Por Carlos Martínez, presidente de IMF Business School
Como viene siendo habitual, tras los malos datos del mes de agosto, septiembre ha sido un mes malo. Los datos de paro reflejan la necesidad de adoptar medidas estructurales. Ha empeorado el empleo y ha mejorado la afiliación a la Seguridad Social. El número de desempleados ha subido en algo más de 13.000 personas, dejando el número de desempleados totales en casi 3,1 millones. Por otro lado, y como dato más importante y en este caso con carácter positivo ha sido el aumento en la filiación a la Seguridad Social. El número de afiliados se incrementó en más de 3.000 personas. (frente a los más de 22 mil nuevos afiliados que se sumaron a la Seguridad Social en 2018). El número de cotizantes se sitúa ahora en 19,3 millones.
Contratación indefinida
Otro de los datos a destacar ha sido el aumento importante en la contratación indefinida. Después de siete meses consecutivos con retrocesos en esta modalidad de contratación, han supuesto el 11,4% de los contratos firmados.
Como suele ser habitual, la construcción, la industria, la agricultura y especialmente el sector educativo son los que han creado empleo en este mes. No obstante se ha creado menos que otros años. Las áreas donde se ha destruido como consecuencia del final de la temporada estival están el sector servicio, que ha perdido un 1,4% de trabajadores.
Enfriamiento de la economía
En cualquier caso, creo que nadie duda ya de que nuestro mercado laboral se está enfriando por momentos. Aunque por ahora aguanta mejor de lo esperado. Si nos fijamos en los datos interanuales, a estas alturas, en 2017, el paro se redujo en algo más de 300.000 personas. En 2018, este incremento apenas superó los 200.000 y en 2019 ha crecido únicamente en 120.000 personas.
En los últimos días nos hemos levantado con noticas poco halagüeñas sobre la evolución de nuestra economía. Esta preocupación se extiende a nuestro mercado laboral. No olvidemos el tradicional paralelismo existente entre el crecimiento de nuestro PIB y nuestro empleo.
Caída del PIB
Como dato económico importante, asistimos a un menor crecimiento del PIB. Esta caída está causada fundamentalmente por un parón en el consumo. Es fruto de la desconfianza de los ciudadanos en la evolución de nuestra economía. Por otro lado, está la inestabilidad política. Esta circunstancia ha frenado el gasto público, que creció un 2,2% en los últimos meses de 2018 y primeros de 2019. Esto probablemente hizo que nuestra economía creciese de forma artificial en este periodo. No olvidemos que el mejor cliente del sector privado es el sector público.
Todo indica, que nuestro PIB crecerá este año entorno al 2%, quizá algo menos. Una cifra sensiblemente inferior a las previsiones que habían previsto organismos internacionales y por supuesto el gobierno.
Incertidumbre
De momento, nos encontramos un escenario, donde, y fruto de la incertidumbre, el ahorro de las familias mejora. Pero las inversiones y sobre todo el consumo cae. Y el consumo en una estructura productiva como la española, es la principal fuente de creación de empleo.
A pesar de lo anterior, el empleo sí fue comportándose de manera aceptable no obstante la desaceleración económica, creciendo un 0,5% en el último trimestre y un 2,5% interanual, lo que suponen casi 460.000 puestos de trabajo nuevos.
Productividad
A pesar del aumento del número de empleados en el mercado laboral, la productividad no ha aumentado de la misma manera. Esto nos puede dar a entender que hemos incorporado al mercado laboral trabajadores menos cualificados (principalmente sector servicios) o también que hemos creado puestos de trabajo de mala calidad.
En un contexto de incertidumbre como el que vivimos, debemos ser extremadamente cautos con el aumento de los costes laborales, que, en el primer semestre del año, aumentaban un 2,7%, y esto se debe fundamentalmente a las subidas de salarios impuestos por el actual gobierno (funcionarios y salario mínimo interprofesional).
Medidas estructurales
Sin duda, estamos ante un momento extremadamente delicado, donde las políticas laborales y fiscales que se implanten pueden hacer que estemos ante un simple socavón, o nos enfrentemos a un profundo agujero de dimensiones desconocidas. Es preciso adoptar medidas estructurales.
No cabe ninguna duda, que la solución para la actual situación no pasa por derogar la reforma laboral, subir los impuestos, subir los costes laborales, etc. Antes de la reforma laboral, necesitábamos crecer por encima del 2,5% para crear empleo, tras la reforma, hemos llegado a crecer un 1,2% creando empleo. La solución para los tiempos que se avecinan, pasan por tener un mercado laboral flexible, moderno y adaptado a las necesidades de las empresas, sólo así crearemos empleo con un menor crecimiento económico.
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