amplia ciencia revisada por pares que vincula los efectos no térmicos de las radiofrecuencias con el daño biológico17
Los límites aplicados se corresponden a unas directrices del ICNIRP denunciados como obsoletos y nada garantes de nuestra salud por numerosos colectivos médicos, científicos[18] [19] [20] [21]organizaciones en defensa del medio ambiente[22] e incluso legales20.
Bruselas, países como Suiza y Rusia tienen límites de exposición a la radiación mucho más protectores que los nuestros. Piden moratoria al 5G sesenta municipios en Francia[23], 600 municipios de Italia[24] el consejo de Hawai, Córcega exige disponer de un estudio de impacto ambiental[25].
El defensor del pueblo[26] español le recordó al Gobierno sus deberes legales:
Someter los planes y proyectos en materia de telecomunicaciones a evaluación ambiental estratégica y evaluación de impacto ambiental respectivamente, cuando reúnan los requisitos establecidos en la Ley 21/2013 de evaluación ambiental.
Propuso: regular la Comisión Interministerial sobre Radiofrecuencias y Salud y someter a consulta de la Comisión la forma de proceder respecto a la aplicación del principio de precaución en el desarrollo de proyectos que impliquen el uso de la banda de 26 GHz, en tanto no se determinen los límites seguros de exposición a emisiones radioeléctricas exigibles para dicha frecuencia.
Se incumplen todos estos deberes legales.
En 1976, el Instituto de Investigación Médica Naval de Estados Unidos publicó una bibliografía de 3.700 artículos científicos sobre los efectos biológicos térmicos y no térmicos de la RF. El cuerpo de evidencia científica sobre las implicaciones para la salud de los efectos no térmicos de RFR ha crecido exponencialmente desde entonces.
Mito 8
Las antenas se monitorizan para controlar el nivel de emisiones.
Realidad
El problema es que la normativa es extremadamente permisiva al no reconocer los daños producidos por los efectos biológicos no térmicos y los efectos a largo plazo. Se pueden solicitar mediciones a la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales o su equivalente autonómico, pero mientras cumplan normativa es difícil reclamar. Sin embargo, la misma UE reconoce la dificultad para medir el impacto de las radiaciones generadas por el 5G en el mundo real[27]. Dado cómo funcionan 5G y el IoT, se requieren nuevos y complejos sistemas de medición, el nivel de radiaciones depende de los dispositivos que se estén utilizando y de posibles interacciones entre ellos. Para saber a qué nivel de radiaciones está siendo sometida la población se debería tener en cuenta todas las instalaciones de radiocomunicaciones presentes en el entorno local.
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