Las «elecciones parlamentarias» venezolanas del domingo transcurrieron como una obra de teatro muy bien ensayada. Todo salió según el libreto. Acudieron las fuerzas políticas leales a Nicolás Maduro. Unas, con los colores del chavismo. Otras, disfrazadas de partidos de oposición. Algunas más, personificando al árbitro electoral. Y los aliados internacionales, que hicieron las veces de «observadores». Incluso hubo un remedo de medios de comunicación. No hubo muchos extras que interpretaran a los electores. Pero no hizo falta. Las máquinas darán los resultados finales sin necesidad de hacer cálculos. Las cifras las dictan desde Miraflores, la sede de gobierno
Desde el Consejo Nacional Electoral, los operadores políticos que la dictadura colocó en ese organismo anunciaron «oficialmente» que el chavismo había recuperado el control de la Asamblea Nacional. Lo hará a través de dos grupos. Por un lado, los diputados abiertamente militantes del Partido Socialista Unido. Por el otro, los parlamentarios aliados de Maduro, que utilizaron los colores y las insignias de las formaciones de oposición para dar la apariencia de pluralidad.
Un gatopardo tropicalero
«Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie». La célebre frase de Tancredi Falconeri, el personaje de la novela El Gatopardo, le viene como anillo al dedo al régimen chavista en este momento. Cambiar a la Asamblea Nacional pluripartidista elegida en 2015, por un Parlamento totalmente sumiso al régimen, no representa un mayor cambio.
Si bien es cierto que la actual composición del Poder Legislativo es mayoritariamente opositora, durante sus 4 años de ejercicio el régimen se encargó de cercenar totalmente sus funciones. La aprobación de leyes, la discusión de presupuesto, el nombramiento de los jueces del Tribunal Supremo de Justicia y de la directiva del Consejo Nacional Electoral. Todos estas actividades son responsabilidad de la Asamblea Nacional, pero el régimen le arrebató esas funciones por decreto y por la fuerza de las armas, la cárcel y las torturas.
El régimen continuará apresando a los disidentes, violando las leyes, entregando las riquezas del país a sus socios extranjeros, enriqueciendo a los miembros de su nomenklatura y perpetuándose en el poder. Nada que no haya hecho en estos 21 años.
El libreto bien aprendido
Siguiendo el guion de esta novela roja rojita, los actores principales fueron apareciendo, uno a uno, para anunciar el «triunfo contundente», la «transparencia del proceso» o la «entusiasta participación» en estas «elecciones parlamentarias».
Nicolás Maduro calificó la «jornada electoral» como «una gran victoria». «Tenemos una nueva Asamblea Nacional», dijo.
El CNE anunció que había decidido extender por una hora adicional la jornada de votación, debido a la «permanencia de electores en las filas» esperando para sufragar. «Tenemos el reporte de que, para esta hora, se mantiene la concurrencia de electores en los centros de votación, hemos decidido en reunión de la directiva del CNE que estos centros podrán permanecer abiertos hasta las 19 horas o hasta que haya electores en la cola», dijo el vicepresidente de esa entidad, Leonardo Morales. Mientras, los centros de votación permanecían totalmente desiertos. Pero había que ceñirse al libreto.
Los aliados internaciones del régimen
El ex presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, en su calidad de «observador internacional independiente», viajó a Caracas para dar fe de la transparencia de estas elecciones parlamentarias. «Sé que en este proceso electoral hay partidos de oposición, más de 10, que han decidido concurrir a estas elecciones (…) también hay partidos de oposición, líderes de oposición, que han decidido no concurrir en las elecciones», dijo, al insistir en que los comicios transpiran pluralidad.
Los partidos de oposición que concurrieron, y a los que se refiere Rodríguez Zapatero como muestra de pluralidad, son los que fueron intervenidos por el Tribunal Supremo de Justicia chavista. Tras la intervención, el TSJ nombró como líderes de estas formaciones antiguos militantes expulsados de esas organizaciones, cercanos a Nicolás Maduro o beneficiados.
También se sumó en el mismo rol de «observador» el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, quien se encuentra residenciado en Bélgica, dado que tiene una orden de captura en su país, donde recibió una condena a ocho años de prisión por corrupción.
Rechazo de la comunidad internacional
En el mismo dilema gatopardiano, de cambiar para que todo siga igual, estos comicios no son reconocidos por la mayor parte de la comunidad internacional, como no lo fueron las «elecciones presidenciales» de 2018, con las que Nicolás Maduro se autoproclamó reelecto.
Casi medio centenar de países ya se han pronunciado para desconocer este proceso. Un documento firmado por 18 gobiernos de América señaló que los comicios organizados por el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, «carecen de legalidad y legitimidad porque fueron llevados a cabo sin las mínimas garantías de un proceso democrático, de libertad, seguridad y transparencia, ni de integridad de los votos, ni la participación de todas las fuerzas políticas, ni de observación internacional».
Además, invocaron a la comunidad internacional a pronunciar su rechazo al proceso. Pidieron apoyar los esfuerzos «para la recuperación de la democracia, el respeto a los derechos humanos y el Estado de Derecho en Venezuela».
El texto fue suscrito por los gobiernos de Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Santa Lucía y Uruguay.
Por su parte, la Embajada de Estados Unidos en Venezuela (que opera desde Colombia), describió a Maduro como un falso mandatario, que «celebra una farsa de elección para montar una asamblea nacional falsa«.
Europa tampoco reconoce el proceso
La Unión Europea también se negó a reconocer el resultado de estas elecciones parlamentarias. En un comunicado, los Veintisiete expresaron que el proceso se realizó sin «respeto al pluralismo político». Agregaron que los comicios se llevaron a cabo en medio de la «descalificación y persecución de los líderes de la oposición».
«La UE hace un llamamiento a las autoridades venezolanas y a los líderes (…) para unirse de forma urgente y para empezar un proceso de transición dirigido desde Venezuela», reza el comunicado.
«Lamentablemente, las elecciones venezolanas del 6 de diciembre de 2020 para la Asamblea Nacional se llevaron a cabo sin un acuerdo nacional sobre las condiciones electorales y no cumplieron con los estándares internacionales mínimos para un proceso creíble y para movilizar al pueblo venezolano a participar», señaló el alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell.
El Reino Unido, a través de la Oficina de Relaciones Exteriores, Commonwealth y Desarrollo manifestó que el proceso «no cumplió con las condiciones aceptadas internacionalmente, como lo solicitó el Grupo de Contacto Internacional sobre Venezuela, incluido el Reino Unido, la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y otros. Tampoco cumplió con los requisitos de la legislación venezolana. El Reino Unido considera que la elección es ilegítima y no reconoce el resultado».
Asimismo, se destacó que el Reino Unido reconoce a la Asamblea Nacional elegida democráticamente en 2015 en Venezuela. También reafirmó su apoyo a Juan Guaidó como presidente constitucional interino de Venezuela.
Baja participación
A pesar de las amenazas de Diosdado Cabello (mano derecha de Maduro), quien había advertido a la población con detener el suministro de comida si no se presentaban a votar, la jornada electoral estuvo marcada por la muy escasa participación. Numerosas fotografías difundidas en redes sociales mostraron la misma situación en diversos puntos del país.
Solo el 18% de los venezolanos atendieron las urnas, de acuerdo al Observatorio de la Asamblea Nacional que conduce Juan Guaidó. El resto permaneció en sus casas.
No obstante, el Consejo Nacional Electoral infló la participación hasta 31%. Una cifra que no puede ser confirmada debido a la ausencia de observadores independientes o de oposición durante el proceso. Aún así, la ausencia de dos tercios de la población electoral contrasta con la participación del 71% registrada en las legislativas pasadas, en 2015. Entonces la oposición obtuvo una mayoría absoluta.
Rechazo contundente
«El fraude ha sido consumado y el rechazo mayoritario del pueblo de Venezuela ha sido evidente. A pesar de la censura y de la hegemonía comunicacional, la verdad no se puede ocultar», afirmó Juan Guaidó.
Aseguró que «los resultados estaban preparados» con anticipación. «Falso Consejo Nacional Electoral. Falsos candidatos. Falsos opositores. Resultados cantados. Sabemos que en la Venezuela de Maduro los fraudes no son nuevos. Lo vimos en el 2017 con la falsa Constituyente, con el robo de las elecciones regionales, y en el 2018 con el fraude presidencial. Ninguno le sirvió. Ninguno le sirvió a Venezuela. Por el contrario. Solo trajeron más crisis y sufrimiento para nuestra gente».
Prometió que la Asamblea Nacional que preside seguirá en funciones. Su objetivo será lograr elecciones presidenciales y parlamentarias libres, «que permitan iniciar la reconstrucción del país y dar fin al sufrimiento» de la gente.
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