Por Javier Otazu | Efe
26/02/2016
El gobierno de Marruecos se ha plantado ante la UE por un fallo del Tribunal Europeo que pone en cuestión su soberanía sobre el Sahara Occidental, y ha recordado abiertamente al gobierno de los 28 su condición de país «ejemplar» ante un mundo árabe convulso.
El gobierno marroquí ha anunciado oficialmente la «suspensión de todo contacto con las instituciones europeas», acusando a la UE de «actitud desleal» para con el país magrebí, pese a que el viernes anterior el Consejo de Ministros de la UE había recurrido el fallo del tribunal del 10 de diciembre.
Aquel fallo de diciembre fue muy mal recibido en Rabat porque suspendía un acuerdo comercial euromarroquí de productos agrícolas y pesqueros de 2012 al incluir el territorio del Sahara Occidental, bajo disputa según la legislación internacional pero cuya soberanía es para Marruecos «causa sagrada».
«Marruecos puede consumir sus tomates y exportar sus pescados, pero no se toma a la ligera su integridad territorial. Es una cuestión estratégica y no un juego o una broma», ha advertido ayer el presidente del Gobierno, Abelilah Benkirán, al anunciar esta medida sin precedentes.
Más allá del argumentario oficial leído por el ministro portavoz, Mustafa Jalfi, Marruecos ha utilizado en esta ocasión ante los europeos la idea de su singularidad dentro de un mundo árabe convulso, que obligarían a la UE a un mejor trato con el país magrebí.
«Marruecos representa una esperanza para muchos pueblos árabes» -ha dicho Benkirán- gracias a «la paz y la estabilidad» en la que vive, que lo han convertido en un «modelo cuyo éxito hay que consolidar».
Efectivamente, desde el estallido de la primavera árabe en 2011, Marruecos no ha dejado de subrayar su condición de «excepción» porque ha escapado a la violencia terrorista (ni un solo atentado desde ese año) y porque el juego político ha permitido que un partido islamista, el Partido Justicia y Desarrollo (PJD) haya formado gobierno sin sobresaltos mayores.
Y aunque no haya salido de la boca de Benkirán, otro argumento principal ha sido expuesto en una nota editorial de la agencia oficial MAP: «Es este Marruecos, que hace de gendarme de Europa en materia de lucha antiterrorista y de inmigración clandestina, el que ve hoy sus acuerdos vagar a la deriva por un veredicto inicuo».
El control del terrorismo y la inmigración: estos son los dos grandes argumentos que Marruecos despliega, sutil o abiertamente, para subrayar el derecho a un tratamiento más considerado por parte de las instituciones europeas.
«Que quede claro para los europeos: Marruecos no se inmiscuye en su sistema judicial, pero este asunto es geoestratégico y no puede ser tratado a la ligera», ha dicho Benkirán.
La UE, aunque haya recurrido con su brazo ejecutivo el fallo del tribunal europeo, no parece haberlo hecho del modo que a Rabat le hubiera gustado, y el gobierno marroquí ha denunciado la «gestión opaca de ciertos servicios de la UE» ante el caso.
En otras palabras, y según han escrito varios medios marroquíes, a Rabat también le ha molestado el secretismo con que la UE ha tratado esta crisis con su vecino magrebí, que es el primer destinatario de sus fondos de cooperación, con 200 millones anuales de euros.
Lo cierto es que ni en Bruselas ni en Rabat los diplomáticos europeos han querido hacer comentarios en los últimos dos meses, y más cuando a principios de 2012 una circular secreta del ministerio marroquí de Exteriores ordenó a los demás ministerios congelar sus contactos con la UE.
Desde entonces, era el marasmo total en la embajada de la UE en Rabat, con interlocutores que no responden a los teléfonos o no contestan a los correos. Una situación de enfado que ayer se hizo pública y oficial y con la que Marruecos pretende que se reconozca el papel que cree merecer: el de socio ejemplar en un entorno regional que camina peligrosamente a la deriva.