Stefan Armborst y María del Carmen García Mareco (BONA ONA, bonaona@bonaona.org)
En varias contribuciones, la Asociación BONA ONA ha aportado hechos y argumentos bien fundamentados que demuestran que son más que inciertas las supuestas ventajas para los usuarios de servicios de telecomunicaciones de esta tecnología tan cara como altamente peligrosa[1]. Una de las contribuciones[2] se basa en el artículo que descubre la falsedad de los 10 argumentos a favor de la instalación de redes públicas de 5G desplegadas en todo el territorio nacional, redactado por un ingeniero de telecomunicaciones para el “Wall Street Magazin”.
El autor, Miguel Coma, concluye con una pregunta crucial que apela a nuestra responsabilidad por el futuro del planeta y de nuestra vida en la Tierra. “El 5G no es una respuesta a las demandas del mercado. Nada puede justificar unas infraestructuras 5G nuevas, masivas y que consuman tanta energía. ¿Podrían los legisladores, los proveedores y los consumidores que realmente pretenden reducir el uso de energía, la extracción y las emisiones de gases de efecto invernadero, evitar el crecimiento ilimitado de datos móviles y, por tanto, comprometerse a hacer uso de las infraestructuras existentes?”[3]
En un informe para el grupo de sostenibilidad Future Earth, una encuesta a científicos revela que los eventos climáticos extremos, la inseguridad alimentaria, la escasez de agua dulce y la amplia degradación de los ecosistemas que sostienen la vida «tienen el potencial de impactar y amplificarse entre sí de manera que se podría crear un colapso sistémico global en cascada», «una Tierra en gran medida inhabitable» y una «quiebra de las naciones y del orden internacional»[4].
Ante este futuro, las preguntas claves aquí y ahora son ¿por qué en un conciliábulo privado-público se pretende que un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado funcionen conectados entre sí por WiFi? ¿Por qué instalar antenas de ondas milimétricas cada cincuenta o cien metros, en las paredes de los edificios e incluso dentro de los enrutadores ADSL, que harán que se multipliquen de manera exponencial, permanente e irreversible los daños para la salud física y psíquica humana y el medio ambiente, sumándose a los producidos por radiaciones no ionizantes del 3G y 4G que operan simultáneamente?
5G, una pieza clave para la Cuarta Revolución Industrial
“El 5G se va a convertir en el sistema nervioso central de nuestra sociedad”
Sebastián Piñera, ingeniero comercial, empresario y actual presidente de Chile
“Los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos que llevarán a la Humanidad al Novaceno, la nueva era geológica en la que hombre y máquina crearán un mundo mejor”
La sección tecnológica Novaceno, de El Confidencial
La digitalización generalizada de la sociedad hace posible aplicar, expandir y combinar todas estas nuevas tecnologías, especialmente en forma del “Internet de las Cosas” (Internet of Things, IoT). En su formato final consistirá en una megamáquina digital de inteligencia artificial en, y por, la cual todas las “cosas” se entrelazan cibernéticamente.[5]
Cada función del IoT se introduce en el sistema global de IA a través de sensores que tienen que instalarse en todos los aparatos, edificios, en la infraestructura al aire libre, en nuestros teléfonos móviles, sobre la piel humana (por ejemplo, los “relojes inteligentes” (smart watches) e incluso dentro de nuestros cuerpos, y especialmente nuestros cerebros.
Ahora la “gran máquina virtual” maniobra a las personas
Las frecuencias, redes, y tecnologías 5G son indispensables para que esos diferentes sensores se puedan interconectar creando la “meganube IA”, para el uso en el mundo corporativo y financiero, las instituciones estatales nacionales e internacionales, los ejércitos y servicios secretos, etc. Sistemáticamente, la gran mayoría de la sociedad queda excluida de los beneficios para ser funcional a los intereses corporativos y sufrir tantos perjuicios derivados de esos intereses.
Esta gran máquina IoT no distingue que el inmenso cúmulo de datos digitalizados provenga de “cosas” o de “humanos”. Por eso, los seres humanos con sus informaciones no se diferencian de las “cosas” con sus informaciones. Existe un software que dirige, transporta, clasifica, interpreta, utiliza o simplemente borra los datos almacenados. Así maniobramos desde hace decenios en y con el ordenador. Solo que ahora la “gran máquina virtual” maniobra a las personas.
Lo nuevo de esta temible fase de dicho “progreso tecnológico” consiste en que los seres humanos nos convertimos en “cosas”, en “informaciones”. Significa que nos obliga a tener sensores, encima de o insertados en nuestros cuerpos, que transmiten en forma de algoritmos todo lo que hacemos y “somos”. Es decir, nuestras actividades, pensamientos, emociones, datos biométricos, etc. Integrados en la megamáquina con todos nuestros quehaceres y nuestra personalidad, esta nueva condición humana-cosa se está convirtiendo en la base fundamental para desarrollar una vida “normal”, para nuestra mera supervivencia física en los espacios y condiciones sociales-ecológicas que emergen.
¿Cuáles son las informaciones de los seres humanos que interesan a las corporaciones en este “Internet de los Cuerpos”?
Veamos tres ejemplos:
A) Microsoft está proponiendo un método para generar criptomonedas al «monitorear la actividad cerebral de las personas y otros datos biométricos personales». (…) Tal sistema requeriría «conectar» un dispositivo a sensores en el cuerpo que «detectan la actividad requerida por el usuario para generar la criptomoneda». (…) El informe dice que el «flujo de fluidos corporales» y la «actividad y movimiento de los órganos», junto con las ondas cerebrales y el calor corporal, podrían ser manipulados[6].
B) Científicos coreanos usan la red 5G para detectar emociones humanas para crear un mapa emocional de la ciudad que ayude a “detectar comportamientos potencialmente peligrosos”. El sistema, que tiene el nombre 5G-I-VEmoSYS, puede reconocer distintos tipos de emociones como alegría, placer, tristeza o enfado, mediante la interpretación del reflejo de las señales inalámbricas en los cuerpos humanos[7].
C) Facebook apuesta también por una tecnología externa que revele las conexiones entre determinados pensamientos y determinados flujos de sangre o actividad cerebral. En septiembre de 2019, compró CRTL-Labs, que ha desarrollado un sistema para descifrar las intenciones de una persona mediante su actividad neuronal. La compañía recientemente ha señalado que trabaja en una tecnología que puede recoger los pensamientos directamente de las neuronas y traducirlos en palabras[8].
Mundo de los Cyborgs o Estado totalitario a ultranza, ¿o ambas cosas?
Estas corporaciones pretenden hacernos creer con sus promesas tecno-científicas que “el mundo del futuro ya está aquí”, un mundo autojustificable. Perpetúan así el mito del “progreso”, mientras convierten la marcha forzada de nuestro sistema económico-social enormemente desigual, injusto, depredador y ecocida en un devenir naturalizado hacia “algo mejor”, lo cual nos subsume en el monstruo artificial que se autogenera, en cada momento.
Además, nos ocultan (por el momento) que estas tecnologías, con su acceso a nuestro cuerpo y nuestro cerebro, posibilitan el control, la inducción y la manipulación. Incluso, nos clasifican por perfiles de rentabilidad o no rentabilidad para el consumo. Nos inducen a ser compradores compulsivos; acosándonos instantáneamente en nuestros dispositivos con ofertas personalizadas de marketing que se adaptan a nuestros estados de ánimo y de salud en cada momento.
Se requiere, para la clasificación, manipulación, segregación y tal vez supresión de sujetos no deseados, la exacta localización e identificación digital personal infalible que la empresa ID2020, de Bill Gates, está desarrollando: un “artilugio del tamaño de una cápsula medicinal que se implanta en la base del dedo pulgar –en los países nórdicos lo están haciendo de manera voluntaria—, que contendría toda nuestra información, incluso la más privada”[9].
La fusión entre computarización y biogenética instaura un nuevo concepto de ser humano
El mundo de aquí en adelante será el de las crisis multipolares en el “crecimiento económico oligárquico destructivo, único crecimiento económico que hoy existe”[10]. En el que la fusión entre computarización y biogenética instaura un nuevo concepto de ser humano: calculable, cuantificable, obsecuente con los imperativos materiales, manipulable desde afuera y en su interior, con su fuero íntimo expuesto, sustituible, desechable, inhabilitado para la crítica y funcionando según los imperativos del sistema de regulación imperante.
Es hora de estar alerta, de colaborar, cada cual en su medida y en lo que pueda para crear una realidad distinta. No podemos caer en el desánimo de cobardes. Somos la esperanza y somos bastantes. Recordando la bellísima parábola del grano de mostaza, yo creo que podemos ser un gran árbol al que todos los pájaros acudan a anidar en sus ramas[11].
No quisiéramos terminar esta primera parte sin unas palabras personales de esperanza. Muchas personas conscientes sobre el rumbo que van tomando los devenires actuales, la maquinización e instrumentalización del ser humano y de toda la vida, descubren y van afirmándose en su fuero interno con una inédita claridad y certeza de lo profundo que ha de ser la transformación de lo más esencial de nuestras vidas.
La humanidad en una encrucijada
Comprendemos que sobreviviremos con dignidad y en un óptimo grado de igualdad si empezamos a curarnos de la mayor “enfermedad” que ha tenido el ser humano. Algunos pueblos originarios llamaron esta enfermedad “wetiko”, y la utilizan para nombrar la característica más nociva del hombre blanco invasor: el “canibalismo”, es decir, el utilitarismo a ultranza que quiere instalarse como única verdad: “El consumo de otras vidas para el propio provecho y beneficio”[12]
Cada vez más personas, diariamente, tomamos decisiones, pequeñas y grandes, conscientes de que, después de miles de años de patriarcado estamos en una encrucijada, donde depende de cada una si procura ser el “cambio que quiere para el mundo”, si desde su consciencia, su compromiso y dedicación podrá hacer surgir un elevado campo mórfico como especie, según describe Rudolph Sheldrake, de resiliencia, esperanza y empoderamiento que rescata la esencia del ser humano. ¡Somos! ¡Más allá de los algoritmos y datos!
O, como dice la “Iniciativa Nacional Por la Vida” promovida por las comunidades zapatistas de México “a 500 años del inicio de la resistencia” del 27 de julio[13]:
“Invitamos a cada quien, en sus propias formas y geografías, en acciones chiquitas o grandes, a movilizarnos para conmemorar la resistencia y rebeldía de nuestros pueblos que lucharon, desde hace 500 años, por nuestras mismas dignas y justas causas, para rechazar a los gobiernos que sirven al invasor en contra de los pueblos y la naturaleza, con la mirada puesta en la esperanza y la semilla de un mundo vivo, donde quepan todos los mundos.”
BONA ONA, declaración de principios
Asociación de información y divulgación sobre las radiaciones no ionizantes (www.bonaona.org, bonaona@ bonaona.org). Somos la primera asociación sin ánimo de lucro que procura proteger a las personas consumidoras y usuarias en el ámbito de las telecomunicaciones inalámbricas. Defendemos legal y administrativamente los derechos de la ciudadanía y de personas especialmente afectadas por la contaminación electromagnética. Contribuimos a que las instituciones en todos los niveles ejerzan los derechos y deberes existentes en protección de la salud y el medio ambiente (tanto terrestre como la atmósfera terrestre), exigiendo medidas cautelares a las operadoras de suspender su actividad, imponiéndoles la imprescindible condición previa de acreditar su inocuidad.
Difundimos información científicamente avalada sobre los múltiples impactos de la tecnología 5G, Wifi Global, Internet de las Cosas e Internet de los Cuerpos sobre la salud humana, la seguridad, la privacidad y la democracia, el medio ambiente, las relaciones sociales y de trabajo, el desarrollo educativo, etc. Proponemos y apoyamos que una sociedad civil consciente consiga una moratoria en el despliegue de la tecnología 5G, apelando al Principio de Precaución frente a la falta de consenso científico sobre la inocuidad de dicho despliegue.