Defensores de la vida silvestre de Botsuana alertaron de más de 350 elefantes muertos. Hasta el momento no se sabe la razón, pero a principios de mayo avisaron al Gobierno acerca de los cuerpos de los animales en el delta de Okavango.
La información la dio Niall McCann, director de la ONG National Park Rescue, cuya sede está en el Reino Unido. El experto considera que se pudiera hablar no solo de una crisis medioambiental, sino incluso de salud pública.
El también biólogo y explorador declaró que los conservacionistas de Botsuana, en el sur de África, alertaron por primera vez de la situación al Gobierno a principios de mayo. Primeramente, en un vuelo de tres horas sobre el delta vieron 169 elefantes muertos, informó la BBC.
No obstante, al mes siguiente pudieron ver —desde otros vuelos— muchos más cadáveres. En total, fueron más de 350. “Esto no tiene precedentes en cuanto a la cantidad de elefantes que mueren en un solo hecho no relacionado con la sequía”, declaró.
El misterio de los elefantes muertos
En mayo, sin embargo, el Gobierno había descartado la caza furtiva como la causa de estas muertes; argumentaron que no se habían extraído los colmillos. El Gobierno habla de 275 elefantes muertos desde marzo.
Las muertes se pudieran deber a otras causas. Esto, porque son solo los elefantes los que están falleciendo, y no otros animales. «Si los cazadores furtivos usaran cianuro, esperarías ver otras muertes», dijo.
A su vez, descartó, por el momento, que hayan muerto por ántrax, aun cuando el año pasado murieron al menos 100 elefantes por este motivo.
La forma como los elefantes parecen estar falleciendo (muchos están cayendo sobre sus cabezas) y los avistamientos de otros caminando en círculos podría hacer suponer que las muertes se deben a algo que afecta su sistema neurológico.
Se hace referencia, pues, a la posibilidad de que alguna enfermedad afecte a la población humana, sobre todo si la fuente está en el agua o en el suelo.
Así, el especialista habla del nuevo coronavirus COVID-19, del que se cree empezó en animales. Advierte que esta situación, además de ser un desastre medioambiental, se puede convertir en una crisis de salud pública.
Por el momento, se están esperando los resultados de los exámenes de laboratorio.
El delta de Okavango fue declarado patrimonio de la humanidad en 2014 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esto, en vista de la belleza e importancia de su ecosistema, donde se pueden encontrar poblaciones de animales y plantas que solo viven en esa zona.
Investigación oficial
El Ministerio del Medioambiente, Recursos Naturales, Conservación y Turismo, de Botsuana, informó mediante un comunicado que están investigando el caso de la misteriosa muerte de los elefantes.
Hablan de 275 ejemplares desde marzo de 2020 en el área de Seronga. También indicó que hay tres laboratorios en Zimbabue, Sudáfrica y Canadá para evaluar las muestras de los elefantes muertos.
«La población puede tener la seguridad de que se están extrayendo los colmillos de los elefantes muertos y que se siguen quitando los cadáveres que están cerca de los asentamientos humanos». Reiteró que hasta el momento no hay pruebas de que se trate de caza furtiva.
Víctimas del hombre
El elefante es víctima del tráfico de especies por el marfil de sus colmillos. WWF España calcula que la población del elefante ha disminuido a la mitad en los últimos 30 años.
Actualmente, se calcula que hay entre 400.000 y 500.000 ejemplares viviendo en estado salvaje. Se calcula, a su vez, que entre el 25% y el 33% de la población total del elefante africano son elefantes forestales.
Este mamífero terrestre, el más grande de todos y el que tiene el período de gestación más largo, es decir, 22 meses, vive en un sistema matriarcal. La madre anda con sus críos, pero el macho se aísla.
El elefante asiático, por su parte, «es más que un símbolo en India, es una necesidad para el buen estado de los bosques. Son un símbolo cultural en Asia. En el hinduismo la poderosa deidad honrada antes de todos los rituales es el cabeza de elefante Ganesha», señaló la organización conservacionista.
El número de elefantes es muy bajo en zonas de África central —continuó—: el 90% de los elefantes en Selous, Tanzania, han muerto a manos de furtivos durante los últimos años.
Aún sigue el tráfico ilegal de marfil. Aunque en 1989 la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Floras Silvestres (Cites) prohibió esta práctica, todavía hay mercados de marfil no regulados y, pujando, la creciente demanda de los países asiáticos ricos.
Estos animales afrontan otro problema más: el uso doméstico que se les da. Pese a que India, Vietnam y Birmania prohibieron su captura, en este último los elefantes siguen siendo utilizados en la industria maderera, el turismo y el comercio ilegal de vida silvestre.
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