Una vez que se levantaron las restricciones de la pandemia, niños y adolescentes regresaron a sus centros de estudios y dejaron atrás las clases por videoconferencia. Era el regreso a la normalidad. Volvieron a tener contacto real con los amigos y compañeros de curso, a la socialización y a estar dentro de un sistema con horarios, reglas y supervisiones. Instituciones en las que se recibe educación de un personal con credenciales pedagógicas. Sin embargo, en Estados Unidos, algunas familias decidieron continuar educando a sus hijos en casa.
Argumentaron que podían supervisar mejor los avances educativos de sus hijos, sobre todo, de aquellos con necesidades especiales. También las familias religiosas alegaron que sería más adecuado dejarlos en casa y mantenerlos cerca de su fe. Otros se sumaron porque los pequeños que estaban más seguros en sus hogares que en las escuelas públicas.
La matrícula en las escuelas públicas estadounidenses cayó en más de un millón y medio de estudiantes en los dos primeros años de la pandemia. Muchos cambiaron de escuelas públicas a privadas o se registraron como familias que estaban educando a sus hijos en sus casas. Miles de estudiantes desaparecieron del sistema, según un análisis de AP.
Pudieron hacerlo porque en Estados Unidos la educación escolar en casa es legal en los 50 estados, y sin importar la razón, los padres pueden dar clases a sus hijos en el hogar siempre que cumplan con las leyes de su estado, las cuales no suelen ser muy exigentes. Las cifras del censo 2020, indican aumentó la cantidad de familias que optaron por la enseñanza en la casa. En septiembre de ese año un 11% de las familias prefirieron educar a sus hijos en casa. En abril era solo 5,4% de los hogares, es decir, en seis meses se duplicó la opción de que no asistir a la escuela.
Partiendo de que los padres quieren lo mejor para sus hijos, sería discutible, sacarlos del sistema educativo, pero lo alarmante es que estos niños y jóvenes formados en sus casas, por sus padres, no tienen mayor supervisión de instancias que velen por sus derechos.
- Solo en 2 estados de los 50 se prohíbe que los padres eduquen a sus hijos en casa si están registrados como agresores sexuales o han sido condenados a prisión con una condena mayor de 5 años.
- Solo en 12 estados exigen a los padres haber aprobado la educación secundaria para impartir clases a sus hijos en casa.
- -Solo en 22 estados solicitan una evaluación periódica a los niños que reciben educación en sus hogares. En la mayoría de los casos, esa evaluación es anual.
- 39 estados exigen que se avise si su hijo está siendo educado en casa y se debe enviar la notificación. Pero la mayoría de los estados no obliga que los padres a tener algún grado especial de instrucción formal vinculada a la enseñanza. Los progenitores simplemente toman la decisión de educar a sus niños ellos mismos en el hogar, o por medio de las plataformas virtuales y empiezan a hacerlo sin ninguna regulación de la escuela del distrito o requisitos.
- No todos los estados exigen que los padres presenten los récords de estudios de sus hijos, pero es importante conservarlos en caso de que alguien formule un alegato acerca de si sus hijos cumplen o no con la asistencia a clases, o que los progenitores son negligentes.
- Algunos requieren que los padres realicen evaluaciones y envíen la puntuación del estudiante a las autoridades escolares, y que sigan los programas de formación estatales, entre otras medidas profesionales sobre el progreso del estudiante. Esto puede ser anualmente o con más frecuencia.
Educación según la raza
Los hijos de Arlena y Robert Brown, una pareja de afroestadounidenses de Austin, Texas, asistían a una escuela primaria cuando comenzó la pandemia de COVID-19. Luego de experimentar con la enseñanza virtual, la pareja decidió probar la enseñanza en la casa, con un programa más enfocado en la religión, preparado por la Seton Home Study School, que atiende a unos 16.000 alumnos en Estados Unidos.
Los Brown planean seguir con la enseñanza en la casa. Asumen que pueden usar programas que respondan mejor a las necesidades de sus hijos. Jacoby, de 11 años de edad, sufre de narcolepsia y, a veces se duerme durante el día; Riley, de 10, es un niño más inteligente que el promedio, mientras que Felicity, de 9, tiene algunas dificultades de aprendizaje.
La raza fue un factor decisivo en la decisión de otra familia afroestadounidense de enseñarle a su hijo Dorian, de 12 años, en la casa. Angela Valentine dijo que Dorian era el único muchacho negro en una escuela pública de un sector de Chicago y que, a veces, era tratado injustamente por sus directores. «Sufrió cuando otros chicos dejaron de jugar con él», contó su madre.
Los padres decidieron que Dorian siguiese estudiando en la casa, con un programa diseñado por el National Black Home Educators, un servicio nacional enfocado en la enseñanza en casas de familias negras que pone énfasis en la historia y la cultura afroestadounidenses. Joyce Burges, cofundadora y directora de programas de la National Black Home Educators, dijo que esa organización se fundó hace 21 años y comenzó con alrededor de 5.000 miembros antes de la pandemia. Actualmente alcanza 35.000.
¿Estafan con la educación en Luisiana?
Arliya Martin, una joven que fue expulsada de la secundaria siete años atrás, pagó 465 dólares por un diploma de secundaria. Para ella mostrar este documento le permitiría tener mejores empleos y salarios. “Este es un nuevo camino para seguir adelante con mi vida”, dijo.
Pero Martin no tomó ninguna clase ni aprobó ningún examen para recibir su título. Lo solicitó en julio en una escuela donde los estudiantes pueden obtener un diploma de escuela secundaria por ese precio.
En Luisiana hay casi 9.000 escuelas privadas que no tienen aprobación de ninguna instancia educativa estatal y entregan títulos a cambio de dinero.
No son escuelas privadas reconocidas y tampoco siguen programas formales de educación en el hogar. Casi todas esas «escuelas no aprobadas» fueron creadas para atender a una sola familia que educa en el hogar, pero algunas tienen edificios, aulas, maestros y docenas de estudiantes.
Si bien las escuelas no aprobadas representan un pequeño porcentaje de los estudiantes del estado, las del sistema escolar fuera de la red en el estado de Luisiana llamaron la atención, porque aparecieron muchas y muy rápido después de la COVID-19 en el país: Allí van los niños de las familias que se desconectan de la educación tradicional.
Se desconoce qué tipo de educación están recibiendo quienes asisten a ellas.
Más de 21.000 estudiantes están matriculados en escuelas no aprobadas del estado, casi el doble que antes de la pandemia, según datos obtenidos a través de una solicitud de registros públicos por parte de AP y The Advocate.
Sin supervisión estatal
Para los partidarios del sistema, el objetivo es evitar la supervisión estatal. Los defensores dicen que las escuelas no aprobadas de Luisiana son una extensión natural de la doctrina de los derechos de los padres.
El lugar donde Martin compró su diploma, la Escuela Preparatoria de Springfield, se anuncia como una escuela coordinadora para estudiantes cristianos que educan en el hogar.
La mayoría de los estudiantes asisten a esta escuela dicen recibir educación a través de clases reales o tutorías. No está claro cuáles materias cursan ni quién imparte las clases.
El título que recibió Martin tenía fecha de 2015, cuando se hubiese graduado de la escuela secundaria de haber continuado estudiando. También decía que había completado un programa de graduación “aprobado por la Junta de Educación de Luisiana”, eso es falso.
Sin embargo, la directora de la preparatoria Springfield, Kitty Sibley Morrison también está dispuesta a vender un diploma a cualquier persona cuyos padres digan que fueron educados en casa, incluso años antes.
“A veces se necesitan dos o tres veces para explicarles que son libres”, dijo Sibley Morrison. «Sus padres están a cargo de ellos, no el Estado».
En este estado los padres que eduquen a sus hijos en sus hogares y quieren que estos reciban un diploma de escuela secundaria reconocido deben presentar documentación como resultados de exámenes o copias del trabajo del estudiante para demostrar que su hijo ha recibido 180 días de escolarización con la misma calidad que la de una escuela pública.
Los precios de un título de secundaria
Sibley Morrison se encarga de la preparatoria Springfield y dice que no está allí para ganar dinero sino para ayudar. En la casa donde funciona el centro educativo hay un letrero pegado en una ventana con una lista de precios:
- 250 dólares por los servicios del diploma
- 50 dólares por la tarifa de solicitud
- 35 dólares por la funda del diploma
- 130 dólares por caminar con toga y birrete en una ceremonia.
Ella dice que el diploma reconoce el valor de las experiencias educativas fuera del aula. “Creo que estás trabajando en el campo petrolero, estás trabajando en McDonald’s, todo eso es tan válido como lo que era el aula”, “Los padres son las son las únicas personas que pueden decidir si alguien recibió la educación suficiente y cuándo”, agregó Sibley Morrison.
Escuelas no aprobadas se duplicaron en 7 años
Este tipo de escuelas privadas sin aprobación de las autoridades educativas han aumentado casi al doble en pocos años. De unas 11.600 en el año escolar 2017-18 a más de 21.000 en 2022-23, según registros estatales.
Hay muy poca información disponible sobre estas escuelas, que el estado llama “escuelas no públicas que no buscan la aprobación del estado”. Para iniciar una, un adulto solo debe informar el nombre y la dirección de su escuela, su información de contacto y cuántos estudiantes tiene.
El gobierno no tiene forma de verificar la seguridad, la calidad o incluso si existe una escuela, dijo Laura Hawkins, ex funcionaria del Departamento de Educación del estado que trabajó en sus esfuerzos de elección de escuelas hasta 2020.
El departamento advierte a los padres en su sitio web que no puede confirmar si estas organizaciones cumplen siquiera con la definición legal de escuela.
Un movimiento para desregularizar la educación
Las escuelas privadas no aprobadas de Luisiana surgieron en 1980, cuando los ministros cristianos que dirigían pequeñas escuelas privadas unieron fuerzas con el incipiente movimiento de educación en el hogar para impulsar la desregulación de la educación privada.
Los legisladores eliminaron el requisito de que las escuelas privadas tuvieran al menos 50 estudiantes y maestros certificados por el estado.
Hoy en día, más de una docena de estados permiten a las familias abrir una escuela privada como una forma de educación en el hogar. Incluidos California, Illinois y Texas, según la Asociación de Defensa Legal de la Escuela en el Hogar. Alrededor de la mitad de los estados exigen que esas escuelas enseñen materias básicas como matemáticas y lectura; Luisiana no es uno de ellos.