La incorporación de la meditación como parte de la rutina diaria permite que el cerebro sea más consciente del entorno. Los científicos lo han comprobado en el laboratorio en los últimos 30 años. Richard Davidson es el neurocientífico que más ha estudiado los cambios que la meditación produce en el cerebro. Profesor de Psicología y Psiquiatría en la Universidad de Wisconsin-Madison, desde mediados de los años noventa ha analizado en su laboratorio el cerebro de personas que meditan rutinariamente.
Davidson conversó sobre sus hallazgos con Paul Massari, de la Escuela de Postgrado de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard. Repasaron toda su trayectoria y cómo el Dalái Lama le propuso un nuevo campo de investigación cuando trabaron amistad en 1992. Antes de conocer al líder espiritual del budismo tibetano y líder político del Tíbet en el exilio, el campo de investigación de Davidson era la ansiedad y la depresión, y cómo surgían en el cerebro y se materializaban en una expresión exterior.
El Dalái Lama invitó a Davidson a utilizar su conocimiento y herramientas científicas para investigar cómo surgen y se materializan en el cerebro emociones complejas como la bondad y la compasión. Y ese ha sido su interés y su trabajo de más de 30 años. Uno de sus principales hallazgos ha sido constatar los cambios que experimenta el cerebro con la meditación: “Esta forma tan simple de ejercicio mental produce cambios duraderos en el cerebro”, dijo.
De Asia a Wisconsin
El equipo científico partió de la tesis de que si no veían cambios relevantes en meditadores profesionales, no encontrarían nada relevante en personas con poca o ninguna práctica. Davidson comenzó a traer desde Asia, siempre con la orientación del Dalái Lama, al laboratorio monjes budistas experimentados que meditaban durante horas. Pasaban cinco o seis días en sesiones de meditación monitoreada en el laboratorio de la Universidad de Wisconsin. En los primeros hallazgos establecieron que había algo diferente en el cerebros de los monjes.
Luego ampliaron el grupo bajo observación. Incluyeron monjes novatos o aprendices y personas que nunca habían meditado. “Aleatoriamente asignamos un grupo a la meditación y otro a una condición de control. Los sometemos a evaluaciones antes y después de meditar. Hemos establecido de manera definitiva que la meditación produce cambios».
Los primeros hallazgos
Uno de los primeros hallazgos se relaciona con las oscilaciones gamma, medibles en la superficie del cuero cabelludo. Todas las personas las generan y se producen cuando estamos muy concentrados en algo. En una persona que no medita, las ondas gamma pueden durar fracciones de segundo; en un meditador experimentado, minutos.
“En los practicantes experimentados las oscilaciones gamma estuvieron presentes durante minutos. Eran amplitudes muy grandes. De hecho, pudimos verlos a simple vista, algo casi inaudito”, dice Davidson
En los primeros estudios también encontraron que las regiones del cerebro de los meditadores estaban altamente sincronizadas. Eso quiere decir que el cerebro de la persona que medita rutinariamente durante varias horas puede ser consciente de más cosas en un momento dado que la mayoría de las personas.
Los descubrimientos no se limitaron a los meditadores experimentados, sino que aquellos que nunca habían meditado y comenzaban a hacerlo también mostraron cambios claros en el funcionamiento del cerebro. “Cambios en las redes que son importantes para la atención y en las que regulan las emociones. La meditación, sin duda, mejora la capacidad de autorregulación tanto de la atención cómo de las emociones”, añadió.
Otro beneficio impactante a largo plazo de la meditación es que el cerebro envejece más lentamente que su edad cronológica. Más allá de las consideraciones espirituales y psicológicas de la meditación, Davidson afirma que practicarla implica el uso intencional de nuestras capacidades mentales para mejorar nuestro bienestar y nutrir el florecimiento humano.
¿Qué es meditar y cuantos tipos de meditación hay?
Davidson dice que hay tres tipos de meditación. Un es la meditación mindfulness o atención plena, en laque el meditador enfoca la atención de su mente en un punto. Puede ser la respiración, un sonido, un punto en el suelo. Las investigaciones han demostrado que esta meditación incide en los sistemas cerebrales que regulan la atención.
El otro tipo de meditación es la deconstructiva o analítica. Mediante la contemplación se intenta indagar sobre dónde se aloja el yo. “Por ejemplo, cuando dices ‘me duele’ ¿qué significa? ¿Quién es el ‘yo’ en esa frase? ¿Significa que todas y cada una de las células de tu cuerpo sufren dolor? Este tipo de meditación afecta la función cerebral relacionado con el pensamiento autorreferencial, el yo.
La tercera meditación es la constructiva y está asociada a una emoción del budismo tibetano: la compasión. El meditador genera compasión o bondad de forma activa e intencional y se activan centros emocionales positivos en el cerebro y las áreas del cerebro que toman perspectiva y generan empatía.
¿Qué no es meditar?
La meditación no implica ‘deshacerse de los pensamientos’. Las mentes y los cerebros humanos están ahí para producir pensamientos. El objetivo de la meditación no es deshacerse de los pensamientos. Incluso los más grandes maestros de la meditación, y hemos tenido la suerte de estudiar algunos de ellos en nuestro laboratorio, tienen pensamientos. La meditación implica cambiar nuestra relación con los pensamientos, no deshacerse de los pensamientos”, dice el investigador.
En una sesión de meditación, un buen maestro te dirá que dejes fluir tus pensamientos por tu mente sin oponerse ni batallar con ellos. Tu tarea es únicamente enfocarte en tu respiración (o en el objeto de concentración elegido). Poco a poco el meditador comenzará a darse cuenta cada vez que la mente cambia el foco y se va detrás de los pensamientos. El buen maestro de meditación te orientará para que con gentileza y amor hacia ti devuelvas el foco al objeto escogido una y otra y otra vez. Con el paso del tiempo y la práctica sostenida, los periodos de disgregación de la mente serán menores y los periodos de foco, mayores.
El primer gran autodescubrimiento en la meditación se llama ‘darse cuenta’. Ese ‘darse cuenta’ de las veces que la mente se va detrás de un pensamiento es un entrenamiento para la vida fuera del cojín. Al salir de la sala de meditación o levantarte del cojín, con el paso del tiempo y la práctica, comenzarás a darte cuenta de cosas en tu día a día, en tu vida, en tus relaciones, que estaban allí pero no habías podido ver el por el excesivo ruido mental.
¿Cuánto tiempo y dónde meditar?
Davidson asegura que realizar varias meditaciones diarias de cinco minutos tiene beneficios comprobados a mediano y largo plazo. Él y su equipo lo comprobaron durante la pandemia, cuando trabajaron en sesiones de meditación con un grupo de maestros de primaria. Los maestros presentaban signos de ansiedad y depresión elevados, y la práctica diaria y repetida los ayudó. “Hubo mejoras dramáticas en su bienestar y reducciones en las medidas estandarizadas de depresión y ansiedad”.
Con respecto al sitio para meditar, hay dos miradas. Si eliges la práctica de meditación como parte de una filosofía espiritual, la meditación tiene unos propósitos, unas motivaciones y unas formas de practicarla. Pero si quieres obtener una mejor salud cerebral, menos ansiedad, más felicidad, más claridad para resolver problemas, Davidson recomienda meditar en cualquier lugar y cualquier momento: caminando, lavando los platos, cocinando, mientras viajas en el tren. No hay límites prácticamente.
Fármacos y meditación
Los estudios sobre las terapias de relajación indican que los estados de la mente que minimizan el estrés tienen efectos comparables con los que producen los fármacos para la depresión y la ansiedad. Con una ventaja, ni la meditación ni la relajación tienen efectos secundarios negativos.
El dato no es menor. Solo en la sociedad estadounidense, un tercio de la población adulta experimentó síntomas de ansiedad o depresión. El 17,8% está en tratamiento farmacológico para este problema.
“En el tratamiento de la depresión, el efecto de la meditación y de los fármacos es similar. La diferencia es que la meditación tiene menos efectos secundarios. La gente no quiere tomar medicamentos por el resto de sus vidas. Algunos datos que sugieren que en la prevención de recaídas es mejor la meditación”, señala Davidson.