Por Miguel Ángel Artola
15/11/2015
El pasado 9 de noviembre se celebraba en el País Vasco un nuevo Día de la Memoria, en recuerdo de las víctimas de la violencia. Y como de costumbre no se logró la unidad de los partidos políticos para poder secundar actos conjuntos.
Los populares vascos, recién salidos de una crisis interna, precisamente por la estrategia a seguir como formación en la etapa post-ETA, decidieron no acudir al acto conjunto en honor a las víctimas celebrado en el Parlamento Vasco y realizar su propio homenaje. Tampoco se pudo ver al único parlamentario de UPyD.
Los cámaras de televisión y fotógrafos en cambio sí que estuvieron atentos a otra foto histórica. Por primera vez en la Cámara vasca los representantes de la izquierda abertzale, ahora representados en Bildu, se sumaron a la ofrenda floral junto al resto de partidos. Para justificar su presencia ante su mundo, los parlamentarios, con el presidente de Sortu a la cabeza, Hasier Arraiz, participaron primero en una concentración de familiares de presos de ETA antes de sumarse al acto institucional.
Una «reflexión crítica»
Durante la semana, y coincidiendo con el Día de la Memoria, Arraiz afirmaba que la izquierda abertzale “perseverará en la autocrítica” por la postura de “insensibilidad” mantenida hacia las “víctimas del sufrimiento” y reconocía la necesidad de hacer una “reflexión crítica sobre las decisiones adoptadas en el pasado respecto al uso de la violencia, con el objetivo de reparar a todas las víctimas”.
Añadía el dirigente de la izquierda abertzale en el comunicado suscrito por Bildu que su actitud política no ha mostrado a las víctimas que “estaban a su lado” y en ocasiones incluso “han agravado el dolor de las personas” que han sufrido la violencia. Ellos perseverarán en su autocrítica pero también piden al resto de familias políticas vascas que hagan el mismo recorrido.
La declaración de Bildu no pudo ser acogida más que con satisfacción por parte de una sociedad como la vasca que cada vez ve el llamado conflicto y sus consecuencias como algo lejano, aunque para las víctimas siga siendo algo muy presente.
Largos años de apoyo expreso
Para esas víctimas del terrorismo de ETA las palabras del comunicado de Bildu siguen quedándose cortas para justificar su papel en los largos años de apoyo expreso y cómplice con la estrategia del grupo armado.
Una izquierda abertzale que se escuda en la amalgama de siglas de Bildu, en la que también se encuentra Eusko Alkartasuna y Alternatiba (escisión de Izquierda Unida en el País Vasco), para entonar un “no estuvimos a la altura” cuando su papel en el apoyo de la estrategia de terror de ETA fue mucho más que testimonial.
Aunque con matices, la izquierda abertzale sigue dando pasos. No sera al ritmo que la sociedad demanda, y con la duda de saber si los actos de constricción son sinceros, o motivados únicamente por una estrategia política.
El suelo ético
Actualmente, la Ponencia de Paz del Parlamento Vasco no cuenta con la presencia de socialistas ni populares que ya anunciaron su intención de no regresar a ella hasta que la izquierda abertzale asumiera el llamado “suelo ético” pactado por el resto de formaciones políticas en la Ponencia de Paz de la anterior legislatura, la presidida por el socialista Patxi López.
Dicho suelo ético se incorporó también de forma expresa al Plan de Paz del Gobierno vasco al inicio de la legislatura del lehendakari Iñigo Urkullu, y sigue muy vigente en el día a día de la secretaría de Paz y Convivencia que lidera Jonan Fernández bajo la senda marcada por el propio lehendakari.
Es cierto que las formaciones no nacionalistas han cuestionado en más de una ocasión el camino emprendido por Fernández al frente de la política de Paz y Convivencia, máxime tras el cese de Txema Urkijo como asesor de Víctimas tras una dilatada y reconocida labor de más de once años. Las diferencias entre Urkijo y Fernández, incapaces de trabajar conjuntamente para poner en práctica el Plan de Paz y Convivencia terminaron con la destitución del primero por parte del lehendakari.
Una sima entre víctimas y Gobierno vasco
Apartar a Urkijo provocó que se abriera una sima entre las víctimas del terrorismo y el Gobierno Vasco ya por fortuna aparentemente cerrada gracias en buena medida al papel jugado por Urkullu, que ha logrado recomponer los puentes en buena medida por la propia autocrítica realizada por el lehendakari en actos privados y públicos con las víctimas del terrorismo de ETA, GAL y Batallón Vasco Español.
Jonan Fernández presentaba días atrás un informe sobre el grado de cumplimiento del Plan de Paz y Convivencia al acercarse el final de la legislatura. Los ejes del Gobierno Vasco en los meses restantes seguirán siendo la necesidad de “un final ordenado de la violencia y un principio renovador de la convivencia”.
En materia de víctimas promoverá programas para que puedan afrontar el pasado y mirar al futuro acercándoles a la sociedad, seguirán los actos en los que se fomentará la autocrítica y se impulsarán políticas de memoria desde el recién creado Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora.
En una jornada organizada en San Sebastián bajo el lema Los valores de la autocrítica víctimas de ETA, ex presos de la banda terrorista, políticos, escritores y religiosos pudieron conversar sobre la violencia realizando una “reflexión crítica” del pasado.
Especialmente duro fue el relato de la ex dirigente de ETA, Carmen Gisasola, sobre todo con la izquierda abertzale por su responsabilidad política en las atrocidades cometidas por el grupo terrorista. “Mucha gente que nos incitaba en la juventud a meternos en ETA teorizando sobre la conveniencia de la lucha armada, pero escudándose en no practicarla, hoy está sentada en los sillones con puestos relevantes, sin responsabilizarse de lo que ha ocurrido y dejando toda la carga a los presos como si no hubiéramos navegado en el mismo barco”, afirmaba Gisasola, una de las voces de la llamada “Vía Nanclares” que puede escucharse también en un reciente documental que lleva por nombre El valor de la autocrítica.
Gogora
Coincidiendo con la celebración el 9 de noviembre del Día de la Memoria se daba por inaugurado el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos – Gogora, que tiene su sede en el Archivo Histórico de Euskadi de Bilbao. Bajo la dirección de Aintzane Ezenarro permitirá a la sociedad y a las víctimas participar en la construcción de la memoria desde los principios éticos y el consenso.
Con un presupuesto ya cerrado para 2016 de 1,5 millones de euros promoverá diferentes proyectos ligados a la gestión, investigación y divulgación sobre las vulneraciones de derechos humanos y las consecuencias del conflicto. También asume iniciativas puestas ya en marcha como www.memoriaplaza.eus un espacio en la red en el que la ciudadanía puede subir sus testimonios en vídeo para que formen parte de la memoria compartida.
Otra de las iniciativas destacables ha sido protagonizada por víctimas de la violencia terrorista de diferente signo que han logrado tras meses de trabajo redactar un documento conjunto, de nombre Eraikiz, en el que reflejan sus sentimientos y demandas a la ciudadanía y a los políticos para que su memoria sea respetada y se avance en la convivencia.
El País Vasco, como cualquier otra sociedad que ha vivido la violencia y el enfrentamiento entre diferentes, tiene que hacer su propio recorrido ético. Y los actores que han protagonizado esa violencia – principalmente la organización terrorista ETA y la izquierda abertzale, pero también los que han amparado las acciones de los GAL, las torturas .. – deben reconocer el daño causado.
Los instrumentos para comenzar a crear una memoria del pasado ya se han puesto en pie, y pasarán muchos años hasta lograr un diagnóstico común de lo ocurrido y de la vulneración de los derechos humanos. Deberemos dar por bueno mientras tanto una de las máximas del pensamiento Taoísta, “la meta es el camino”.