“Algo nuevo está sucediendo: el cambio es una celebración de la vida”
La misión de MaHalla es convertirse en un centro global de experiencias participativas y poderosamente inmersivas para el conocimiento y la conciencia. El fin es transformar el mundo a través del arte contemporáneo, la música de vanguardia, experiencias espirituales, ciencia humana y una sociedad solidaria
El colectivo de arte liderado por el polifacético artista y realizador berlinés Ralf Schmerberg ha creado MaHalla, un centro de cultura y atelier en la capital alemana, que ocupa la antigua fábrica de AEG, una instalación símbolo del espíritu emprendedor y de la arquitectura industrial de la década de los años veinte del siglo pasado, que hoy tiene la catalogación de monumento nacional.
El complejo MaHalla cuenta con un total de 9,000 metros cuadrados y aspira a convertirse en un “lugar de refugio en medio de la ciudad”. Schmerberg aprovecha la limpieza con equipos de alta presión para crear una obra de arte a lo largo de una de las paredes de ladrillo, cuyo origen se remonta a 1895. Grandes plantillas permiten que durante la limpieza la frase “The world is full of pain” (“El mundo está lleno de dolor”) se lea como un graffiti realizado a partir de viejos residuos de pintura.
Usted lidera un colectivo de artistas que impulsa un centro de cultura en la capital alemana, “un lugar de refugio en medio de la ciudad”. ¿En qué consiste? ¿Considera la ciudad, el entorno urbano, como una amenaza?
Es otro intento de liberarnos de nosotros mismos. No hay absolutamente nada que dirigir cuando se trata de colaborar con artistas y colectivos. Para nosotros, MaHalla significa la Sala Madre. Una reminiscencia de estar en el refugio interior de la Madre Tierra. Es un auditorio participativo. Un santuario urbano. Un templo de la cultura. Un arca humana. Un laboratorio de innovación. Un lugar de celebración, inmersión, juego, cocreación y transformación constante. Nuestra principal intención es ser independientes. A partir de ese principio, llegamos a un punto en el que nos dimos cuenta de que teníamos que tener el valor de construir y administrar nuestro propio espacio urbano, por muy grande que fuera.
En las últimas décadas, el arte, la música, la ciencia, la espiritualidad y la sociedad se han comercializado cada vez más por la corriente dominante. Las cosas buenas han desaparecido y en su lugar hay demasiada “basura” cultural que contamina el mundo. En la corriente principal, todo se convierte en un caldo aburrida. Hace tiempo que nos dimos cuenta de que no nos sentimos a gusto en esas reuniones de pingüinos en las que todo el mundo corre apáticamente hacia el centro común. Nos gusta descubrir los bordes, los desiertos, el espacio libre. Somos soñadores y adoramos a los freaks y a las individualidades. Echamos de menos muchas cosas y queremos probar un millón de experiencias, explorar y jugar con el mundo en lugar de poseerlo.
Propone un espacio abierto en una antigua fábrica eléctrica que representa lo que fue una ciudad cerrada, partida en dos por un muro producto de la guerra cuyos trozos derribados se venden hoy como recuerdos turísticos. ¿Qué simboliza en una civilización condicionada por la tecnología y la incertidumbre?
El espacio abierto es lo contrario del espacio cerrado. El espacio abierto es una invitación a la participación. Como berlinés posmuro, idealizo el concepto de una utopía urbana. Berlín tiene una gran tradición de ocupación de edificios, para bien y para mal. Los berlineses están constantemente entrando y saliendo de este tipo de espacios emblemáticos, se mueven constantemente. La mayoría de los edificios son históricos y arrastran mucho karma del pasado. Nuestro edificio es una antigua fábrica construida en 1895 por AEG como emblema de la industria eléctrica, electrópolis. Es un hito capitalista, un icono de una época en la que el crecimiento económico se convirtió en el nuevo dios que adorar. Simbólicamente, ahora ya no es necesario. Es un dinosaurio de la era industrial. Lleva años vacía y su belleza se ha desmoronado.
“Nos sentamos tras las ventanas y vivimos de los recuerdos. La actividad se ha vuelto apática y la incertidumbre es la nueva realidad”
Berlín está sometida a un enorme desarrollo; el capital llega de todas partes y empezamos a perder terreno edificio a edificio. La ciudad que nos gustaba está desapareciendo. Los espacios de arte, los estudios, la independencia, nuestra vida cultural… todo ha empezado a reducirse. Al mismo tiempo, esa particular alma berlinesa está desapareciendo junto al carácter y la personalidad que entrañaba. La antaño fuerte actividad cultural se ha perdido. Nuestro estilo de vida ha cambiado.
Estábamos acostumbrados a salir de fiesta y, al mismo tiempo, a cambiar el mundo, al menos en teoría. Ahora nos sentamos encerrados detrás de las ventanas y vivimos dentro de los recuerdos. La actividad se ha vuelto apática. La incertidumbre es la nueva realidad. El hecho de que hayamos empezado MaHalla exactamente en este periodo de tiempo es enormemente simbólico. Demuestra que, afortunadamente, hay gente que ya está en el mañana. Algo nuevo está sucediendo. MaHalla impulsa esta transformación. Es una celebración de la vida.
En una de las paredes de la fábrica hay un graffiti con la siguiente leyenda: “El mundo está lleno de dolor” (“The world is full of pain”). ¿Es el dolor un hecho omnipresente?
Tenemos que curar el dolor donde sea que podamos empezar de nuevo. La esperanza de amor y felicidad es omnipresente y llegamos a hacer muchas tonterías para alcanzarla. Pero sobre todo nos hemos convertido en una sociedad global que arrastra mucho dolor y vergüenza. Todos nuestros actos están condicionados por nuestra incapacidad para solucionar los problemas que hemos creado. Cuando trabajé en el tema del conocimiento y el aprendizaje, hicimos una antología junto con algunas universidades e investigadores, y definimos una enciclopedia de 25.000 problemas que había que abordar. Empezó con el Síndrome de Aarskog y, 25.000 problemas después, terminó con el zoosadismo. Cuando la imprimimos, se había convertido en dos gruesos libros encuadernados. Recuerdo que, cuando los tuve por primera vez en mis manos, la obra me dejó sin palabras. En efecto, la leyenda “El mundo está lleno de dolor” nos recuerda que tenemos que arreglar muchas cosas.
¿Igual que es imposible parir sin dolor, lo es crear sin dolor?
El nacimiento no es un dolor, es un milagro. Soy padre y he participado en el proceso de nacimientode mis cuatro hijos. Cada parto fue una experiencia diferente. Durante el último, cuando nació mi hija Zoe, su madre, Elisa, entonaba hermosas canciones en cada contracción. Lo que experimenté entonces es que cuando una mujer va hacia el dolor sin miedo y con el corazón abierto, ese dolor puede convertirse en una alegría infinita. El dolor se disuelve en belleza. El nacimiento y la muerte son las puertas de entrada y salida del círculo de la vida. La creatividad es la vida. Puedes vivirla de muchas maneras. Si el dolor es tu inspiración, está bien, pero también puede ser la alegría o el amor lo que te inspire.
¿El objetivo es impulsar un renacimiento cultural, un florecimiento artístico? ¿En qué consiste la sinergia creativa?
Ojalá, pero no me importaría que fuera otra cosa. Un individuo no puede hacer lo que hace un colectivo. Este fue uno de los principales hallazgos que surgieron de mis años con el colectivo Mindpirates (Piratas de la mente). Cuando miro atrás, los berlineses vivíamos una existencia muy hedonista y soñadora, como refleja mi foto Lunacy’s Children (2015). Llevo toda la vida aguardando que llegue una especie de movimiento. He esperado cuando era joven y, ahora, a los 55 años, realmente no ha pasado nada. Me gustaría tener la oportunidad de ver lo que viene después de toda esa vieja y aburrida historia económica del crecimiento. Quién sabe, puede que sea el arte el que movilice a la humanidad para empezar a moverse hacia otra era.
¿La cultura es un lujo o toma partido para no ser neutral?
El arte, la manifestación artística puede ser muy difícil. Para mí, el arte no es un lujo, es una necesidad. Es mi forma de mantener una relación con la sociedad, ya sea crítica o amorosa. De niño tenía muchas ideas sobre cómo optimizar la vida de mis padres para que fueran más felices. La cultura puede ser cualquier cosa y también lo es todo, puede ir en todas las direcciones. Puede ser revolucionaria o ser una broma. Puede cambiar tu mente. La cultura es fundamental para que la sociedad sea más consciente.
Arte contemporáneo, música de vanguardia, experiencias espirituales, ciencia humana y una sociedad solidaria son los pilares de MaHalla. ¿Luz interior que alumbra la fuerza creativa y la innovación?
En tiempos oscuros hay que crear luz. Elegimos estos cinco temas después de pensar mucho en lo que pretendemos realizar con MaHalla. El arte contemporáneo es un factor importante para generar atención. La música es una clave emocional para llegar a los corazones. La espiritualidad hace crecer la tan necesaria conciencia. La ciencia busca soluciones y la sociabilidad es la base de la humanidad. Unir estos cinco pilares bajo un mismo techo parece un gran cóctel para servir a la sociedad, que está llena de preguntas sobre cómo avanzar hacia la próxima era humana.
Para responder y procesar todo esto, resulta idóneo habilitar grandes espacios abiertos para la creación y el intercambio de ideas. Estamos aburridos y quemados del capitalismo. La música, el arte, la ciencia y la espiritualidad se han adormecido hasta convertirse en objetos comerciales que alimentan las necesidades de la sociedad. La cultura está aletargada, ya no brilla. Soñamos con un arca de la salvación para los espíritus libres. Un arca que sirva de espacio para reunirse, conectarse y evolucionar. Se trata de volver al mundo de las ideas, de pensar como se hacía en la antigüedad clásica. De hacerse preguntas y buscar respuestas. Definitivamente, es hora de avanzar.
Pretende transformar el mundo a través de la comunicación y la expresión artística. ¿Cómo concibe el cambio social?
Es preciso golpear la puerta hasta que se abra. Hay que alejarse del árbol para ver el bosque. Abrir el foco. Perder el miedo. Parece que todos tenemos que ir juntos a una sesión de terapia global. Necesitamos entender que lo que está sucediendo afuera está en conexión con lo que está sucediendo adentro. La forma en que nos relacionamos con el planeta es la misma con la que nos tratamos a nosotros mismos. Hay que romper este molde, deconstruirlo. El miedo al cambio debe ser reemplazado por el amor al cambio.
Necesitamos un nuevo comienzo, asumir el reto de cambiar nosotros para transformar el planeta. Los artistas pueden ayudar a avanzar siendo valientes. La pandemia ha traído un período de silencio muy necesario. Detrás de las ventanas de sus casas, muchas personas han comenzado a cuestionar la forma en que existimos, nuestro modo de vida. El silencio es un buen paso hacia la autorreflexión. Hay una profunda grieta en el mito de que el crecimiento económico es el dios de todo. Todos esos mitos hay que cuestionarlos. Esa es la actitud: cuestionar y cuestionar y cuestionar. El único camino para el cambio. No solo para los artistas, sino para la sociedad en su conjunto.
Fukuyama hablaba del fin de la historia, el pensamiento único frente a las ideologías y el triunfo de la economía. ¿Cómo se puede ser activista en una sociedad deshumanizada?
Un activista puede desmantelar todo un ejército. Cuando realicé mi película Problema pasé años buscando en un enorme archivo lleno de fracasos y brutalidad humana. Inevitablemente, una cierta tristeza se convirtió en mi compañera cotidiana. Corría el riesgo de caer en una profunda depresión al ver y absorber demasiada negatividad del mundo. Era una sensación interminable y cruel. Después de dos años de edición, un domingo por la tarde llegó el momento en que todo había terminado. En el que yo había terminado.
Cuando salí de mi estudio, que estaba en un sótano oscuro y frío junto al río, mi subconsciente estaba lleno de un sinfín de imágenes oscuras que había guardado dentro de mí como un archivo mental para poder editar esta película que permitiera el cambio social. El mundo parecía un gran crimen y yo era el único que era realmente consciente de ello. Tras recorrer unos 200 metros en bicicleta, me paré en el Oberbaumbrücke, desde donde se puede ver el interior de Berlín.
Me detuve y me apoyé en la bicicleta, cerrando los ojos hacia el sol y cayendo en una profunda meditación interior. Mi respiración se calmó y el viento se levantó hacia mí desde el río Spree. Con este viento y mi estado de ánimo interior, las imágenes empezaron a desaparecer como fotografías en una nube de polvo gris que salía de mi corazón. En este momento tan especial mi conciencia realizó una gran limpieza y arrojó todas esas tristes imágenes de vuelta a la eternidad. Después de algún tiempo, me quedé totalmente vacío, como renacido, con mis datos mentales borrados. Volví a subirme a la bicicleta y nunca más me he vuelto a sentir tan ligero.
Si solo miras desde arriba a un vasto campo abierto de comportamiento y acción humanos, puede ser bastante feo, pero si haces un zoom más profundo, está lleno de chispas brillantes llenas de cálida humanidad y buenas historias, y allí también encuentras valientes historias humanas de cambio social.
¿Cree que hace falta un Great Reset como propone el Foro Económico Mundial? ¿Es posible que esa globalización persiga el control absoluto del pensamiento, la palabra y la acción?
El dinero hace girar al mundo. No estoy siguiendo realmente el Foro Económico Mundial. Me parece que la llamada gente importante está hablando de mi futuro, diciéndome lo que tengo que hacer. ¿Cómo pueden el dinero y el poder decidir lo que es bueno para la gente y para nuestro planeta? Es una reunión de los triunfadores, que la utilizan como plataforma de relaciones públicas para presumir de su éxito mientras piensan en cómo salvar los muebles. No es mi Santo Grial.
Ahora hemos entrado en la era de la ciencia ficción en la que gente excéntrica y empresas privadas buscan el control absoluto del pensamiento, la palabra y la acción. Y tienen éxito en este empeño. Es un poder invisible y descentralizado, que está en todas partes. El sentimiento de pertenencia a nosotros mismos está absolutamente en conflicto. Luchar contra eso es mucho más difícil que luchar contra la política.
¿No hace la cultura justo lo contrario de la política: aproximarse a lo ordinario como si fuera extraordinario?
Es un truco de artista para llamar la atención. Creo que mi vida ha sido extraordinaria y que esta circunstancia me llevó a involucrarme en la cultura, a expresarme a través de la cultura. Me hizo ver cosas. Me abrió a nuevas experiencias. Nunca he pertenecido al establishment, al orden establecido, siempre he estado al borde del abismo, en el precipicio de alguna experiencia. Rara vez me he sentido atado a un hogar o a algún lugar.
Soy Acuario y se dice que idealizamos la vida, que amamos la utopía. Mi naturaleza es vivir lo extraordinario, lo que se sale de lo común, pero no como un lujo, sino como una misión. Por eso voy lejos, camino a lo desconocido, a lo inseguro, a lo que no se ve, y traigo de vuelta historias y pensamientos mágicos para compartir, para que podamos empezar a soñar con algo que aún no hemos encontrado.
¿En la era de la posverdad y las fake-news los medios de comunicación son un instrumento para la cultura de masas o, por el contrario, de control social?
Al menos parece que Donald Trump se ha ido. Eso depende de quién sea el dueño y de cuáles sean sus verdaderas intenciones. En teoría, todos nos hemos convertido en parte del monstruo mediático. Al publicar nuestras vidas en las plataformas sociales, hemos empezado a ser microcentros mediáticos.
Verdades falsas, vidas falsas, felicidades falsas: es una forma habitual de representarse a uno mismo. Así que nos hundimos en la confusión y nuestras cabezas empiezan a dar vueltas con las teorías más extrañas de lo que realmente está pasando. Hay que agudizar la mente para atravesar la jungla informativa sin acabar encerrados en una caja de pensamientos insanos. Estados Unidos, China, Rusia, el mundo entero parece controlar la sociedad en todos los niveles. Estamos aún más lejos de ser libres. La era digital ya no busca soluciones para la humanidad, sino que nos controla hasta un nivel en el que cualquier atisbo de independencia e individualidad es imposible.
Decía McLuhan, el teórico de la comunicación visionario de la aldea global, que el medio es el mensaje. Los medios en la actualidad son proveedores de entretenimiento. ¿Contribuyen a adormecer a la audiencia mediante ese fenómeno que se ha dado en llamar entetanimiento (tittytainment)?
Si miras el entretenimiento de hoy, se parece a la cría intensiva de animales en granjas. El entretenimiento nos trata como niños estúpidos. Si hago zapping a través de canales internacionales de televisión, nadie parece normal. Las voces histéricas que hablan sin saber qué dicen, la pésima actuación simulando una realidad amañada, la falsa felicidad, la mentira, el embaucamiento para captar el interés. El entretenimiento ya era una industria enfocada a adormecer a la sociedad cuando miles de fans enloquecidos bailaban como locos en los grandes conciertos celebrados en los estadios donde se adoraba a falsos dioses.
El modelo de negocio se dirige a una sociedad que asemeja un rebaño de ovejas que balan sin sentido. Vender entradas y productos, conseguir los datos de la gente, controlar sus gustos. Irónicamente, este enfoque sobrecalentado y excesivamente comercial llegó a un final imprevisto. Todos estos eventos de entretenimiento masivo parecen ahora vestigios del pasado. Ahora, la gente pasa el rato en Internet y un algoritmo controla sus demandas. Mientras la corriente dominante controle la mente del público, la cultura se degradará.
Foto Ralf Schmerberg.
En su proyecto Programa, intentaba mantener un diálogo con los habitantes del planeta para que hicieran preguntas urgentes que suscitaran respuestas y soluciones. ¿A qué desafíos se enfrenta hoy la humanidad?
¿Cómo es posible que siendo tantos nos sintamos tan solos? La más urgente de todas estas preguntas es la que se cuestiona la sociedad actual y el modo en que vivimos. Mientras seguimos talando árboles, la basura que producimos se multiplica y genera más residuos. Estamos haciendo muchas tonterías. Somos muy lentos a la hora de aportar soluciones. Es una tragedia que no nos preocupemos por mejorar. El mayor desafío es plantear qué haremos después del capitalismo. Esta es una de mis preguntas favoritas. Recuerdo el murmullo del grupo internacional de ponentes en la Mesa de las Voces Libres cuando respondían a preguntas de urgente necesidad con el objetivo de encontrar soluciones. Podemos sentarnos juntos y aprender los unos de los otros: esa fue la bella y armoniosa sintonía durante todo el día.
La inteligencia artificial es en realidad muy estúpida. La tecnología no tiene conciencia. ¿La máquina por encima del hombre?
La gente cree que es un juego. ¿Dónde está nuestra propia conciencia como sociedad global? Tal vez, si ya la hubiéramos alcanzado, nuestro interés tecnológico tomaría una dirección diferente. La inteligencia artificial no nos traerá más independencia, sino que servirá a las necesidades particulares de alguien. El futuro ha llegado y ya estamos superados por la tecnología. Basta con mirar los miles de millones de dispositivos móviles que utilizamos en nuestra vida cotidiana.
“Nunca he pertenecido al establishment, al orden establecido, siempre he estado al borde del abismo, en el precipicio de alguna experiencia”
Ralf Schmerberg, “You Are So Beautiful” from the Indarella series, 2015 (Theyyam Ritual, Kuroolikkavu Bhagavathi Temple, Kannur, Kerala, la India) Ralf Schmerberg, “Lunacy’s Children”, 2015 (Studio Babelsberg, Potsdam, Germany)
Harari imagina un futuro habitado por una masa de inútiles bajo el yugo de una élite de semidioses dopados con biotecnología. ¿Un mundo terrorífico?
Empieza a cuestionar a las élites. El mundo ya es horrible. Al menos cuando se mira lo que le hemos hecho a la naturaleza, a los animales y a las plantas. Que nos tratemos a nosotros mismos como una mierda no debe sorprender. La idea de que la vida de alguien es inútil es inaceptable. Que esto se considere cierto para todo un grupo de personas muestra hacia qué escenario final podríamos estar dirigiéndonos. Es hora de exigir transparencia. ¿A quién pertenece el futuro? Por el momento parece que pertenece a grandes empresas que pueden hacer lo que quieran con el pretexto de aportar innovación. Creo que nosotros, los ciudadanos, deberíamos empezar a poner algo de nuestra propia luz en este lienzo del futuro.
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