En las últimas semanas se observan algunos resquicios en la pesada muralla hegemónica de Pekín. Miles o tal vez millones de chinos están cansados de las limitaciones y la ausencia de libertades. Las medidas absolutistas que rodean la política de Cero-Covid, en tiempos en que el mundo flexibilizó los rigores sanitarios, ha desatado oleadas de manifestaciones. Están ahí, exhibiéndose con desenfado en las grandes ciudades, pese a las represalias del régimen, que ahora va por el tercer período de Xi Jinping.
Cada mes de noviembre surge un amargo recordatorio: el 17 de ese mes de 2019, se registró el primer contagio conocido de la COVID-19 en Wuhan, según una investigación del periódico hongkonés South China Morning Post basada en datos gubernamentales.
Desde entonces, China adelanta un estricto control sanitario sobre su gigantesca población. Esa práctica tiene varios propósitos: evitar los contagios y muertes de sus ciudadanos, lo que afectaría el ritmo de crecimiento económico voraz que ejecuta esa nación asiática. Lavar la cara al país y dejar en claro al mundo, que sus acciones han sido acertadas al mantener a raya al virus.
Antes de la aparición de la variante Delta, la más agresiva y que impactó severamente a buena parte del planeta, China mostró su rasgo de superioridad ante los países occidentales, al salirle al paso con éxito. Allí, la campaña contra la COVID dejó de ser sanitaria y se convirtió en política. Fue la excusa perfecta para otorgar mayores atribuciones a ese férreo Estado en su control de la sociedad.
China y su política extrema Cero-Covid
Mientras el globo se desenvuelve con casi normalidad, en China mantienen los confinamientos. Uno de los casos más resaltantes que ha desatado el descontento social represado por décadas en ese país, es el de cientos de empleados encerrados, durante mas de un mes, en la mayor fábrica mundial de iPhones, en la ciudad de Zhengzhou.
La planta había sido confinada en octubre por el aumento de casos de covid, lo que provocó que algunos trabajadores se escaparan de las instalaciones. La empresa, Foxconn, contrató entonces a nuevos empleados, a los que prometió mejores condiciones. Pero estos denunciaron después que estas condiciones no se habían cumplido. Y eso, sumado al hartazgo por las estrictas medidas anticovid, alimentó el estallido, que tuvo una importante repercusión en todo el país.
Por añadidura y con los ánimos caldeados, la muerte el pasado 24 de noviembre de 10 personas en el incendio de un edificio en Urumqi, capital de la región autónoma de Xinjiang, rebasó la paciencia de los chinos.
Xinjiang está desde agosto bajo estrictas medidas de confinamiento. Y aunque las autoridades aseguraron que los residentes del edificio incendiado tenían libertad para abandonar sus viviendas, muchos piensan que las medidas impuestas contra la covid contribuyeron a la tragedia.
El incendio sirvió de detonante para las protestas que este fin de semana se han extendido por ciudades como Pekín o Shanghái, reseñó BBC.
Y es que en las dos últimas décadas, las protestas en China habían sido mínimas. Casi siempre en torno a cuestiones laborales como la falta de pago a los trabajadores o vecinales. Pero no políticas ni ideológicas.
La protesta contra la política de Cero-Covid en China reúne características especiales. Afecta a muchas personas, y, sobre todo, es un asunto que ha sido ideologizado como parte de una estrategia del Partido Comunista.
Fulminantes hojas en blanco
Estas protestas son singulares. No solo porque es en China y cuyo detonante han sido las medidas restrictivas del Cero-Covid, sino porque los manifestantes han empleado hojas en blanco. Si, no tienen mensaje alguno. Cada quien puede escribir en su mente la consigna, la queja, la denuncia acallada por muchos años.
“Acaben con el confinamiento”, gritaban los manifestantes en una ciudad en el extremo oeste de China. Al otro lado del país, en Shanghái, los manifestantes levantaron hojas de papel en blanco y las convirtieron en una implícita pero poderosa señal de disenso. Uno de los manifestantes, que después fue detenido por la policía, solo llevaba flores.
Durante el fin de semana, las protestas contra las estrictas restricciones por la covid en China reverberaron por todo el país en un caso inusual de malestar civil a nivel nacional, reseñó The New York Times.
El lunes, un grupo que apoya a los manifestantes hizo un llamado en línea para que un número limitado de manifestantes se reunieran en la Plaza del Pueblo de Shanghái y cerca de una parada de metro en el noroeste de Pekín por la noche. Pero los videos compartidos desde los dos lugares, identificables por los edificios y los carteles de fondo, mostraban una fuerte presencia de seguridad y autos de la policía alineados en las calles.
Asimismo, en la ciudad de Hangzhou, en el este, una multitud de personas se reunió en un centro comercial, pero fue vigilada de cerca por un grupo aún mayor de policías uniformados. Una mujer gritaba mientras varios de los agentes se la llevaban, según los videos que circulan en internet.
Espiral de desencantos
Y este fin de semana, algunos manifestantes llegaron a pedir la dimisión del Partido Comunista y de su líder, Xi Jinping. Muchos están hartos de Xi y de su política de “cero covid”, que sigue afectando la vida cotidiana en China, perjudicando los medios de subsistencia y aislando al país.
Más de 1400 millones de habitantes de China siguen a pie juntillas esta estricta política. Está diseñada para acabar con las infecciones a través del confinamiento inmediato de edificios de apartamentos. Y a veces, de ciudades o regiones enteras, además de obligar a los residentes a hacer cuarentenas prolongadas y someterse a una letanía de pruebas.
Esto se ha hecho más evidente con la retransmisión del Mundial de fútbol, en los que puede verse a grandes multitudes en las gradas. O en los alrededores de los estadios en Qatar sin mascarillas u otras medidas de protección contra la covid.
Actualmente no existe un confinamiento generalizado en China y algunas de las medidas más duras se han relajado. Aún así, el gobierno central ha pedido a las autoridades locales que impongan fuertes confinamientos en los lugares en los que se han detectado brotes de covid. Incluso si solo se han encontrado pocos casos.
Las protestas suponen un «desafío sin precedentes para el presidente chino Xi Jinping», comentó la corresponsal de BBC en Asia, Tessa Wong. Por lo que hay una gran expectación sobre cómo va a responder a las manifestaciones. En un país donde las críticas al presidente o al Partido Comunista se pueden pagar con la cárcel.
Vacunas chinas e inmunidad de la población
Pekín respondió a la inusual ola de manifestaciones. China no piensa dar marcha atrás en sus políticas de Cero-Covid y, por el momento, no hay un horizonte claro de cuándo podrían relajarse las restricciones.
Mientras que el resto del mundo utilizó los confinamientos y las medidas de distanciamiento social para ganar tiempo mientras se llevaban a cabo campañas masivas de vacunación, China sigue dependiendo de los controles para mantener a raya la covid.
Aunque el país desarrolló sus propias vacunas, estas no han sido tan efectivas como las de Pfizer o Moderna, que utilizan tecnología mRNA, y que China ha decidido no importar.
Dos dosis de la vacuna de Pfizer o Moderna ofrece una protección del 90% contra la muerte o la enfermedad grave. Pero Sinovac, una de las vacunas chinas, solo protege en un 70%. A esta menor protección se suma que la campaña de vacunación en China no ha sido tan extensa como en otros países. Y muchos ancianos no han sido inmunizados.
Los confinamientos prolongados también han provocado que mucha gente no haya desarrollado una inmunidad natural hacia el virus. Esto hace que las nuevas variantes de coronavirus se extiendan más rápidamente que al principio de la pandemia.
Entretanto, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional John Kirby señaló que el presidente de EE UU, Joe Biden, «monitorea» de cerca las manifestaciones en China. «El presidente no va a hablar por los manifestantes de todo el mundo. Están hablando por sí mismos», añadió.
Asimismo, el departamento de Estado sugirió que EE UU considera excesivas las políticas de confinamiento por covid de China.
«Creemos que va a ser muy difícil para la República Popular de China poder contener este virus a través de su estrategia cero covid», dijo un vocero del departamento, reseñó AFP.
El descontento se lleva gestando meses debido a las duras medidas de las autoridades chinas para controlar el coronavirus, que incluyen largas cuarentenas, confinamientos localizados y restricciones de viaje.