Por Beatriz G. Portalatín | Ilustración: Bungalow
Seguro que esta situación le resulta familiar: contestamos a un correo de trabajo a la vez que hablamos por teléfono para confirmar una reunión y, mientras, tenemos en la cabeza llamar al médico para coger una cita la semana que viene… Con este ritmo de vida, ¿somos capaces de llegar a todo? ¿O llegamos, pero a medias? La disciplina del mindfulness es una de las respuestas más en boga ante esta avalancha de lo inmediato. De forma mucho más relajada, ayuda a abarcarlo todo.
Se trata de un entrenamiento mental que busca potenciar la atención, una de las habilidades más importantes y que más ocupa nuestra vida. “El objetivo de esta técnica es abrirse, observar, aceptar lo que está ocurriendo y, sobre todo, no juzgar”, afirma Carolina Amiero, profesora de meditación y yoga en Madrid, que se prepara para impartir la técnica de mindfulness.
Ejemplifica cómo puede ser una clase (siempre depende del centro y del instructor, insiste). “En primer lugar, y durante dos minutos, se hace un ejercicio de reflexión para ‘hacernos presentes’. Esto es, tomar conciencia del lugar en el que estamos y de cómo está el cuerpo. Nos observamos a nosotros mismos. En todo momento, en cada uno de los pasos, el profesor va guiando. Después, se ejercita la respiración para intentar atender sólo a ésta. Más tarde, se pasa a la meditación en movimiento, que consiste en hacer ejercicios para focalizar nuestra atención, como caminar en silencio. Después, se hacen 20 minutos de ‘yoga suave’ para escuchar nuestras sensaciones y emociones. Y por último, se realiza un ejercicio de meditación observando las sensaciones de cada parte de nuestro cuerpo de una forma muy precisa”.
María es una de las beneficiadas de esta técnica. Esta cardióloga de 39 años empezó a practicarla por su personalidad ansiosa y reconoce haber logrado resultados. “Estoy consiguiendo no ser tan dura conmigo misma y he alcanzado una felicidad interior al aceptarme con todo mi bagaje. A veces, hasta me lo tomo con humor”. Es importante tener claro que no se trata de una terapia psicológica, sino de un entrenamiento que enseña habilidades, pero nunca sustituye a una terapia profesional.
Exigencia, perfección y prisas son las amantes preferidas de nuestra rutina mientras los índices de estrés, ansiedad y depresión no dejan de aumentar. Cada vez somos más dependientes de nuestros dispositivos móviles o redes sociales y eso “obliga a que estemos más desconectados del mundo. Estas circunstancias hacen que sea fundamental entrenar la atención y manejar nuestras emociones para tener un mejor control de nosotros mismos”, añade la cardióloga.
Con un origen budista que deriva de la meditación y la contemplación, el objetivo del mindfulness es alcanzar un estado de consciencia plena. Es decir, “ser conscientes de todo lo que nos rodea en el mismo momento en el que estamos, intentar calmar la mente y centrarse en el aquí y ahora”, afirma Marta Alonso, psicóloga clínica y presidenta de la Asociación Española de Mindfulness.
Orígenes
Los primeros pasos del movimiento se remontan a la década de los 70 en EEUU (incluso las universidades de Harvard y Stanford ofrecen cursos sobre esta técnica) y hace apenas ocho años que se asentó en España, donde la demanda es cada vez mayor. Son innumerables los centros donde poder practicarlo de forma individual y en grupo, aunque no existen datos contabilizados sobre ello.
Sin embargo, no puede impartirlo cualquiera, se necesita formación. En este momento existen siete universidades españolas que ofrecen titulaciones propias de Experto o Máster en Mindfulness, empresas que imparten los protocolos más importantes reconocidos internacionalmente, unidades de investigación que publican estudios cada vez más rigurosos, conferencias internacionales y una enorme cantidad de libros publicados.
“Podríamos decir que está de rabiosa actualidad. Se ha convertido en una moda, para bien y para mal”, cuenta Alonso. También hay empresas que imparten clases a sus empleados, llegando a poner en práctica esta técnica en los salones de juntas desde Silicon Valley hasta Wall Street.
Para alcanzar los objetivos es importante un entrenamiento regular y continuado. “Al igual que trabajamos el cuerpo de forma constante, del mismo modo hay que hacerlo con la mente”, mantiene Javier Carril, conferenciante y socio director de Execoach, consultora especializada en el desarrollo de la motivación. Por ello, es necesario entrenar todos los días unos 20 ó 30 minutos; los beneficios se notarán a los tres meses de práctica.
Antes de ejercitarse a solas en casa, es necesario haber asistido a clases o talleres para conocer la técnica. Ésta no requiere de ninguna postura específica: se puede hacer sentado, tumbado o incluso de pie, de forma individual o en grupo y con ropa cómoda.
Su crecimiento se debe a que la práctica continuada y regulada genera grandes beneficios en la salud. Por ejemplo, refuerza el sistema inmunitario y la producción de anticuerpos; produce vitalidad y ayuda a dormir mejor. Pero, sin duda, los beneficios se notan a nivel mental: potencia la concentración, la relajación y favorece estados de ánimo más positivos. “Es una herramienta que permite controlar el estrés, la ansiedad, la desmotivación y las emociones negativas”, asegura Carril.
El médico Vicente Simón, catedrático en Psicobiología y uno de los máximos exponentes de esta disciplina en España, considera que es un movimiento global que forma parte de la evolución de la humanidad: “Va en la dirección de un cambio de conciencia”.