La bola que han echado a correr algunos de que “Venezuela se arregló”, parece no tener sentido para los nacionales de a pie, que se topan día a día, con la ausencia de posibilidades de sobrevivencia. Muchos optan por el camino más tortuoso con la esperanza de ver la luz al final del túnel. Esta vez, una gran caravana de unos15.000 migrantes, la más numerosa hasta ahora y con una alta participación de venezolanos, partió de Chiapas, al sur de México, rumbo a Estados Unidos. En la marcha murió una venezolana que avanzaba en silla de ruedas.
La búsqueda por unas mejores condiciones de vida lleva a este importante número de personas a burlar obstáculos en la travesía. Niños, adultos mayores y personas con discapacidad se lanzan a recorrer largas extensiones. Enfrentando las durezas del clima y las implacables normas de seguridad de los países en tránsito. Muchos venezolanos han muerto al huir del país, los han asesinado o han sido expulsados de países de la región.
Otra de las motivaciones de ese ejército de migrantes es llamar la atención de los líderes reunidos en la IX Cumbre de las Américas que aborda, como tema prioritario, la migración. Esta avalancha que intenta abrirse paso, se ha tropezado con unas declaraciones implacables de Brian Nichols, subsecretario estadounidense para América Latina.
«La frontera está cerrada; no se arriesguen», dijo el funcionario a la mayor caravana de migrantes de los últimos años que transita por el sur de México con destino a EE UU. Insistió en entrevista a Efe que “ingresar al país depende de un motivo legal. Lo que yo digo a esta gente es que no arriesguen sus vidas en una jornada larga que no va a resultar en la entrada a Estados Unidos”.
Escalada de migrantes venezolanos rumbo a EE UU
Brian Nichols afirmó que la IX Cumbre de las Américas, que se celebra en Los Ángeles, su Gobierno busca acuerdos para frenar los flujos migratorios en el continente. En el caso de los venezolanos, son casi 7 millones los que conforman la dolorosa y constante diáspora, según cifras de ACNUR.
Explicó que la cumbre incluye los temas más importantes para la población del hemisferio: la democracia, el cambio climático. La salud, el acceso a internet y mejores oportunidades de trabajo. Eso nos da capacidad para dar una mejor calidad de vida a las personas en sus propios países.
En paralelo, dijo, están negociando el Acuerdo de Los Ángeles para Migración y Protección, que implica una inversión de recursos en los países que están en lucha contra la inmigración irregular.
“Hay una crisis migratoria a nivel global. Estamos hablando con nuestros socios alrededor del mundo para promover oportunidades para recibir refugiados. Y apoyar poblaciones en riesgo en sus países. Es una conversación que tenemos con una gran cantidad de países y espero poder anunciar logros concretos durante esta semana”.
El subsecretario estadounidense para América Latina recordó que a la cumbre no fueron invitados Venezuela, Cuba y Nicaragua.
“El presidente del Gobierno interino que reconocemos (Juan Guaidó) no está invitado a la cumbre. Pero va a haber participación de algunos venezolanos miembros del Gobierno interino en eventos alrededor de la cumbre”, con el fin de abordar el tema de los migrantes que van a EE UU.
Muertes, deportaciones, maltratos
En la gran caravana de migrantes, en su mayoría venezolanos, centroamericanos y africanos, con destino a Estados Unidos, murió Yuretzi Narváez. La caraqueña se movilizaba en silla de ruedas y sufrió un colapso. Padecía diabetes. En medio de la agitación, el estrés y las malas condiciones alimenticias, Narváez se descompensó y fue trasladada al Hospital de Huixtla, en donde murió.
“Tenía azúcar alta. Por eso no vamos a permitir ya arriesgar a mujeres y a niños acá”, dijo Luis García Villagrán, vocero y dirigente de la caravana, al diario mexicano La Jornada.
Como Yuretzi son decenas los venezolanos migrantes y refugiados que mueren en su intento, justamente, por salvaguardar sus vidas. La paradoja de ese doloroso éxodo que no cesa.
Esta inmensa caravana que funde en uno a nacionalidades y propósitos, inicio el pasado lunes. En un primer tramo, caminaron más de 8 kilómetros, por lo que ya pasaron el primer retén migratorio donde estaban algunos miembros de la Guardia Nacional (GN) y el INM. Por lo pronto, se limitaron a observar el avance del contingente.
El director del Centro de Dignificación Humana, Luis Rey García Villagrán, expuso que en total hay más de 5.000 familias, incluyendo cerca de 93 mujeres embarazadas y 3.000 niños.
“Es necesario que esta crisis migratoria se atienda conforme a la ley. Visas humanitarias por un año, inmediatamente, que sean válidas en territorio nacional”, expresóGarcía a Efe. Es activista conocido por acompañar y defender las caravanas de migrantes.
Por otra parte, John Romero, migrante venezolano, indicó que buscan la visa humanitaria que han prometido las autoridades mexicanas en el pasado. Pero hasta ahora no han obtenido una respuesta.
“Nosotros no queremos quedarnos en México, lo que queremos es salir. Por eso vamos con todo caminando”, manifestó.
Terribles historias para alcanzar el sueño americano
Eymar Hernández era policía en Venezuela. En enero, 18 miembros de su familia, repartida entre los estados Táchira y Barquisimeto, abrieron un grupo de WhatsApp para compartir pesares y problemas diarios. Tres meses después estaban planeando su salida del país.
El miércoles, después de cruzar irregularmente las fronteras de siete países y atravesar ríos y selvas, uno de los ocho menores de la familia, Valesca Pires, de dos años, tuvo que ser hospitalizada en el sur de México. Presentó convulsiones por fiebre después de caminar bajo el sol y la lluvia, recoge Los Ángeles Times.
“Si es fuerte para un adulto, ahora imagínese para ella”, decía su padre, Wilber Pires, mientras buscaba las medicinas recetadas. Y después de haber pasado la noche durmiendo en el suelo de una cancha cubierta. Junto a sus primos, sobrinos, tíos y cuñados, con quienes esperaba volver a lanzarse a caminar el jueves.
Los Hernández y Pires son una familia extendida de los muchos migrantes venezolanos que conforman la caravana que partió de Tapachula, casi en la frontera con Guatemala, con miras a llegar a EE UU.
El flujo de venezolanos ha continuado aunque de forma más peligrosa y en la clandestinidad. Desde enero, más de la mitad de los 34.000 migrantes que cruzaron el Darién, la selva que separa Colombia y Panamá, eran venezolanos, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá.
Para los Hernández y Pires, cruzar la selva fue lo peor del trayecto. Algunos migrantes mueren en ese tramo. Eymar Hernández, el mayor de la familia, tuvo suerte. Se desmayó el primer día de la travesía en medio del fango, hierba espesa, ríos caudalosos y alimañas.
El mundo conoce esta situación. Existe sensibilidad y solidaridad. La raíz del problema sigue allí desatando inconformidades.