Madrid, ciudad cosmopolita, colorida, desbordante de cultura, historia y gastronomía, ahora se prepara para albergar la playa urbana más grande de Europa y un parque artificial de olas que convertirán a la capital española en un destino de surf de clase mundial.
El megaproyecto contará con la colaboración del Atlético de Madrid y las plataformas de inversión Stoneweg y Teras Capital. Se espera que abra sus puertas en el verano de 2025, dentro de la nueva Ciudad del Deporte promovida por el equipo rojiblanco en los terrenos circundantes al estadio Cívitas Metropolitano.
Wavegarten es la empresa que adelanta el proyecto. Con sede en San Sebastián, se dedica al desarrollo, diseño, fabricación, instalación y promoción de sistemas de generación de olas y lagunas para el surf y deportes afines. Es reconocida por su revolucionaria tecnología de surf urbano. Sus instalaciones en Melbourne (Australia) han transformado la ciudad.
Anuncian que el parque de olas de Madrid llevará la experiencia del surf «a un nuevo nivel». Con un diseño sostenible y ecoamigable, el parque utilizará la tecnología Wavegarden para producir olas de hasta 2 metros de altura, con más de 20 tipos diferentes para adaptarse a todos los niveles de surfistas.
El desafío de ese deporte ha sido que los lugares para practicarlo están lejos de las ciudades y su disponibilidad es estacional. Con la creación de parques de olas, se abre la posibilidad de practicar surf durante todo el año, lo que enriquece la oferta de ocio y servicios.
Este proyecto visionario ejemplifica lo que Wavegarden pretende: que el surf sea accesible para las personas que residen en ciudades lejos del océano.
Madrid construirá gran parque de olas
El sistema de generación de olas de Wavegarden se presenta como el más eficiente del mercado, con un consumo máximo de 1 kWh por ola (0,10/ola). Está diseñado para minimizar las pérdidas energéticas, maximizar el rendimiento de la maquinaria y, además, recuperar y reutilizar parte de la energía generada en cada ola. Las lagunas de Wavegarden están concebidas para ofrecer la mejor calidad, cantidad y variedad de olas, con un bajo consumo energético y de agua, indica la empresa.
La empresa asegura que el enfoque sostenible aplicado incluye la reducción de desperdicio de agua. Solo se pierde por evaporación. De hecho, se contempla la posibilidad de reciclar el agua de la ciudad deportiva.
El imponente parque de olas en Madrid va más allá de crear una atracción turística. Se trata de generar un impacto significativo en la comunidad local, ofreciendo un espacio para el deporte, la diversión y el ocio. «Se promueve un estilo de vida saludable y activo», reseña Marca. En la instalación funcionarán una escuela y tienda de surf, un ‘skatepark’, ‘beach bars’, zonas para los más pequeños. Y otras actividades deportivas de playa en la arena.
Aunque los voceros del proyecto reiteran el uso responsable de los recursos hídricos y su vocación respetuosa con el medioambiente, hay opiniones contrarias. El periodista Guille Álvarez sostuvo en El País que la construcción y explotación de estos equipamientos conlleva una tara climática inapelable.
Las principales críticas de los grupos ecologistas y movimientos vecinales se centran en el gasto energético, los precios y la gestión del agua. Los promotores se defienden apelando al uso de energía verde y la recirculación del agua a través de complejos sistemas de filtrado.
Critican estos proyectos por el enorme consumo de agua
Antes del parque de olas en Madrid, la empresa Wavegarden tenía otro proyecto que no prosperó. En 2021, el Ayuntamiento de Donostia votó en contra de la construcción de una piscina de olas artificiales de 6 hectáreas para surfistas en Antondegi. A 4 kilómetros de la playa Zurriola. Los ecologistas no pararon de realizar acciones de protesta para paralizar el que describen como un proyecto “descabellado”.
La playa de olas artificiales, ideada por la empresa Wavegarden, trasladaría la que tiene en Aizarnazabal a la zona de Antondegi de la capital Guipuzcoana. Los ecologistas lo cuestionaron por los daños que la instalación puede causar en el medio ambiente.
“Antondegi podría considerarse una reserva de biodiversidad local. La construcción de la infraestructura de olas artificiales (6,2 hectáreas) y accesos (2,8 hectáreas) junto a su posterior explotación implicarían una degradación significativa y crítica de la zona. Esto podría suponer la ruptura de la integridad de la red de corredores ecológicos del municipio”, indicó la organización creada para la paralización del proyecto.
Las piscinas de olas artificiales para surf están creciendo en popularidad en el mundo y tienen el potencial de impactar profundamente. Aunque existen muchos argumentos a favor de sus beneficios recreativos, Surfrider Foundation Europe, una organización creada por surfistas, asegura que las preocupaciones ambientales superan su valor.
Surfrider Europe advierte que estos parques contribuyen a la destrucción del hábitat y se suma a la disminución de la biodiversidad. Además, operarlas implica un enorme consumo de agua, con piscinas que van desde los 25 a los 35.000m3 (equivale a 10 a 14 piscinas olímpicas). Es innecesario e irresponsable construir estas operaciones en el contexto actual de cambio climático donde la disponibilidad de agua está en alerta máxima.