La desgastada relación entre la Junta Directiva del Barça y los jugadores, además de la crisis institucional y deportiva del club, está por cargarse incluso a Lionel Messi. El argentino tiene una cláusula que le permite irse a final de temporada si así lo desea, y ya hay rumores de ofertas de la Juventus o el Inter. Aunque su salida se antoja improbable, ya que ha comentado que no quiere mover a su familia, la eliminación de Copa y la incertidumbre alrededor del primer equipo preocupan al barcelonismo, que no quiere perder a su máxima estrella.
Al principio de temporada, Messi volvió a repetir su deseo de levantar la Champions, que no gana desde 2015, y reconoció que aunque ama al Barcelona, con el que tiene contrato hasta 2021, quiere estar en un «proyecto competitivo». Sus palabras se entendieron como un mensaje a la directiva, que en los últimos años ha hecho fichajes multimillonarios que no terminan de cuajar en el primer equipo.
Desde entonces, Messi no se había vuelto a pronunciar. Pero en las últimas semanas, la eliminación en la Supercopa y el consecuente despido de Ernesto Valverde han llevado al vestuario al límite. El malestar del argentino con la directiva se hizo palpable cuando arremetió en su cuenta de Instagram contra su ex compañero y ahora secretario técnico, Éric Abidal.
Abidal dijo que los jugadores “no estaban satisfechos ni trabajaban duro”. Messi respondió pidiéndole que dijera los nombres porque se estaba “ensuciando” el trabajo de todos. “Todos deberían ser responsables de sus decisiones. Los jugadores por lo que sucede en la cancha (…) Los directores deportivos también deben asumir su responsabilidad y, sobre todo, hacerse cargo de las decisiones que toman”, escribió en su historia. Una reunión apaciguó los ánimos pero lo deportivo, clave para vender la marca, sigue fallando.
El hidrógeno de Messi
En el universo, las estrellas brillan más cuando se acaba el hidrógeno en su núcleo y están a punto de apagarse. Tal vez sea el caso de Messi, ya de 32 años, que aunque en las últimas semanas no tiene la puntería afinada (su último gol fue el 19 de enero ante el Granada), mantiene el peso del equipo en sus botas.
El domingo, el rosarino fue el artífice de los tres goles que marcaron los suyos, a pesar de sus propias fallas frente al arco o sus trastabilles al regate. Sin embargo, la fórmula no funciona todos los partidos, como sucedió en San Mamés la semana pasada durante la eliminatoria de Copa.
League leader in goals: 1️⃣4️⃣
League leader in assists: 1️⃣1️⃣#Messi: the best of both worlds 👽 pic.twitter.com/uH5nNLd9mY— FC Barcelona (@FCBarcelona) February 11, 2020
Es que el argentino necesita a sus compañeros, su hidrógeno, para confirmarse. Como Messi, Piqué y Busquets, de 33 y 31 respectivamente, son la columna vertebral y los últimos bastiones del equipo que lo ganó todo en 2009; y del que repitió la gesta del triplete en 2015, esa vez ya con otros nombres como Neymar, Suárez y Ter Stegen. Ahora, se cuenta con figuras como De Jong, Arthur o Griezmann, cuya calidad ha quedado solapada por la crisis institucional.
Aunque con Quique Setién, el Barça da muestras de un mejor funcionamiento colectivo, también han quedado en evidencia las limitaciones que suponen una plantilla corta (solo cuenta con 18 jugadores) y la mala planificación deportiva, que se nota tanto en la defensa (sin Piqué, juegan dos centrales zurdos, por ejemplo) como en ataque. Sin Dembélé ni Suárez, el club tendrá que salir a fichar un delantero a destiempo, después de haberse deshecho del canterano Carles Pérez.
Sin soluciones
Messi, por ahora, se tiene que conformar con Griezmann, con el que todavía no se entiende del todo, y con Ansu Fati, al que tiene estima pero sigue siendo un chaval de 17 años. El problema no es fácil de resolver porque, como señala Ramón Besa para El País, “el presidente (Bartomeu) busca culpables y no soluciones, condicionado por las elecciones de 2021”.
Con Setién, que afronta su primera aventura en un club de este calado y tan particular como el Barcelona, se espera que haya una mejora. Pero el ritmo de competiciones como La Liga, donde los azulgranas van por detrás del Madrid a tres puntos, y sobre todo la Champions, que vuelve la semana que viene, apremia. Si Messi, primer capitán, no levanta un trofeo con el club a final de temporada, cabe preguntarse qué tanta será su paciencia. A Messi se le acaba el hidrógeno.
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