Hace tan sólo unos meses, en mayo, el grupo de los socialistas europeos logró que el Parlamento comunitario suscribiera un manifiesto para excluir los minerales procedentes de zonas de conflicto del mercado de la Unión Europea. Gracias a esta iniciativa, no acogida de buen grado por los sectores más conservadores, se garantizará en el futuro un sistema vinculante que garantice la trazabilidad del estaño, el tungsteno, el tantalio y el oro. Todo ello para garantizar que los productos que se comercialicen en la UE no terminen alimentando las violaciones de los derechos humanos en las zonas de conflicto.
De momento, la decisión del Parlamento de Europa no deja de ser algo más que un texto bienintencionado. Los mismos proponentes de la declaración, el grupo socialista europeo, reconoce que ahora se inicia un procedo de “negociaciones difíciles” con la Comisión Europea y el Consejo para lograr una norma definitiva.
“Durante décadas, el comercio de minerales ha jugado un papel central en la financiación de algunos de los conflictos más brutales del mundo. Bien conocido es, por ejemplo, el caso de la República Democrática del Congo y el coltán”, destaca Lidia González, del equipo de Empresas de Amnistía Internacional.
Es una de las ONGs más activa a la hora de movilizar a la ciudadanía en las redes sociales para que la sociedad civil presione a los legisladores a fin de incorporar reglamentos que garanticen que no se financia a grupos armados con la compra de minerales de conflicto. Si finalmente se concreta el reglamento comunitario, 880.000 empresas de Europa estarán obligadas a obtener un certificado que acredite que no financian a grupos armados ni incentivan abusos de derechos humanos para abastecerse de materias primas.
La Unión Europea es el segundo mayor importador de ordenadores y teléfonos móviles en el mundo. Demasiados intereses en juego para que primen los derechos humanos por encima de la rentabilidad. Las grandes empresas tratarán ahora de imitar el alcance de la reglamentación comunitaria.
Buena parte de las reservas mundiales de coltán se encuentran en la República Democrática del Congo y abastecerse en otros mercados aumentaría a buen seguro el precio de la materia prima y de los futuros terminales.
El camino de Estados Unidos
La presión que las ONGs mantienen en la actualidad contra los grupos políticos en Europa sigue los pasos de las acciones realizadas por sus homólogas en Estados Unidos que lograron la aprobación en 2012 del reglamento Dodd-Frank que establece serias limitaciones a la industria para evitar que sus terminales contengan “minerales de sangre”.
Gracias a la iniciativa legislativa estadounidense la producción de minerales se ha desplazado a otras zonas libres de conflictos y se ha reducido el control de las minas por parte de los grupos armados que han visto también como muchas de las grandes multinacionales dejaban de abastecerse en su zona de control para evitar las sanciones de la administración.
En el lado negativo, el empeoramiento en las condiciones de vida de buena parte de la población que trabajaba en las minas ya que los embargos han propiciado que se queden sin trabajo -por penoso que fuera- y tengan aún más dificultades para alimentarse y costearse medicinas.
“Tecnología libre de Conflicto”
La ONG Alboan, promovida por los Jesuitas, realiza desde hace años campañas de concienciación sobre la relación entre la extracción y el comercio de minerales necesarios para la industria electrónica y la situación de violencia en las zonas de conflicto, principalmente en África. Actualmente mantienen en vigor una campaña que pone el acento en las “múltiples formas de explotación y violencia contra las mujeres” como consecuencia del conflicto que se mantiene vivo en la República Democrática del Congo. Unos enfrentamientos que sólo son posibles gracias a los beneficios que los grupos armados obtienen de la explotación de minerales utilizados especialmente en los teléfonos móviles, tabletas y ordenadores: oro, estaño, tantalio y wolframio.
Gracias al dinero que obtienen de la venta de estos “minerales de sangre” pueden comprar armas en los mercados internacionales que le permiten perpetuar el conflicto. Según datos de la ONG vasca, la guerra ha convertido a el Congo en el peor de los infiernos con cinco millones de muertos desde 1998, un millón de personas desplazadas sólo en 2013 y la utilización de la violación como arma de guerra, con cien mil mujeres violadas cada año.
Tras el lema Lo que tu móvil esconde, Alboan quiere que la ciudadanía descubra la conexión existente entre nuestros móviles y la violencia contra las mujeres en el Congo que son continuamente víctimas de violaciones y abusos por todos los grupos armados y también en los campamentos de refugiados. Muchas de ellas contraen enfermedades graves como el SIDA y tienen que ejercer la prostitución para poder mantenerse. Muchas terminan además siendo porteadoras en las minas en condiciones de semiesclavitud.
Y en país desestructurado y violento pensar que la situación a futuro puede cambiar es una mera quimera. Un gran colectivo de chicas jóvenes nunca ha podido ir a la escuela y sin educación se perpetúa el modelo de dependencia de los hombres y el trabajo esclavo.
Alboan, gracias a las aportaciones de la ciudadanía y de las instituciones que les apoyan trabaja en el Congo en procesos de empoderamiento de la población femenina, principalmente dentro de los campamentos de personas desplazadas. También apoya a las mujeres que han sufrido la violencia sexual mediante la creación de Casas de Acogida y la formación en competencias para posibilitar una participación más activa de las mujeres en la toma de decisiones de sus comunidades.