La oportunidad de visitar un lugar que no se ha visto antes no es solo una ocasión para admirar sus bellezas artísticas y culturales, sino también una grata oportunidad para conocer sus ambientes, fragancias, sabores y riquezas enogastronómicas, elementos esenciales que permiten vivir plenamente una región.
Cuando se llega a Milán, corazón palpitante de la región y centro neurálgico de la economía italiana, uno se queda cautivado por las sugestivas tentaciones de la metrópoli. A quien le gusta mezclarse entre la multitud puede sumergirse en el ritual de un aperitivo en el barrio de los Navigl. Se puede elegir entre las muchas y diversas opciones de locales y seguirlo, quizás, de una cena con sabores locales o de fusión. De la cocina japonesa a la brasileña, de una cena con estrella a una hostería con cocina, de un cocktail bar para un largo aperitivo a un restaurante vegano.
Al igual que su dialecto, la cocina milanesa se ha contaminado y, de hecho, el vínculo con Austria se encuentra en el plato más simbólico de la ciudad, la cotoletta alla milanese. En las pastelerías, el rey de los dulces es el panettone: artesanales, solidarios, económicos, clásicos o especiales para satisfacer todo tipo de paladares. En las panaderías, los frescos y fragantes panecillos michetta siguen siendo el símbolo de Milán.
El café espresso es imprescindible, y se disfruta mejor en uno de los cafés históricos: a pocos pasos del Duomo, por ejemplo, se encontraba el famoso Café frecuentado por los mazzinianos que lucharon por la independencia de Italia, totalmente opuesto al situado frente al Teatro alla Scala, donde se reunían los partidarios de Cavour.
Para los que buscan una experiencia de alto nivel, en la región hay muchos restaurantes con estrella, donde la comida se encuentra con la moda, el sabor se funde con experimentación, elegancia y armonía, dando lugar a las excelencias de una tradición gastronómica con una historia antigua, pero con una mirada hacia el futuro.
En Milán, los grandes nombres de la moda también proponen su estilo y su gusto en bistrós y restaurantes de alta cocina. Entornos con atmósferas mágicas donde se puede disfrutar de menús que son auténticas sinfonías. Los que siguen la tradición culinaria italiana y francesa, los que crean ambientes glamurosos inspirados en el estilo oriental y los que conquistan paladares con los sabores típicos del sur de Italia.
Además de una experiencia gastronómica completa, también es posible encontrar una impresionante vista de la ciudad o sumergirse en envolventes y evocadoras atmósferas vintage. La búsqueda estética de estos locales va desde la elegancia de la sala hasta la precisión del plato, proporcionando experiencias sensoriales inolvidables.
Pero a pocos kilómetros de la palpitante vida de la ciudad se extiende un paisaje muy diferente, hecho de cortijos y campos arados, donde la buena comida y el buen vino se visten con el ropaje de una tradición y una cultura agrícola que no dejan de sorprender.
Risotto con sardina ahumada, perca y granos de café. El plato clave de la tradición gastronómica se ha coloreado con infinitos matices. Como toda la variada cocina regional.
Una primera degustación puede hacerse incluso sin salir de los confines de la capital. Le costará creerlo, pero Milán es la segunda ciudad agrícola de Italia: no lejos de Porta Romana, por ejemplo, se encontrará con una auténtica casa de campo aún inmersa en la ciudad.
En el suroeste de Milán se pueden encontrar ejemplos de arquitectura rural recalificada también con fines agroturísticos, y un punto de partida privilegiado para descubrir las zonas rurales de la Baja Milanesa. En el interior del Parco Sempione, escondido entre la Torre Branca, la Triennale y el Arco de la Paz, se descubre un espacio híbrido, abierto a la ciudad, dedicado a la sostenibilidad medioambiental y a la promoción social.
A las puertas de Milán se encuentra Oasi Ca’ Granda, un espacio por descubrir donde disfrutar de experiencias únicas, inmerso en una naturaleza llena de encanto e historia. Entre prados y bosques, a lo largo de canales y fuentes, se pueden admirar antiguas granjas, capillas, iglesias y abadías donadas a lo largo de los siglos por numerosos benefactores a la Ca’ Granda, como se llamaba cariñosamente en 1456 al actual Hospital Mayor Policlínico.
Al salir de Milán, el paisaje se transforma y se respiran atmósferas bucólicas que ofrecen paz y relax. En las afueras de la ciudad, los jabalíes hacen de vez en cuando incursiones para comerse los racimos de uva con las que se produce el San Colombano DOC, un tinto cuya variante espumosa combina bien con embutidos, tortillas, risottos, cassoeula y busecca (callos, aquí cocinados con puré de tomate).
Lombardía es una tierra por descubrir también gracias a sus exquisiteces. Baste decir que entre sus excelencias alimentarias hay 20 productos DOP y 14 productos IGP, y entre sus productos vitivinícolas hay cinco vinos DOCG, 21 vinos DOC y 15 vinos IGT. También hay 14 comunidades Slow Food.
A unos 20 kilómetros de Milán, los amantes de la naturaleza se pueden sumergir en los verdes oasis de Brianza; además de contar con una cocina ligada a la tradición, algunas localidades ofrecen la posibilidad de conocer distintas especies de animales en un ambiente rural y naturalista.
Al sur, siguiendo el Naviglio Grande, se encuentran los campos del Parque del Ticino, que desde hace siglos nutren a la ciudad con sus productos agrícolas. En la zona del Magentino, a unos 25 kilómetros de Milán, hay agroturismos y cooperativas agrícolas que protegen la agricultura lombarda. Se respira una atmósfera de antaño, con productos gastronómicos locales y de kilómetro cero para una cocina auténtica y sana, perfecta para un baño de naturaleza y bienestar.
En Maruno, en la provincia de Lodi (a 20 km de Milán), hay un agroturismo cerca del cual se han plantado unas siete hectáreas de bosque con plantas y preciadas esencias hoy desaparecidas en la zona.
A poco más de una hora de Milán, en la zona de Oltrepò Pavese, encontramos antiguas granjas transformadas en agroturismos de aspecto muy refinado, pero no solo eso. Los más exigentes pueden encontrar incluso resorts con spa y piscina, elegantes habitaciones y hosterías donde acompañar la cocina tradicional con un excelente Pinot Noir o un refinado burbujeante Método Clásico del Oltrepò Pavese.
Comida regional, propuestas frescas, genuinas, elaboradas con pasión, hacen de este territorio una tentación que conquista.
Lombardía, cuna de infinitas y exquisitas bondades, ofrece una propuesta gastronómica de calidad, respeto por el medio ambiente y productos sanos y genuinos, procedentes de una agricultura floreciente que combina a la perfección tradición e innovación.