Desde hace años Venezuela atraviesa una profunda crisis política, social y económica que lo ha sumergido en una crisis ambiental que destruye de la Amazonia venezolana, donde se ubica la mayor parte de sus bosques. Un catástrofe ha denunciado en los últimos veinte años grupos ambientalistas, geólogos y comunidades indígenas. Nadie les hace caso. La fiebre extractiva arropa a todos los sectores, legales e ilegales.
Hace 20 años, Venezuela fue reconocida como uno de los 17 países con mayor biodiversidad en el mundo, por la calidad de sus bosques y la riqueza de su fauna. Ahora, el país encabeza la lista de las naciones que poseen una de las tasas más altas de deforestación y de destrucción de ecosistemas. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) registraba 58 millones de hectáreas en 1980. Para 2010 la cifra se redujo a 47,6 millones. Una pérdida de 347.000 hectáreas anuales.
Cientos de especies vulnerables seriamente amenazadas por caza ilegal, la destrucción de hábitats, la sobreexplotación de recursos y deforestación salvaje. Además, la contaminación de mercurio y otras sustancias tóxicas utilizadas en la minería ilegal, la ausencia de fiscalización en áreas naturales y falta de fondos para investigación científica son algunos de los problemas que desde hace años impactan el medio ambiente en Venezuela y se incrementan de manera silenciosa.
Pérdida de la Amazonia venezolana
Cuantificar la destrucción ambiental es una tarea casi imposible. No existen cifras oficiales del Ministerio para Ecosocialismo y Aguas. Sin embargo, un informe elaborado por la organización Provita, entre el 2010 y 2015 indica que fueron deforestadas 2.822.000 hectáreas. Es decir, en cinco años se eliminó la cobertura boscosa de una superficie casi del tamaño del Parque Nacional Canaima. Hoy, a este ritmo, la cifra total debe ser mucho más del doble.
La plataforma Global Forest Watch informó que entre enero y agosto de 2019, el número de alertas de incendios acumuladas fue de 4.414. De acuerdo a estos datos y en opinión de la ONG Wataniba, 2019 fue el quinto año con más incendios en la ventana temporal de 2001-2019. El más alto fue el 2010 con 4.479 alertas. Junto con los incendios y deforestaciones, otro factor que se disparó fue el saque de madera leña. Una situación que viene en aumento por la escasez de gas doméstico. Provea (Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos) ha denunciado que los leñeros destruyen las zonas verdes y remanentes de vegetación natural dentro de las poligonales urbanas en el país.
La deforestación no es el único problema
Los resultados de una investigación sobre los derrames petroleros sucedidos en Venezuela en el período 2016-2021 apuntan que se registró un total de 199.000 derrames en ese periodo. La cifra contrasta con los datos suministrados por PDVSA en su último informe en el cual reportó 8.250 derrames sucedidos solo en ese año, una evidencia de la creciente desinformación por parte del gobierno al respecto. Estos desastres ambientales afectan los derechos de personas y comunidades. Asimismo, es cada vez peor el creciente deterioro de componentes ambientales esenciales.
Se están perdiendo la mayoría de los bosques
A pesar de que con el paso de los años se está perdiendo la mayor parte de la cobertura boscosa en el país, no existe una respuesta contundente por parte de los organismos del Estado. Lo más grave es que el ritmo seguirá aumentando. Y si ya parecían peligrosas y preocupantes las cifras del período 2010-2015, la tasa de deforestación del período 2015-2020 son aún peores, estiman los expertos.
Venezuela se ha convertido en el único país amazónico en presentar una tasa de deforestación exponencial. Pero la deforestación en la Amazonia no es un problema exclusivo de Venezuela. Según los registros actuales se han alcanzado niveles históricos en Brasil en los últimos años. Debido en parte a las malas decisiones del presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien es un ferviente partidario de la apertura de áreas protegidas para su explotación.
Por su parte, Nicolás Maduro ha dicho en repetidas ocasiones que la Misión Árbol, creada en 2006 por el fallecido expresidente Hugo Chávez será la «solución a la deforestación». La Misión Árbol busca la recuperación de los bosques venezolanos, que debido a la acción humana están en peligro de convertirse en desiertos en menos de 300 años. Según datos oficiales del Gobierno, el 15 años se han sembrado más de 30.000.000 de árboles en todo el país. Sin embargo, la cifra corresponde a menos del 5% de lo deforestado en el mismo período.
Algunos bosques podrían desaparecer
Con el ritmo de deforestación que Venezuela mantuvo hasta 2015, los bosques de la cuenca del río Caura, al sureste del país, podrían desaparecer en los próximos 15 años. Algo similar pasaría con las especies conocidas de anfibios, aves, mamíferos y reptiles. El 13,3% de ellos son endémicos es decir, que no existen en ningún otro país y 5,6% se encuentra amenazado, según datos del Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente (UNEP-WCMC).
Todo podría desaparecer en un abrir y cerrar de ojos si no se toman medidas contundentes e inmediatas en el país. La ONG Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela (CIEV) alertó que si no se controla la tasa de deforestación, en menos de un siglo Venezuela pasaría a ser una zona desértica.
Tala indiscriminada de árboles en Caracas
Caracas, la capital venezolana, cuenta con numerosas áreas verdes que ahora están amenazados por una tala masiva, llevada a cabo principalmente por las autoridades locales. A través de las redes sociales, tanto ONGs como los mismos ciudadanos han denunciado que la deforestación está «fuera de control». Árboles de más de 150 años de edad son cortados para dar espacio a proyectos de contrucción. O por el simple capricho de «obtener una mejor vista de la ciudad».
Los ambientalistas en Caracas reciben entre dos y tres denuncias de talas o podas mal ejecutadas al día. Según la opositora venezolana María Gabriela Hernández el Estado de Venezuela está «despoblando» al país de sus árboles. «La dictadura devasta, aniquila, mata y degrada la vida en Venezuela de todas las formas. El Estado debe asegurar el resguardo de los bosques. Pero sus funcionarios no tienen un teléfono o vehículo para impedir la tala o los incendios», añadió en su cuenta de Twitter.
En Caracas, donde los servicios básicos están más normalizados que en el resto del país, hay una «tala indiscriminada, sin sentido, sin criterio», sostiene la activista ambiental Verónica Carrasco. Quién además estima que la mayoría de los restos de árboles termina en vertederos sanitarios. En general, existe una gran desinformación ambiental en el país, que no tiene políticas contra el cambio climático.
Daniel Antequera, quien también es activista de oposición, denunció el ecocidio que se comete bajo la custodia de «cuerpos de seguridad» del Estado en el Parque Nacional Cerro Saroche, ubicado en el estado occidental de Lara. Por su parte, las autoridades municipales aseguran que las podas de este tipo se realizan por mantenimiento, despeje de vías o prevención.
Reemplazan los árboles naturales con palmeras artificiales
El año pasado decenas de árboles fueron cortados en la principal autopista de la ciudad para sustituirlos por palmeras doradas de hierro forjado para completar la decoración de un monumento.
Ya para cerrar el año, las autoridades municipales decidieron reemplazar muchos de los árboles que quedaban en la misma autopista para poner unas palmeras al estilo de la ciudad de Miami. Según algunos expertos provienen de la Isla de Margarita, al noreste del país, la cual se caracteriza por su clima seco y semiárido, con altas temperaturas. Ahora las nuevas palmeras margariteñas que no oxigenan, no dan sombra y tampoco son refugio de aves están muriendo. A diario se caen y se secan, lo más probable es que no se acostumbren al clima lluvioso de la ciudad capital y terminen muriendo.
La minería en el Parque Nacional Canaima es una amenaza potente
El pasado mes de febrero la ONG venezolana SOSOrinoco alertó que, desde el 2015, se han intensificado los daños ambientales por la minería en el Parque Nacional Canaima. Este es un patrimonio de la humanidad de la Unesco que alberga la cascada más alta del mundo, el Salto del Ángel.
Desde el año 2000 se venían perdiendo un promedio de 1.483 hectáreas anuales. Pero a partir de 2015 esta tasa alcanzó las 3.600 hectáreas por año, según la ONG. «Estos últimos cinco años el bosque se ha perdido dos veces más rápido que en los 15 previos. La minería dentro del Parque Nacional Canaima se ha expandido 8,4 veces desde el año 2000, a 80 hectáreas por año», indicó la organización.
Cristina Burelli, fundadora de SOSOrinoco, dijo que Canaima está amenazado «pero no por si solo». Y es que durante dos décadas en el poder, el gobierno revolucionario, socialista de Hugo Chávez primero y ahora Nicolás Maduro, han presidido sobre lo que ella denomina “el desmantelamiento sistemático de las instituciones ambientales de Venezuela”.
Aunque se han documentado en detalle durante los últimos años todas las crisis que atraviesa Venezuela, como el impacto de las sanciones estadounidenses o el éxodo de más de seis millones de venezolanos, las tribulaciones ecológicas del país han sido menos documentadas. No obstante, es tan importante como cualquier otra crisis, y debería preocuparle también a la comunidad internacional, según Burelli.
Ecocidio en Venezuela
A medida que la economía se ha desplomado y los ingresos petroleros han ido desapareciendo, el régimen de Maduro ha buscado ingresos financieros por otras vías. Incluyendo la explotación de los abundantes recursos naturales del país. Por ello, ha promovido la minería en partes de la Amazonia. Delimitando una amplia porción en 2016 para fungir como un arco minero, principalmente para el oro. Pero también para diamantes, coltán, bauxita, mineral de hierro y cobre.
El venezolano Francisco Dallmeier, director del Centro para la Conservación y Sostenibilidad del Instituto de la Smithsonian para la Conservación Biológica, en Washington, describe lo que está ocurriendo en Venezuela como un “ecocidio”. Asegura que el país es uno de los sitios de mayor riqueza en la tierra, posee unos recursos naturales fantásticos y un sistema entero de zonas protegidas que se creo para salvaguardar esos recursos. Pero ahora llega el comienzo de una ola de destrucción, «y no hay indicios de que eso vaya a cambiar”.
Venezuela tendría una de las deforestaciones más altas de América Latina
El ambientalista Fernando Jauregui afirmó el pasado mes de marzo que Venezuela tiene la deforestación más alta de América Latina. Explicando que esta situación es causada por las prácticas del “mal llamado conuco”, y por la extracción de recursos en el Arco minero del Orinoco, la cual, según él, no solamente afecta a ese espacio. “También está generando deforestación en las cuencas del río Paragua y Caroní que son los principales abastecedores del Guri, donde se produce el 70 % de la electricidad del país”, indicó.
Señaló que es difícil calcular cuántos árboles han sido talados en esa área ya que no se pueden apreciar desde un helicóptero. Agregó que la contaminación “en grandes cantidades” que se genera en el Arco Minero del Orinoco produce residuos que terminan en el mar Caribe, afectando a su vez al río Orinoco.
El ambientalista dijo que en paralelo a esto se utiliza mercurio para extraer el oro del resto de la tierra, enfatizando que esta práctica posee unas condiciones de coasi-esclavitud de quienes extraen este oro.