El ritmo de desaparición de los humedales se aceleró a partir del siglo XX. Sin importar su extraordinario valor ecológico han sido drenados y transformados para uso de la agricultura intensiva. Las consecuencias para los ecosistemas han sido lamentables. Entre las décadas de los sesenta y setenta, en el territorio español desaparecieron cerca del 70% de la superficie del patrimonio húmedo. La situación actual no es alentadora. El 24% de los humedales en España está en un “estado pobre” y 30% en un “estado muy pobre”. El otro 15% está en un “estado moderado” y apenas el 12% restante está “bien conservado”.
Los datos del informe del Convenio Ramsar revelan que entre 1970 y 2015, los humedales del planeta se redujeron en un 35%, una tasa tres veces superior a la de la pérdida de bosques. Los humedales son de los ecosistemas más diversos, valiosos y productivos. Capturan y almacenan carbono, purifican el agua dulce, son el hogar del 40% de la biodiversidad, brindan el soporte para los medios de vida de muchas comunidades. Además, ayudan a reducir los impactos del cambio climático.
El Ministerio para la Transición Ecológica reconoce que los humedales españoles enfrentan variadas amenazas, mientras que su recuperación es tímida y lenta. El patrimonio húmedo se estima en 2.000 humedales. La mayor parte son continentales y suponen el 14% del total de la superficie. Los costeros, en cambio, son escasos en número pero de una gran extensión, el 86% de la superficie.
Situación precaria de los humedales en España
Los problemas de algunos de los más importantes humedales en España, como Doñana o Tablas de Daimiel, proceden de la extracción excesiva de agua y del uso ilegal de agua de los acuíferos, la otra razón de peso en el deterioro persistente.
La mala conservación de Doñana y el Delta del Ebro ha sido motivo de que las autoridades europeas ejecuten procesos judiciales contra España. En casos como el Mar Menor, el deterioro deriva de los aportes contaminados de la agricultura del entorno y la presión urbanística. A su vez , el Delta del Ebro se ve amenazado por la drástica disminución de sedimentos que ha entrañado la regulación del Ebro, la progresiva subida del nivel del mar y la recurrencia cada vez más frecuente de grandes temporales.
De los 2.000 humedales, 75 son incluidos en la lista Ramsar y suman más de 300.000 hectáreas lo que coloca a España como el tercer país en cantidad de humedales acogidos por el convenio. A ellos acuden unas 370 especies de aves de forma más o menos habitual, de las cuales 137 dependen de una u otra forma de los humedales para su existencia y reproducción.
Atendiendo la calidad de hábitat necesaria, SEO/BirdLife estima que de los 75 humedales Ramsar en España, hay un 19% sin evaluar y el 85% se encuentra en un estado de conservación preocupante. Según la ONG, en España a lo largo de los 200 años anteriores a la década de los noventa, desaparecieron entre el 60% y el 75% de la superficie húmeda original, entre 280.000 y 500.000 hectáreas.
Altas temperaturas, pocas lluvias y desecación de humedales
En 2007, con la Ley de Biodiversidad, se creó un Inventario Nacional de Zonas Húmedas, pero no se cuenta con un registro completo. Las autonomías no han cumplido su compromiso. Solo ocho han aportado sus datos.
El caso más relevantes es el del Mar Menor. Enfrenta la contaminación difusa que causa la agricultura del Campo de Cartagena y los vertidos de aguas residuales y domésticas. No muy lejos de allí, en la Albufera de València, es grave la sobreexplotación de los acuíferos para regadío.En Tablas de Daimiel o Doñana reinan el riego ilegal y los pozos clandestinos.
El informe de Programa de Seguimiento de Procesos Naturales de Doñana es desalentador. En 2022 alcanzó temperaturas máximas y precipitaciones mínimas que secaron con la laguna de Santa Olalla. Desapareció.
En el documento se incluyó el Censo Internacional de Aves Acuáticas coordinado por Wetlands International. Se especifica que se censaron solo 80.880 aves. Una cantidad muy baja y lejos del máximo de la temporada pasada de 474.830 aves. Y más lejos aún de los máximos obtenidos al final de los ochenta y principios de los noventa, con más de 600.000 aves invernando en Doñana.