Estrechar las manos es una de las muestras de saludo más extendidas en el mundo occidental. Excepto en estos tiempos de pandemia que suelen chocarse los codos. Este gesto, es además señal de afecto, de aprobación, de acuerdo entre las partes. En Alemania, por negarse a estrechar la mano, un médico libanés perdió el derecho a la ciudadanía.
Este saludo tan común es visto con mayor complejidad por otras culturas. Una interpretación del islam prohíbe hacerlo con personas del sexo opuesto, si no se trata de un familiar cercano. En países como el Líbano, Siria, Palestina, entre muchos otros, es una práctica diaria.
Un médico libanés perdió el derecho a la ciudadanía alemana, al negarse a darle la mano a una funcionaria por el hecho de ser mujer. El evento sorprende porque el profesional, con 13 años en Alemania, conoce los códigos sociales del país que le ha dado acogida. Y además asombra, porque había aprobado el test con la máxima calificación.
El hombre, de 40 años de edad, estudió medicina en esa nación europea e inició el trámite de nacionalización en 2012. Y como parte del procedimiento legal, firmó una declaración de lealtad a la Constitución de Alemania y un documento en el cual rechaza el extremismo. Sin embargo, en cuestión de segundos, toda su tramitación se detuvo y su derecho a la ciudadanía. ¿La razón? Negarse a estrechar la mano de la funcionaria que le daría el documento de identidad.
Este y otros casos registrados en Europa sacan a flote el debate sobre las costumbres religiosas y la educación social de las naciones. ¿El visitante debe plegarse a las normas del país recepto o el país debe respetar las costumbres y creencias del visitante?
Derecho a la ciudadanía trasciende culturas
La funcionaria retuvo el certificado que le daría el derecho a la ciudadanía y rechazó la aplicación. El médico explicó que él había prometido a su esposa, de origen sirio, no estrechar la mano a otra mujer. Pero sus razones no fueron atendidas por las instancias oficiales del gobierno alemán.
La discrepancia llegó al Tribunal Administrativo de Stuttgart, donde fue desechada. Entonces el libanés acudió a la Corte Administrativa de Baden- Württemberg (VGH, por sus siglas en alemán), y la respuesta igualmente le fue adversa.
El tribunal sentenció que el derecho a la ciudadanía no debía serle otorgada debido a lo que consideró «una concepción fundamentalista de la cultura y los valores». Por ver a las mujeres como un «peligro de tentación sexual» y, por rechazar «la integración a las condiciones de vida alemanas».
El VGH calificó el acto de dar la mano como un saludo común y un ritual de despedida, que tiene lugar independiente del sexo de las partes. Agregó que es una práctica que se usa hace siglos, y que por ello se encuentra «profundamente arraigada en la vida social, cultural y legal». Asimismo, señaló que una persona que se niega a estrechar la mano por motivos de género está violando la igualdad consagrada en la Constitución.
El médico argumentó que él tampoco daba la mano a los hombres y que defendía la igualdad, pero el tribunal consideró que se trató de una mera movida táctica. Una vez conocida la resolución, los jueces señalaron que el hombre puede apelar su derecho a la nacionalidad, ante la Corte Administrativa Federal.
Otros casos en Europa
En agosto de 2018 un caso similar llegó a los órganos judiciales de Suecia. Un tribunal administrativo laboral dio la razón a Farah Alhajeh, una mujer sueca de 24 años de edad, musulmana, que acusó a una empresa de haberla discriminado en 2016. Justamente, por su rechazo a estrechar la mano de uno de los hombres que le hizo una entrevista de trabajo.
La propia demandante explicó que al momento del saludo llevó su mano al corazón, sonrió y se justificó por motivos religiosos. Tal como suele hacerlo siempre que ha estado en la misma situación. Sin embargo, su comportamiento no fue bien recibido y le pidieron que se retirara del lugar.
«El rechazo de la mujer a estrecharles la mano a personas del sexo opuesto es una manifestación religiosa protegida por el noveno artículo de la Convención Europea de Derechos Humanos», dijo el tribunal.
Hecho contrario ocurrió también en agosto 2018, en Suiza. La ciudad de Lausana negó la petición del derecho a la ciudadanía suiza a dos musulmanes porque rechazaron dar la mano a varias mujeres.
El Ayuntamiento de Lausana explicó que la negativa se produjo por su falta de respeto hacia las personas del sexo opuesto. Gregoire Junod, alcalde de Lausana, dijo que en “Lausana no se puede permitir que gente así resida con todo tipo de derechos”.
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