Por Belén Delgado | Efe
17/10/2016
- ESPECIAL: C16Alerta
El cambio climático está sembrando dudas sobre la disponibilidad de alimentos, lo que puede suponer en el futuro un aumento del hambre y la pobreza en el mundo si no se toman medidas urgentes, según advirtió la FAO.
El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, explicó en una rueda de prensa que «el cambio climático devuelve la incertidumbre al no poder asegurarse nunca más que se obtendrá la cosecha que se ha plantado».
Esa situación amenaza con elevar el número de personas que pasan hambre y la volatilidad de los precios de los alimentos básicos, que «ya están pagando todos, y no solo los que están sufriendo las sequías», afirmó Da Silva.
Según diversas estimaciones, para 2030 podría haber entre 35 y 122 millones de personas más sumidas en la pobreza por el efecto del cambio climático en comparación con un futuro sin dicho fenómeno.
Además, se calcula que la demanda mundial de alimentos en 2050 aumentará al menos un 60% por encima de los niveles de 2006 debido sobre todo al crecimiento de la población y la rápida urbanización.
El informe bienal de la FAO sobre el estado mundial de la agricultura y la alimentación alerta de que un descenso en la producción agrícola derivaría en la escasez de alimentos, afectando todavía más a regiones expuestas como África subsahariana o Asia meridional.
Da Silva llamó a introducir medidas de adaptación y mitigación del cambio climático en el sector primario, teniendo en cuenta que «los más afectados de los países pobres no pueden pagar su coste», por lo que pidió más políticas y recursos públicos para ayudarles en la lucha contra el calentamiento global.
En el mundo existen cerca de 475 millones de pequeños agricultores con bajos ingresos que a menudo sufren obstáculos como el acceso limitado a los mercados, al crédito, a la información meteorológica, a las herramientas de gestión de riesgos y a la protección social.
Especiales dificultades encuentran las mujeres, que constituyen el 43% de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo, según el informe.
El responsable de Desarrollo Económico y Social de la FAO, Kostas Stamoulis, precisó que se deben emprender acciones urgentes y que las consecuencias del clima para la agricultura se notarán a largo plazo.
Consideró que actualmente existen muchas tecnologías que se pueden aplicar para diversificar los ingresos de los hogares rurales con actividades dentro y fuera del sector primario, de forma que sean capaces de gestionar mejor los riesgos.
El 21% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están causadas por la deforestación, la ganadería y la gestión de suelos y nutrientes.
Para recortar esas emisiones, se pueden emplear prácticas sostenibles que consisten, por ejemplo, en integrar los cultivos, el ganado y los árboles; emplear variedades eficientes en nitrógeno y tolerantes al calor, o sembrar directamente sin arar.
Frenar la deforestación de los bosques es otra de las acciones prioritarias, así como reducir tanto las pérdidas y los desperdicios de alimentos como los gases contaminantes durante los procesos de producción, transporte, elaboración y venta de esos productos.
El estudio advierte de que la adopción de esas prácticas todavía es muy limitada, ya que se ve obstaculizada por políticas -como las que subvencionan los químicos- que incitan a la producción insostenible con el medio ambiente en vez de promover la eficiencia en el uso de los recursos naturales y su conservación.
Después de que casi todos los países firmantes del Acuerdo de París el año pasado se hayan comprometido a actuar contra el cambio climático en la agricultura, el director general de la FAO insistió en que los responsables políticos deben seleccionar y coordinar mejor sus esfuerzos a favor de la producción sostenible.