Por Miguel Ángel Artola
01/01/2018
¿Puede un ciberataque contribuir al hundimiento de una multinacional? La respuesta la tenemos en las dificultades del grupo danés AP Moller-Maersk para recuperarse del ataque informático que a finales del pasado mes de junio afectó a numerosas empresas y gobiernos en Europa. La operación de transporte y logística del gigante danés se paralizó por completo durante días y no pudo recuperar la normalidad hasta pasadas dos semanas. El resultado en las cuentas de la empresa fue de unas pérdidas cifradas entre 250 y 300 millones de euros. Además, a los costes directos del ciberataque hay que sumarle las inversiones tecnológicas que Maersk ha tenido que implementar para evitar ser otra vez blanco de los nuevos piratas de la red.
Pero los números rojos van más allá del ciberataque, ya que se ven lastrados por la lenta recuperación del comercio internacional que no ha recobrado las cifras anteriores a la crisis. Para poder pasar la tempestad y recuperar el equilibrio financiero, el grupo danés ha tenido que desprenderse de algunas de sus divisiones. En agosto conocíamos que la petrolera francesa Total alcanzaba un acuerdo para adquirir el negocio de hidrocarburos de Moller Maersk por 6.345 millones de euros. La empresa espera que sus operaciones corporativas y la recuperación del transporte marítimo –su facturación ha aumentado entre enero y septiembre un 12%– le permita cerrar el ejercicio de 2017 con un beneficio subyacente positivo.
Sin ciberataque de por medio, 2016 tampoco fue un buen año para la compañía, que cerró el ejercicio con 376 millones de dólares de pérdidas justificadas ante la disminución de un 19% en las tarifas de fletes con respecto a 2015.
A pesar de los números negativos, Maersk sigue teniendo fortaleza para poder enfilar el rumbo del grupo. Cuenta con un enorme conglomerado de negocios internacionales en el que destaca Maersk Line, la compañía de transporte marítimo más famosa y grande del mundo. Con sede principal en Copenhague, cuenta con oficinas en más de 135 países. Opera más de 500 embarcaciones y 1,9 millones de contenedores en todo el mundo.
La lucha por el buque más grande
Las grandes compañías navieras pugnan no solo por mejorar sus resultados financieros y arrebatar clientes a sus competidores. También por ver cuál es capaz de poner en el agua el buque portacontenedores más impresionante. Son auténticas bestias que parece imposible que sigan a flote. La última adquisición de Maersk lleva por nombre Madrid y es el de mayor envergadura actualmente en servicio. Construido por el astillero surcoreano de Daewoo, tiene un capacidad máxima de 20.150 TEUs. Es el primero de la segunda generación de Triple E de Maersk. En construcción se encuentran el resto de buques de la misma serie que serán entregados en los próximos meses para cubrir diferentes rutas que enlazan Asia con Europa.