La situación actual de emergencia causada por el cambio climático ya está generando crisis humanitarias en todo el mundo. Sin embargo, no a todos nos afecta por igual. Dentro de una misma ciudad puede haber distintas realidades, dependiendo de la zona o el contexto que los rodea, por ejemplo. Tomando esto en cuenta, un grupo de investigadores analizó la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria para definir los daños y bienes ambientales en cada distrito. Dando como resultado un mapa en el que se muestran las distintas realidades de la ciudad, apoyados en el concepto de «justicia ambiental».
A finales de los años setenta y a principios de los ochenta varias comunidades en los Estados Unidos se dieron cuenta que hay localidades que están más expuestas o son más vulnerables a diversos daños ambientales. Fue en ese momento que se desarrolló el concepto «justicia ambiental», que no solo trata de los daños ambientales, sino también de los beneficios, explicó Jarumi Kato-Huerta, investigadora en el departamento de Planificación de Servicios Ecosistémicos y Sostenibilidad Urbana en la Universidad de Trento, Italia y autora principal del estudio.
El primer mapa de «justicia ambiental» en Las Palmas
La herramienta creada por los investigadores cuenta con un índice de Justicia Medioambiental Distributiva (DEJI), para mostrar la realidad de cada municipio de Las Palmas. Logrando evidenciar, por ejemplo, que si una localidad no cuenta con espacios verdes o áreas recreativas será más difícil que sus habitantes puedan soportar las altas temperaturas. Además, las personas cercanas a plantas industriales y con altos niveles de ruido están expuestas a una importante acumulación de contaminantes. Y la subida del nivel del mar afectará en primer lugar a quienes se encuentren a pocos metros de la costa.
Las Palmas de Gran Canaria era fundamental para la investigación por ser una ciudad insular. Para llevar a cabo el estudio los autores Kato-Huerta y Davide Geneletti revisaron los documentos de planificación de la capital en busca de políticas que pudieran formar parte de los tres subíndices empleados: desigualdad social, riesgos ambientales y beneficios de zonas verdes.
En total, los expertos analizaron 18 documentos, detectando hasta 46 indicadores entre los que destacan la mortalidad por cáncer de pulmón, el porcentaje de población por encima de 65 años, la exposición a micropartículas PM10 por contaminación atmosférica o la accesibilidad residencial a espacios verdes a una distancia de 600 metros a pie, como muy lejos.
Los indicadores fueron clasificados por el equipo de 0 (menor prioridad) a 1 (máxima prioridad), con tonalidades distintas de una misma gama de colores para evidenciar la intensidad.
Grandes desigualdades entre barrios
El mapa de «justicia ambiental» de Las Palmas muestra la «injusticia distributiva» que divide la ciudad entre oriente y occidente, desde Tamaraceite-San Lorenzo-Tenoya hasta Vegueta-Cono Sur-Tafira. Los indicadores con máxima prioridad se ubican en los núcleos urbanos y no en los suburbios. Esto puede deberse al crecimiento del turismo en la zona, que atrajo a muchos extranjeros a instalarse en las cercanías de Vegueta. Creciendo hacia el norte y hacia el mar hasta llegar a La Isleta.
Los investigadores dijeron que «las áreas costeras eran áreas de manufactura y mercado para las clases trabajadoras”. Estas áreas estaban frecuentemente excluidas de la revitalización social y residencial. La cual se vio agravada por cuestiones topográficas (por ejemplo, pendientes pronunciadas) que generaban una baja accesibilidad a los servicios”, continúa el estudio.
Según los resultados del análisis el mapa refleja que la zona con mayor injusticia ambiental es La Isleta, donde hay altos porcentajes de desigualdad, riesgos ambientales (denunciados regularmente por los vecinos) y pocas zonas verdes y recreativas. «La planificación de espacios verdes debe ser un poco más social». Principalmente en contextos insulares, que son regiones cerradas y tienen unas características muy particulares», señaló uno de los autores.
No obstante, el equipo aseguró que la implementación de medidas correctoras en el terreno «es complicada» debido a la escasez de suelo. Pero se podrían evaluar otras opciones para resolverlo, por ejemplo colocar techos verdes o huertos urbanos en los edificios.
Sostenibilidad = incrementar la inclusión social
Kato-Huerta explicó que en un contexto como Las Palmas de Gran Canaria todavía hay mucho por hacer para incrementar la inclusión social. Garantizar que las poblaciones más vulnerables estén resguardadas ante la crisis climática es fundamental. «Se trata de calidad de vida. Tomando como ejemplo a las personas ancianas, las cuales requieren una mejor calidad del aire. Cuando se habla de sostenibilidad a veces olvidamos la parte social, que también es importante», finalizó.