Mayflower 400 es el nombre del primer barco inteligente. Ideado y construido para navegar en forma totalmente autónoma y tomar sus propias decisiones. Este innovador buque, ligero y de formas delicadas, se prepara para cruzar el Atlántico en apoyo a la investigación marina.
Sus andanzas por mares y océanos las dedicará a recopilar datos para entender mejor la descomposición ambiental, la biodiversidad y la contaminación plástica del océano.
El barco ha sido construido por la organización de investigación marina ProMare, en sociedad con IBM. Este pequeño trimarán de 9 toneladas y 15 metros de eslora, cubierto de paneles solares, se alista para hacerse a la mar este 15 de mayo. Espera navegar sin piloto ni tripulación desde la bahía de Plymouth, en el suroeste de Inglaterra hasta llegar a Plymouth, en Estados Unidos. Durante una travesía de tres semanas.
Brett Phaneuf, fundador de ProMare y artífice del proyecto, dijo que el océano «es la fuerza más poderosa del planeta que mitiga todo nuestro clima». Pero más del 80% sigue sin explorar, debido a su inmensidad y los peligros que presenta.
Además explicó que este proyecto comenzó hace cuatro años. Y «cientos» de personas y proveedores de tecnología desde India a Estados Unidos, pasando por Japón o Suiza, participaron en este «esfuerzo global».
Sin su colaboración, «habría costado decenas de millones» en lugar del «poco menos de un millón de dólares» invertido por ProMare. Sin ánimo de lucro, ofrecerá gratuitamente la información generada por un proyecto posiblemente aplicable en el futuro a la navegación comercial
El barco Mayflower 400 surcará los mares en misión investigadora
En 2020, se cumplieron 400 años de los primeros protestantes ingleses que emprendieron rumbo a la tierra prometida. A bordo del Mayflower, 102 pasajeros partieron de Inglaterra con dirección a América, en septiembre de 1620. De allí que el nuevo buque desea replicar el inicio de esos viajes, con lo bueno y malo, que implicó la colonización inglesa en América.
El barco Mayflower 400 no pudo surcar los mares por la crisis sanitaria que detuvo buena parte del globo. Ahora se apresta para hacerlo realidad a mediados de este mes. Por lo pronto, tres programadores sentados en el suelo del puerto supervisan los equipos con sus ordenadores Y comprueban los motores antes de una travesía de entrenamiento.
En este viaje, retrasado por la pandemia, «nadie se pondrá enfermo» así que «puede tomarse el tiempo que quiera para sus experimentos científicos», afirmó Phaneuf.
El barco está robotizado, desde el timón hasta el generador diésel que complementa la energía solar. Su construcción llevó un año. Mucho más largo fue el desarrollo de su capitán virtual. Una inteligencia artificial de numerosos algoritmos que empezó aprendiendo a identificar obstáculos marítimos mediante el análisis de miles de fotografías.
Asimismo, los programadores le proporcionaron las reglas para evitar colisiones. Como el código de carretera para los coches autoconducidos, utilizadas por todo capitán humano. A partir de entonces el barco empezó a salir al mar para hacer un «aprendizaje supervisado». En sus recorridos «podíamos decirle qué son buenas acciones y malas acciones, qué es seguro o peligroso», dijo Ollie Thompson, ingeniero de software y robótica.
Arduo aprendizaje antes de su travesía
Los líderes que desarrollaron el barco Mayflower 400 revelaron los avances de su autonomía. «Pasamos al estadio en que el barco es capaz de corregirse a sí mismo», es decir de «pensar» gracias a una «red neuronal». Un sistema informático que simula el modo en que un cerebro humano analiza la información. «Y siguió aprendiendo solo», utilizando sus ojos, un sofisticado mecanismo formado por seis cámaras. Y sus oídos, compuestos por un radar, agregó Thompson al detallar el fascinante invento.
Sin embargo, por limitaciones regulatorias, el inédito buque no tripulado, no ha podido «salir a una alta mar agitada. Con grandes olas, viento, lluvia, el peor escenario» de una violenta tormenta. Faltando dos semanas de la partida del Mayflower 400. Mientras tanto, el capitán virtual debió entrenarse frente a olas habitualmente de 50 metros, uno de los principales peligros, en un simulador.
La inteligencia artificial se utilizará para los experimentos científicos, sostuvo Rosie Lickorish, especialista en tecnologías emergentes de IBM.
En el caso de las ballenas, añadió, el algoritmo «fue entrenado con miles de horas de audios de diferentes partes del mundo para detectar mamíferos marinos. Reconocerlos y decirnos algo sobre la distribución de sus poblaciones».
El barco analizará también la composición química del agua utilizando una «lengua inteligente». Al mismo tiempo, medirá el nivel del mar y tomará muestras en busca de microplásticos. Entre otros experimentos ideados para recolectar datos como hacen los robots espaciales desde hace décadas. Con el propósito de ayudar a las investigaciones científicas, vinculadas con el cambio climático y el deterioro marino.
Pese a su total autonomía, el equipo vigilará al barco las 24 horas desde Inglaterra para intervenir por control remoto en caso de peligro. O ir a buscarlo si se produce un error fatal del sistema.
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