Todavía, en el siglo XXI, hay padres que creen que la inteligencia y muchas otras habilidades de los niños son rasgos fijos. Un bebé nace inteligente o no, y poco se puede hacer para potenciarlo. Varias investigaciones han cambiado esa noción y han demostrado que alentar a los padres a adoptar la llamada “mentalidad de crecimiento” conduce a mejores resultados educativos para sus hijos.
No estaba claro en qué punto esa mentalidad de crecimiento puede afectar la vida de un niño. Pero, un estudio reciente, sugiere que se puede comenzar muy temprano y los resultados positivos se verán pronto.
“Una mentalidad de crecimiento maternal es creer que puedes aumentar tus habilidades a través del trabajo y el esfuerzo. Y que puedo ayudar a mis hijos a aprender cosas nuevas y a crecer y expandir sus habilidades”, explicó Mei Elansary, especialista en pediatría del Centro Médico de Boston. Ella, la experta Dana McCoy y otros cuatro académicos adelantaron las investigaciones.
Contrariamente, dijo, “una mentalidad fija materna es la creencia de que las habilidades se mantendrán iguales con el tiempo. Sin importar cuánto trabaje o cuánto invierta como madre en el aprendizaje de mi hijo”.
En los estudios encontraron que una mentalidad de crecimiento maternal podría mitigar los efectos negativos del estrés en las madres en los primeros meses de vida de un niño. Además, de promover el desarrollo del cerebro. El trabajo del equipo se basó en investigaciones previas, incluida la de Meredith Rowe, la profesora de Aprendizaje y Desarrollo Temprano de Harvard que mostró los efectos positivos de una mentalidad de crecimiento en las interacciones madre-hijo.
La mentalidad de crecimiento y su incidencia en los niños
La nueva investigación incluyó a 33 madres y sus hijos, que tenían 12 meses de edad y formaban parte de un estudio de cohorte longitudinal sobre el papel del estrés y el desarrollo infantil.
El trabajo estuvo dirigido por Charles Nelson, profesor de Pediatría y Neurociencia en la Escuela de Medicina de Harvard y, de educación en la Escuela de Graduados en Educación de esa universidad. Las madres fueron reclutadas de la clínica de atención primaria del Boston Children’s Hospital, que atiende a familias con seguro público.
Investigaciones anteriores han demostrado el impacto negativo del estrés materno no solo en las interacciones y los vínculos entre la madre y los bebés, sino también en el desarrollo del cerebro infantil. En esta oportunidad, los científicos preguntaron a las madres sobre su forma de pensar y sus niveles de estrés. La actividad cerebral de los niños se observó mediante electroencefalografía.
Los resultados mostraron una menor actividad cerebral en los bebés de madres que se sentían estresadas y tenían una mentalidad fija. Por el contrario, los bebés de madres con una mentalidad de crecimiento no mostraron un impacto negativo.
“Descubrimos que (los hijos de) madres que tenían altos niveles de estrés y también tenían una mentalidad de crecimiento estaban protegidos. Estaban protegidos contra los efectos negativos de los altos niveles de estrés”, afirmó Elansary.
Aunque el estudio es pequeño, es el primero en observar la mentalidad, los bebés y el desarrollo del cerebro. Para McCoy, profesora asociada de Marie y Max Kargman en Desarrollo Humano y Promoción de la Educación Urbana en la Escuela Ed, esa es una de las principales contribuciones del estudio. Se han examinado los vínculos entre la mentalidad de crecimiento y los resultados positivos en el aprendizaje de los niños.
Ayudar a los padres es ayudar a los hijos
Dana McCoy, al ampliar los detalles de la investigación, señaló que “el estudio muestra que la mentalidad está relacionada con los resultados desde la infancia. «Sugiere alguna evidencia inicial de que realmente existen fundamentos biológicos sobre cómo la mentalidad se arraiga en los niños. Y d cómo la mentalidad materna podría integrarse en los niños a una edad muy temprana», añadió.
Pero, alertó, aunque el estudio muestra que la mentalidad de crecimiento puede evitar las implicaciones negativas del estrés materno, no son una panacea para las barreras sistémicas que enfrentan los nuevos padres..
“Necesitamos abogar por intervenciones que apoyen la mentalidad de crecimiento. Pero, al mismo tiempo, debemos reconocer que existen enormes factores estresantes sistémicos y barreras que se imponen a los nuevos padres. Especialmente en el primer año de vida de los niños. La mentalidad de crecimiento no va a resolver eso”, agregó McCoy.
Lo que se necesita es un enfoque más sistémico. “Necesitamos mejores políticas de licencia parental, mejores sistemas de apoyo público para el cuidado y la educación de la primera infancia. Además, de más apoyo para el acceso a la salud y la nutrición para padres y madres a fin de reducir los niveles generales de estrés”, anotó.
Elansary manifestó su acuerdo de McCoy. “La implicación más amplia de nuestro estudio es que es posible que no podamos cambiar el nivel de estrés que enfrentan la madre y el niño”, argumentó
Agregó que los estudios han demostrado que se puede, a través de intervenciones relativamente breves, alentar a los padres a tener una mentalidad de crecimiento. «Si podemos ayudar a las madres a pasar de tener una mentalidad fija a una mentalidad de crecimiento, entonces las intervenciones podrían ser una forma más accesible de promover el desarrollo infantil”, concluyó.