Por Andrés Tovar
Actualización 19/04/2018
La Asamblea Nacional de Cuba eligió este 19 de abril a Miguel Díaz Canel, primer vicepresidente del país y leal al Partido Comunista, para reemplazar a Raúl Castro, quien asumió el liderazgo del país de manos de su hermano Fidel en 2006. Según medios oficiales cubanos, el hasta ahora primer vicepresidente de Cuba fue ratificado con el 99,83 por ciento de los votos de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral).
Es un cambio trascendental para la isla. Por primera vez en casi 60 años, el apellido de su líder no será Castro. En otra gran partida del pasado, Miguel Díaz Canel también será el primer presidente desde la Revolución cubana en no haber luchado en la revuelta. (Nació en 1960. Por ende, un año después de que Fidel Castro marchara a La Habana después de derrocar a Fulgencio Batista).
Aún así, en muchos sentidos, la transición presidencial de Cuba está lejos de ser revolucionaria. Díaz Canel dedicó una considerable parte de su primer discurso a reconocer el legado de los Castro. “Con firmeza, sin apego a los cargos. Con serenidad, madurez, confianza y firmeza revolucionaria. (Raúl) se mantiene por legitimidad y mérito propio al frente de la vanguardia política”, señaló en referencia a la permanencia de Raúl Castro al frente del Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal) hasta el próximo congreso de la formación en 2021.
Es parte de las actualizaciones periódicas que los hermanos Castro han llevado a cabo para mantener el régimen cubano. Ya sea «abriendo» la economía o rechazando la represión estatal. Díaz Canel tendrá que «modificar» la definición de la revolución de Castro para manejar la realidad económica y política de la isla, actualmente en estado precario. El reto es ver cuánto puede hacer ese balance sin la «marca Castro».
Miguel Díaz Canel: Dentro de la Revolución
«Dentro de la Revolución todo; fuera de ella, nada». La frase es de Fidel Castro y es casi un mantra dentro de la burocracia cubana. Pero, en el estricto censo, lo que encaja «dentro de la revolución» ha cambiado drásticamente con el tiempo. La política económica de Cuba es un ejemplo de ello. El gobierno de la isla ha pasado de expropiar negocios privados a permitirles, tímidamente, permitir unos cuantos. Todo en nombre de «la revolución». Dentro de esos procesos, los Castro, tanto Fidel como Raúl, siempre fueron los árbitros. Desde los tiempos del apoyo soviético, pasando por el»período especial» hasta las últimas reformas del segundo, que incluyeron la ampliación del sector privado y los viajes al exterior.
En todos esos procesos, sólo los Castro tenían el placé y la autoridad para «definir la revolución» dentro de la estructura. Miguel Díaz Canel tendrá que trabajar para ejercer ese tipo de influencia dentro de la estructura gubernamental cubana. Para ello, cuenta con el apoyo cercano del propio Raúl Castro, con el que ha estado estrechamente cercano desde su nombramiento como primer Vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, convirtiéndose en el sucesor “in pectore” de Raúl Castro.
Miguel Díaz Canel se muestra como un continuador de la política actual antes que un reformador. En este sentido, el año pasado había declarado que cree “en la continuidad. Siempre habrá presidentes en Cuba siempre defendiendo la Revolución y serán compañeros que saldrán del pueblo”. No se sabe mucho sobre qué tipo de líder hará, pero en un video filtrado el año pasado, se comprometió a censurar medios de comunicación independientes que critican al gobierno.
Miguel Díaz Canel vs. las reformas
El aparato del gobierno ha estado promoviendo la transición con el hashtag #somoscontinuidad. Una continuidad que está más que garantizada. Pues Raúl Castro seguirá siendo el primer secretario del Partido Comunista de Cuba, miembro de la Asamblea Nacional y, incluso aunque no sea presidente, seguirá siendo la figura pública más poderosa de la isla.
No obstante, no todo es un ambiente controlado para Miguel Díaz Canel. La última versión de la revolución, tal como la formuló Raúl, aún necesita una revisión urgente, señalan los observadores. Cuba sigue cojeando por su sistema de doble moneda -una para los locales y otra vinculado al dólar para los turistas y los negocios- que estanca el crecimiento económico.
Cuba también debe lidiar con el colapso de Venezuela, en la que confió para obtener petróleo barato. El comercio de Cuba con Venezuela, que ayudó a apuntalar la economía durante años a través de petróleo subsidiado, cayó a 2.200 millones de dólares en 2016 desde 7.300 millones de dólares en 2014, debido a que los bajos precios del crudo y la caída de la producción petrolera mermaron la capacidad del Gobierno del presidente Nicolás Maduro para ayudar.
¿Hasta dónde podrá llegar Miguel Díaz Canel?
El propio Raúl Castro dijo en 2016 que la economía se había contraído como consecuencia. Cuba debe importar entre un 60 y un 70 por ciento de los alimentos que consume y la agricultura está prácticamente estancada. La cosecha de azúcar de este año caerá un 30 por ciento a su nivel más bajo en más de un siglo, según estimaciones de Reuters. Y las tasas de cambio múltiples distorsionan la economía.
Miguel Diaz Canel deberá enfrentar esos problemas sin la ayuda de los EEUU. Las relaciones entre los dos países, que se hicieron más amistosas durante la administración de Barack Obama, han vuelto a enfriarse bajo el mandato de Donald Trump.
Castro mismo ha respaldado reformas promercado limitadas, pero solo como una manera de que la revolución fuera «más eficiente». Ahora, continuará siendo el jefe del Partido Comunista y habrá suficientes colegas octogenarios y revolucionarios a su alrededor que se aseguren de que Miguel Díaz Canel no tenga demasiada libertad. Eso significa que el nuevo jefe, al menos inicialmente, será un nuevo presidente para la misma Cuba.