A partir del próximo 15 de diciembre, la Comunidad de Madrid repartirá un test de antígenos gratis a cada ciudadano. La iniciativa es parte del plan de Navidad contra la pandemia, en el que la presidenta Isabel Díaz Ayuso espera “seguir conjugando economía y salud” para bajar los contagios de COVID-19. El reparto de las más de cuatro millones de pruebas es similar al que se hizo durante la primera ola de la pandemia con las mascarillas, por lo tanto estarán disponibles en las farmacias de la región para que cualquier habitante pueda adquirirla mostrando su DNI o tarjeta sanitaria.
El proyecto cuenta con el apoyo del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid. Pero también requiere la colaboración de las empresas «para ampliar los test a sus empleados”, según explica la Comunidad.
A diferencia de las PCR, las pruebas de antígenos tienen otros criterios de uso y no son tan sensibles a reportar el virus, según los especialistas. En concreto están indicados para personas con síntomas en los primeros cinco días de evolución de la enfermedad desde la aparición de esos síntomas y para contactos estrechos. Por ello, la presidenta madrileña dijo que el reparto de estas pruebas es “para que en caso de reuniones sociales, se hagan de manera segura”.
Un test de antígenos negativo tiene más probabilidades de ser un falso negativo que una PCR. Al respecto, los epidemiólogos insisten que la población no debe confiar su comportamiento a ese resultado, pues no es tan fiable y puede dar una falsa sensación de seguridad. Además, desde el punto de vista epidemiológico y de salud pública, algunos consideran que la medida no es para «salvar las Navidades» ni evitar cualquier riesgo, sino más bien para trasladar toda la responsabilidad a la población.
Inglaterra reintroduce las mascarillas para bajar los contagios COVID-19
Desde este viernes, las autoridades británicas vuelven a imponer el uso de la mascarilla en el interior de establecimientos y locales comerciales. El uso de las mascarillas será necesario únicamente en aquellos lugares que sean cerrados. También es probable que próximamente en los centros de atención social reduzcan el aforo a solo tres personas.
La estrategia es parte de un nuevo intento por frenar los contagios de COVID-19 ya que en las últimas semanas se ha mantenido la tendencia al alza. Estas medidas más severas fueron tomadas por el Gobierno insistiendo que no se trata de una «reacción exagerada».
El Reino Unido tiene una media de 50.000 contagios diarios por COVID-19. En total, el país eleva la cifra total de contagios COVID-19 a 10.660.981, así como 146.135 muertes desde el principio de la pandemia. Pero además, se han confirmado 817 casos de la variante ómicron en su territorio. Que según el ministro de Sanidad podría convertirse en un millón para finales de mes.
Ante las nefastas cifras, las autoridades británicas han pedido a los ciudadanos que en la medida de lo posible cancelen las reuniones de Navidad. Aí como los viajes que tenían planeados realizar en los meses de diciembre y enero.
La tercera dosis no es un lujo sino una necesidad
Desde hace semanas las autoridades sanitarias han recomendado la aplicación de la tercera dosis, o dosis de refuerzo. De esta manera, otorgarle una mayor protección a las personas vacunadas contra el virus. La importancia de esta dosis de refuerzo radica además en aumentar la protección contra las nuevas variantes del coronavirus. Como la Delta, que actualmente predomina en el mundo y la ómicron, la más nueva y que aunque no parece ser tan letal ha demostrado una transmisibilidad “de preocupación”, según la OMS.
Desafortunadamente, muchos de los resultados que ha dejado la COVID-19 han sido negativos. Actualmente Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia casi rebasa la cifra de los 800.000 fallecidos por el virus. Una cifra que, según el experto en enfermedades infecciosas Michael Osterholm, quien además es director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, cumple inquietantemente con sus predicciones.
En abril de 2020, cuando apenas comenzaba la pandemia, Osterholm, quien ha estado advirtiendo públicamente sobre los peligros de una pandemia global durante más de una década, estimaba que podría haber 800.000 muertes por COVID-19 en 18 meses en el país. Ahora, tras cumplirse esa predicción, insiste que la variante ómicron tarde o temprano reemplazará a la Delta. Lo cual quizá podría ser «algo positivo» ya que esta es menos letal y resulta en una enfermedad más leve.
De todas formas, así como otros expertos han dicho anteriormente, la principal preocupación es ese porcentaje de personas en el mundo. Específicamente en su país natal Estados Unidos, que no se han vacunado. Un 30%, para ser más específicos.
Al respecto, el doctor señala que «no puedes correr más rápido que el reloj del juego con esta pandemia». Y que si no va a vacunarse usted mismo, «vacúnese por sus seres queridos y por la comunidad porque esta es una situación muy desafiante».